El gobierno de Xi Jinping ha tenido éxito en contener la propagación… pero de un informe en el que se le acusa de realizar una campaña de desinformación y así lavar su imagen en torno a la pandemia de covid-19. Filtrada por la prensa, una primera versión del reporte europeo hacía duras denuncias contra China, como su opacidad en la gestión de la emergencia. Sin embargo, el documento que se hizo público suaviza los señalamientos.
BRUSELAS.- El gobierno de China metió “presión” a la Unión Europea (UE) para que suavizara el contenido de un reporte donde se le acusa de realizar “una campaña global de desinformación” para desvanecer su responsabilidad en la propagación del coronavirus.
Así lo dijo el 30 de abril pasado el alto representante de la UE para Asuntos Externos y Política de Seguridad, Josep Borrell, frente a un comité de eurodiputados que lo convocó de urgencia para que aclarara si la diplomacia europea se había doblegado ante el régimen de Xi Jinping, como lo reveló la prensa estadunidense.
China, explicó Borrell, “expresó sus preocupaciones” sobre el análisis de un reporte que realizó la unidad contra la desinformación del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), el cuerpo diplomático bajo su mando, pero aseguró que no se aceptó “ninguna presión”.
El funcionario atribuyó la polémica a un malentendido de la prensa que, según él, comparó erróneamente dos tipos de reportes que produce la unidad contra la desinformación del SEAE: las “evaluaciones de entorno informativo”, que son más críticas y de consumo diplomático interno, y la “síntesis de panorama”, pensada para su publicación en el portal de internet euvsdisinfo.eu.
Algunos eurodiputados quedaron satisfechos con la explicación; pero otros no, como la eurodiputada checa Markéta Gregorová, quien, dirigiéndose a Borrell, dijo: “La UE está retratada como débil e inclinada ante la influencia china. Sea cierto o no lo que dice, el daño a nuestra reputación ya está hecho”.
La atención periodística en torno al caso del reporte del SEAE coincide con nuevos señalamientos de líderes internacionales contra Beijing sobre su falta de transparencia en la gestión del brote del virus SARS-CoV-2.
Sobre el caso, el presidente francés, Emmanuel Macron; el ministro británico de Asuntos Exteriores, Dominic Raab (quien sustituyó al frente del gobierno a Boris Johnson cuando éste enfermó de Covid-19); la canciller alemana, Angela Merkel, o el propio Borrell ya han expresado sus críticas en diferentes tonos.
Radical, el presidente estadunidense Donald Trump, y su secretario de Estado, Mike Pompeo, han avivado “la teoría” de que el nuevo coronavirus proviene de un laboratorio de Wuhan, el epicentro de la pandemia.
En todo caso, la prensa internacional y organizaciones no gubernamentales han documentado la manera en que el gobierno chino silenció a los primeros médicos que advirtieron del brote.
Pero China, en lugar de abrirse al escrutinio, se ha cerrado a cualquier investigación, ha acusado a militares de Estados Unidos de llevar el virus a su país y desplegó una campaña para mejorar su imagen internacional, utilizando la entrega aparentemente generosa de material médico en Europa y América Latina. La llamada “diplomacia de los tapabocas”.
“Entreguismo”
Las intimidaciones de Beijing contra la UE y sus supuestos resultados positivos fueron revelados por The New York Times el 24 de abril, a partir de las filtraciones de un primer reporte y de una serie de correos electrónicos entre el equipo de analistas de la unidad contra la desinformación, el East Stratcom Task Force (ESTF).
El portavoz del SEAE, Peter Stano, ayudó a alimentar las dudas. Primero tachó de “impreciso” el trabajo periodístico y luego argumentó que no se habían dado modificaciones y que el reporte publicado sí acusaba a China de desinformar. Y tres días después, cuando el escándalo ya había crecido y los eurodiputados comenzaron a solicitar las aclaraciones de Borrell, Stano informó sobre la existencia de dos clases de reportes con contenidos diferentes.
“Este entreguismo sentará un terrible precedente y alentará una coerción similar en el futuro”, fue el mensaje de correo que envió a sus colegas la analista Monika Richter, quien también lamentó que la diplomacia europea se hubiera tenido que “autocensurar para calmar al Partido Comunista de China”.
La mañana del 21 de abril un boletín informativo de la redacción europea del grupo estadunidense de noticias Politico anunció que ese mismo día sería publicado un reporte sobre la desinformación china relativa a la covid-19. El medio compartió fragmentos filtrados del documento.
De acuerdo con el rotativo neoyorquino y el Financial Times, funcionarios chinos contactaron a representantes de la UE en Beijing inmediatamente después de enterarse de esa información. Primero hubo una comunicación de un consejero político a la sede del SEAE en Bruselas.
Luego el encargado de las relaciones con Europa del Ministerio de Exteriores, Yang Xiaoguang, advirtió a la embajada de la UE en Beijing que su país estaba “muy decepcionado” y “muy molesto” con las conclusiones del reporte, por lo que su publicación dañaría severamente la cooperación bilateral.
La presión china subió cuando el propio director general para Europa de la cancillería, Wang Lutong, llamó al embajador de la UE, Nicolas Chapuis, para avisarle que provocaría un alejamiento diplomático si la UE seguía los pasos de Washington con sus críticas.
El reporte estaba “listo para publicación”, consta en otro correo enviado al ESTF. Un analista comenzó a redactar con permiso de su supervisor un resumen para ponerlo en línea.
Pero el jefe de la división de comunicación estratégica del ESTF, Lutz Güllner, escribió al resto del departamento en Bruselas: “Los chinos ya están amenazando con tomar acciones si sale el reporte”.
Entonces Esther Osorio, la consejera de comunicación de Borrell, ordenó parar momentáneamente la publicación del reporte. Más tarde llegó una nueva orden: los analistas tenían que revisar el documento y usar un lenguaje menos explícito sobre China y Rusia para no ser tachados de tendenciosos.
La publicación del reporte se congeló durante días sin que hubiera una explicación. No fue sino hasta el 24 de abril que fue subida a la red una versión pública, pero cuyo contenido difería al del reporte filtrado.
Cambios
Hay diferencias notables entre ambos documentos. En el que no fue publicado se leía: “China ha continuado llevando a cabo una campaña global de desinformación para desviar la culpabilidad por el brote de la pandemia y mejorar su imagen internacional”. Y añadía que “tanto tácticas abiertas como encubiertas han sido observadas”.
La primera parte fue eliminada y en el documento público se prefiere denunciar las “narrativas conspiracionistas” de Rusia, “y en menor medida” de China, que son dirigidas a las audiencias europeas.
Fue borrada por completo la referencia a los artículos anónimos que publicó el portal de la representación china en París en los que se critica al gobierno francés de “haber dejado morir” a los ancianos o que políticos franceses habían lanzado insultos racistas al director general de la OMS, lo cual es falso. El caso motivó que la cancillería gala convocara a mediados de abril al embajador de ese país.
Borrell manifestó en el Parlamento Europeo que se tomó esa decisión porque no encajaba en el reporte público al tratarse de una categoría diferente relacionada con “actividades de presión de una misión diplomática”.
En otro párrafo del primer reporte se notifica “un esfuerzo continuado y coordinado por fuentes oficiales chinas para desviar cualquier culpabilidad” de la expansión del coronavirus. Pero haciendo una maroma diplomática en el lenguaje, las “fuentes oficiales chinas” pasaron a ser “varios actores, incluyendo fuentes chinas”.
Según el diario estadunidense —que pudo ver en su totalidad el documento original—, la sección dedicada a la desinformación “promovida por los Estados”, donde aparecía China y Rusia, quedó dispersa en el resto del documento.
Los ejemplos de operaciones de manipulación informativa ejecutadas por Beijing se movieron al final del informe público bajo el título “Otras actividades seleccionadas que son reportadas”.
En ese apartado del documento, la diplomacia europea sí hace mención a una de las “operaciones secretas” orquestadas por el gobierno chino y revelada por el diario británico The Daily Telegraph. Especifica que es una campaña global en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram, pero también en medios tradicionales, que busca “pintar a China como un líder global y ahogar las acusaciones de que empeoró la crisis sanitaria ocultando su propio brote en el país”.
El SEAE da parte de que esa campaña es ejecutada por medios estatales chinos y consiste en burlar las políticas comerciales de las plataformas digitales para poder comprar publicidad masiva que elogia la tenacidad del régimen de Xi Jinping frente a la crisis del coronavirus y lanza ataques a Estados Unidos.
*Este reportaje fue publicado el 24 de mayo de 2020 en la revista PROCESO.