Qué conmemorar. El 1 de octubre del año 2000 entró en vigor el Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación /también conocido como Acuerdo Global) entre la Comunidad Europea y sus entonces quince Estados miembros, por un lado, y los Estados Unidos Mexicanos, por la otra.
A 14 años de la implementación del Acuerdo Global, firmado en diciembre de 1997, vale la pena recordar que este instrumento internacional fue el más ambicioso suscrito hasta entonces por la Unión Europea, además de ser el primero con algún país de América Latina. Para México, representó y representa el acuerdo más completo y profundo celebrado en el ámbito comercial. También ubicó a México, en su momento, como el primer país en contar con acuerdos de libre mercado con los dos bloques económicos más importantes del mundo: con Estados Unidos y Canadá, por un lado, y con la Comunidad Europea, por el otro.
México forma parte de los diez países que cuentan con la calidad de “socio estratégico” de la Unión Europea, lo que supone un diálogo constante en distintos foros multilaterales, donde la UE es un importante aliado: La ONU y su Consejo de Seguridad, el FMI, la OMC y el G-20, además de determinados temas de interés común, como la lucha contra el cambio climático.
La Unión Europea y México mantienen, además, un diálogo multinivel, que incluye el que tiene lugar en el marco institucional del Acuerdo Global, por medio del Consejo Conjunto, que se reúne dos veces al año, y el del Comité Conjunto, una vez al año. Además, de lo anterior, se celebran Cumbres bilaterales, también dos veces al año; el diálogo parlamentario, un par de veces por año, así como el diálogo con la sociedad civil, programado para llevarse a cabo una vez cada dos años, amén de los diálogos sectoriales sobre determinados temas, como el de seguridad y justicia, derechos humanos, educación y cultura, entre otros.
Qué reflexionar. En cuanto al comercio entre la Unión Europea y México, en cifras del año 2012 , éste se concentró en casi un 28 % en Alemania; es decir, más de una cuarta parte del comercio total UE-México fue con un solo país, seguido por España, con un 18 %; Italia, con el 11 %, y Países Bajos, con casi el 9%. Por lo tanto, el 64 % del comercio de México con la UE se limitó a tan solo 4 países, con lo que el restante 36 % del comercio se realizó con los otros 23 Estados miembros, lo que refleja la debilidad del comercio con el grueso de países de la UE.
Según datos de la Secretaría de Economía mexicana, para el año 2013 el comercio de México con la Unión Europea se concentró, en un 86 %, en poco más de 8 países, mientras que cerca del 97 % de la Inversión Extranjera Directa procedente de la Unión Europea implicó tan solo a 8 Estados miembros. 11 de los 28 países de la UE tienen una participación en el comercio bilateral con México de menos de 0.5%.
La Ampliación de la Unión Europea hacia los países de Europa Central y del Este, que este año cumplió 10 años, no se ha explotado en las posibilidades que el Acuerdo Global plantea con relación al comercio bilateral, y la balanza comercial de México con la mayoría de los 28 Estados de la Unión resulta deficitaria.
En el apartado de cooperación, y amén del aprovechamiento existente en la materia, el nuevo escenario planteado, en el que cambia el esquema de la cooperación para países como México, obliga a una estrategia de largo plazo, que tampoco se advierte de momento y que, por otro lado, exige una participación más proactiva para posicionar a México dentro del radar de las oportunidades que ofrecen esquemas como el de Horizonte 2020, donde México permanece casi ausente hasta el momento.
Por lo que hace al diálogo político, lo cierto es que la falta de institucionalidad en determinados diálogos sectoriales propicia que se pospongan los encuentros de manera reiterada, al tiempo que se pierde la continuidad y se empañan los avances obtenidos.
Varios encuentros bilaterales han sido pospuestos, entre ellos el del diálogo entre la sociedad civil y los gobiernos de México y la Unión Europea, situación que despierta el desconcierto de Bruselas sobre la continuidad y la importancia otorgada a la relación bilateral.
Habrá que recordar también que, después de México, otros países de la región firmaron Acuerdos de Asociación con la Unión Europea, como en el caso de Chile, en 2002 y Centroamérica, en 2012, y el Acuerdo Comercial con Perú y Colombia, en ese mismo año, además del que firmó Ecuador, en julio de 2014, también en materia comercial.
De manera particular, recientemente se ha comenzado a establecer una nueva relación trasatlántica entre la Unión Europea y América del Norte: El 18 de octubre de 2013, Canadá firmó un Acuerdo Comercial con la Unión Europea (CETA, por sus siglas en inglés), cuyas negociaciones se cerraron el 26 de septiembre último. Asimismo, en estos días dio inicio la séptima ronda de de negociaciones del llamado “Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión” con los Estados Unidos (TTIP, por sus siglas en inglés).
El escenario anterior no exige demasiada explicación. Simplemente es cuestión de entender que ambos socios de México en el mercado de América del Norte y la Unión Europea; esto es, sus principales socios, están negociando acuerdos comerciales de la más alta envergadura. México, esta claro, no es parte de esta negociación, pero nada lo exime de la responsabilidad de estar atento a lo que está sucediendo en su entorno, porque evidentemente habrá una afectación comercial para nuestro país
Qué modernizar. La relación de México con la Unión Europea está ahí, quizás con la familiaridad de la que nace el menosprecio, de ahí que se esté haciendo esperar una necesaria evaluación, revisión y modernización, que implica, ante todo, una intensa reflexión.
Desde enero del año 2013, durante la Cumbre UE-CELAC, México y la UE plantearon la revisión del Acuerdo Global. Desde entonces, ambas partes han invertido tiempo, así como recursos económicos y humanos, mediante en un programa preliminar para modernizar el Acuerdo Global, aunque aún se advierte poca claridad al respecto.
La Unión Europea enfrenta sus propios problemas al interior y al exterior. Al interior, lidia con sus autodefiniciones y un andamiaje institucional en plena renovación. Por otra parte, convive con las tendencias de escisión en un proyecto que se define como integrador, al tiempo que resiste al desafío de un importante descontento y escepticismo mostrado por la ciudadanía en las últimas elecciones europeas.
Al exterior, ni qué decir de los recientes y delicados acontecimientos globales, que exigen una Unión Europea con mayor definición y presencia.
México, por su parte, se halla en plena transición, producto de la serie de reformas estructurales planteadas por el actual gobierno. Goza de un peculiar atractivo económico, aunque aún enfrenta pendientes en materia de combate a la corrupción y rendición de cuentas, combate al crimen organizado y respeto a los derechos humanos
Por lo que se advierte del último informe correspondiente al segundo año de gobierno, México aún carece de una directriz clara y de un rumbo preciso en materia de política exterior, aunado a cierta desarticulación, que ha despertado la preocupación de Bruselas.
Habrá que insistir en que la Unión Europea representa para México un socio fundamental. Un aliado esencial en foros multilaterales. México, por su parte, representa para la UE una importante y confiable puerta de diálogo con el resto de América Latina, aunque al parecer no termina de entenderse en su exacta dimensión.
Es evidente que el mapa global ha cambiado en los últimos 14 años. La UE ha crecido casi el doble, mientras que México se ha posicionado en poco tiempo en distintos temas y ofrece interesantes posibilidades de comercio e inversión para Europa.
Existen nuevas necesidades en materia de seguridad, así como aquellas que plantean las distintas modalidades comerciales y los retos y posibilidades de los servicios financieros. Se requieren, por tanto, nuevos y mejores diálogos.
Convendría pensar, incluso, en la instauración de un Secretariado Permanente México-Unión Europea, a manera del que se pensó para el TLCAN, con una característica que debería respetarse: los tres pilares de comercio, cooperación y diálogo político que plantea el Acuerdo Global. Un Secretariado Permanente podría garantizar realmente el rumbo de un acuerdo que por sus dimensiones y características exige un trato importante y una entidad que, de manera institucionalizada, se encargue de su puntual seguimiento. El tiempo apremia y una relación como la existente entre México y la Unión Europea bien lo amerita.