BRUSELAS (apro).- Olivier Hoedeman y Max Bank guían a un grupo de periodistas a una pequeña glorieta de la calle Wiertz, que cruza el Parlamento Europeo. Se detienen frente a una placa de piedra en la que se lee la siguiente inscripción: “Los asuntos importantes deben ser resueltos mediante la discusión y la decisión, con determinación, paciencia y dedicación”.
[pullquote align=”right”]Artículo publicado el 9 de mayo de 2014 en la sección Prisma Internacional de la Agencia PROCESO[/pullquote]La placa fue donada por las organizaciones de cabildeo en Bruselas: la Federación Europea de Lobby y Relaciones Públicas (Felpa, por sus siglas en francés), la Finsbury International Policy & Regulatory Advisers (FIPRA, por sus siglas en inglés) y la Asociación de Profesionales en Asuntos Europeos (SEAP, también en inglés).
Está igualmente inscrito que la placa fue inaugurada el 6 de diciembre de 2001 por la entonces presidenta del Parlamento Europeo, la eurodiputada francesa Nicole Fontaine (del Partido Popular Europeo), y por el alcalde socialista de Bruselas, Freddy Thielemans. El arbolito que en su momento fue plantado, alcanza ya algunos metros de altura aunque apenas se mueve con el viento frío que sopla esa mañana, la del pasado 14 de abril, en la capital de la Unión Europea (UE).
Al siguiente día, el Parlamento Europeo adoptaría una resolución en la que llamó a la Comisión Europea a preparar una propuesta legislativa –a más tardar para 2016– que obligue a las firmas de cabildeo a inscribirse y declarar con precisión sus actividades, clientes e ingresos en el registro que existe desde 2008, pero que hasta la fecha es de carácter voluntario.
La actual propuesta de la Comisión Europea, publicada en diciembre pasado después de duras negociaciones, sigue dejando a la buena voluntad de los cabilderos la inscripción en ese registro.
“Este es un símbolo de la influencia y el impacto tan grande que tienen los cabilderos sobre las instituciones de la UE”, expone Bank, frente a la placa de piedra, con ayuda de un micrófono conectado a un equipo portátil de sonido que carga Hoedeman.
El primero es activista de Lobbycontrol, un grupo alemán que tiene su base en Colonia, y el segundo es el coordinador de campañas e investigaciones de Corporate Europe Observatory (CEO), con sede en la capital belga.
Ambas organizaciones no gubernamentales, que destacan por su moderno modelo de comunicación y la calidad de sus investigaciones, forman parte de la plataforma ALTER-EU (Alianza para la Transparencia del Lobby y la Regulación Ética), que lucha contra “el excesivo poder del cabildeo en la UE”.
“Planeta cabildeo”
Retorciendo los tradicionales paseos que las instituciones de la UE en Bruselas ofrecen a estudiantes, políticos de otros países, periodistas o simples ciudadanos con la finalidad de promocionar sus políticas, los miembros de ALTER-EU ofrecen un producto alternativo: El “lobby tour”, dirigido a la numerosa prensa internacional asentada en esta capital.
El propósito es visitar, en el área donde están implantadas las instituciones de la UE, las oficinas de algunas empresas y asociaciones involucradas en escándalos de opacidad o que están desplegando intensas actividades de cabildeo contrario a los intereses públicos.
Como si se tratara de un típico recorrido turístico, los activistas del “lobby tour” se desplazan de un edificio a otro en compañía de los periodistas, pero en lugar de narrar hechos históricos o bellezas arquitectónicas, exhiben las deshonrosas conductas de las firmas, compañías o federaciones instaladas en su interior, y cómo los políticos o funcionarios europeos no han podido o no han querido regular correctamente su abusiva participación en la toma de decisiones de la UE.
“El barrio europeo se extiende esencialmente en un área de cuatro kilómetros cuadrados (…) Durante el día, más de 85 mil personas trabajan aquí, y las calles están llenas de bares, cafés y restaurantes para saciar su hambre y su sed”, se lee en el Lobby Planet, un breve cuadernillo publicado por CEO (su última edición en septiembre de 2011) para el público no iniciado, y cuyo nombre está inspirado en la popular guía de viajes Lonely Planet.
El Lobby Planet indica que algunas estimaciones sugieren que entre 15 y 30 mil cabilderos “tratan de influir las decisiones de las instituciones de la UE”. Dos terceras partes de ellos representan intereses corporativos en los que se gastan más de mil millones de euros anualmente, lo que hace a Bruselas el segundo más grande centro de poder del lobby empresarial después de Washington.
El grupo que guían Bank y Hoederman deja la glorieta donde comenzó el tour, atraviesa el Parlamento Europeo y luego la Plaza de Luxemburgo, en cuyos bares se reúnen todos los jueves, después del trabajo y en un ambiente de fiesta, jóvenes funcionarios o asistentes de las instituciones de la UE.
Hoederman y Bank toman la calle Arlon y luego Montoyer, donde pasan la Dirección General de Justicia de la Comisión Europea. En dos minutos de caminata el grupo llega a su destino: la oficina de la tabacalera estadunidense Philip Morris International (PMI). A lado se hallan las oficinas de Microsoft y de la consultoría estadunidense en estrategias de comunicación Hill & Knowlton Strategies, entre otras compañías.
Parados frente al edificio que aloja a la tabacalera, Hoedeman narra que PMI cabildeó intensamente para retrasar el voto plenario del Parlamento Europeo en el caso de la Directiva sobre Productos del Tabaco. Su propósito fue suavizarla a su favor o, tanto mejor, descarrilarla.
Señala que un documento interno de la compañía reveló que sus cabilderos se reunieron al menos con 233 eurodiputados (un tercio del total) y hasta cuatro o cinco veces con algunos de ellos. Lo hicieron de manera secreta y sin que hayan sido elaboradas las minutas correspondientes, lo que rompe con la Convención Marco sobre Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Ese documento, publicado en septiembre pasado por diarios europeos como The Guardian o Der Spiegel, también dejó ver que el monto que declaró al registro en gastos de cabildeo durante 2012 (entre un millón y un millón 250 mil euros), lo mismo que el número de cabilderos a su servicio (nueve), se quedaba muy corto de la realidad.
En sus cifras había numerosas incoherencias. Posterior a las revelaciones, la tabacalera dio el nombre de 161 personas que habían participado en las reuniones, pero en el registro sólo aparecían los nombres de 129. Uno de sus cabilderos declaró que sólo había tenido gastos de 2 mil euros, pero no declaró el pago por las 75 horas que él mismo reconoció haber trabajado.
La compañía también declaró que sólo había contratado a una empresa de lobby externa (Europtimum Conseil) cuando se sabe, por el escándalo que causó, que el francés Michel Petit, entonces miembro del Comité de Ética sobre Cabildeo de la Comisión Europea y exconsejero jurídico de la misma, se ocupó de cabildear para PMI a través de la firma Clifford Chance.
Poder corporativo
El contingente prosigue su paseo y da vuelta en la calle de la Ciencia, donde se halla el edificio de recursos humanos de la Comisión Europea. En la acera opuesta a una representación española está el número 14, que alberga oficinas de lobby y asesoría de varios fondos de inversión, como Afore Consulting que, informa Hoedeman, emplea la sociedad financiera estadunidense Goldman Sachs.
Los activistas calculan que 450 de las 700 entidades financieras de lobby que hay en Bruselas no están inscritas en el registro de la Comisión Europea. El poder de este sector es imponente: Su presupuesto, estima CEO, ronda los 120 millones de euros por año y el número de cabilderos que emplea es de mil 700, equivalente a una proporción de cuatro cabilderos por cada funcionario de la Comisión Europea dedicado a esa materia.
Tales lobbistas, afirman los guías, están enfocados a resistir las reformas al sistema financiero promovidas tras el colapso de 2008 y que amenazan con reducir privilegios e imponer mayores controles.
En contraste, las ONG, sindicatos y organizaciones de consumidores gastan en conjunto en labores de cabildeo en Bruselas 4 millones de euros al año, es decir 30 veces menos.
Hoedeman plantea que 70% de los asesores que conforman los grupos de expertos que consulta la Comisión Europea al inicio de cada proceso legislativo tiene vínculos con el sector financiero; los representantes de ONG significan 0.8% de esos foros. Comenta que su poder es tal que, según documentos a los que CEO tuvo acceso, el comisario de asuntos económicos y financieros, Olli Rehn, sostuvo reuniones tras bambalinas con Lloyd Blankfeind y Richard Gnodde, presidente y codirector ejecutivo internacional, respectivamente, de Goldman Sachs.
Una joven empleada sale del inmueble. Sin ser grosera, cuestiona a Hoedeman nuestra presencia, quien le responde que estamos en la vía pública. La chica pide entonces al grupo no estorbar la entrada, lo que no ocurría.
Organismo fachada
Al terminar esa parada, el grupo atraviesa la calle Belliard, una de las dos grandes arterias que cruzan el barrio comunitario (la otra, paralela, es la Calle de La Ley).
Sobre la calle de la Ciencia, el grupo de periodistas pasa por la sede de Oxfam y Friends of the Earth, ONG con notable participación en el monitoreo de las políticas de desarrollo y medioambiente de la UE en Bruselas. En muchos edificios se pueden observar placas de metal que indican que son propiedad del banco francés BNP Paribas, el más grande de la Eurozona que en octubre de 2008 compró 75% del banco belga Fortis, el cual había sido intervenido por las autoridades de Bélgica, Holanda y Luxemburgo.
Los activistas pasan por la representación diplomática de Suecia y se detienen en el parquecito de la Plaza de Meeus. La calle de Luxemburgo, que pasa a lado, desemboca 100 metros más adelante en la plaza del mismo nombre y en el Parlamento Europeo.
Frente al grupo hay un inmueble de siete pisos, descuidado, hecho de acero y cristal, y por cuya estricta funcionalidad nadie suele prestar atención en él: Hoedeman expone que es la sede de la European Privacy Association (EPA), la cual se presenta hasta la fecha en su página de Internet como un think tank conformado por expertos que discuten la manera de lograr mejores políticas en el terreno de la protección de los datos digitales.
Bank y Hoedeman refieren que cualquiera podría pensar que EPA defiende los derechos ciudadanos, pero, aclara, en realidad es una “organización fachada”.
Relatan que, luego de que CEO interpusiera en junio de 2013 una queja ante el secretariado del registro conjunto de la Comisión y el Parlamento europeos, EPA reveló que Google, Yahoo y Microsoft eran algunos de sus miembros y no sólo diez individuos, como aseguraba. Hoedeman dice que después supieron que Facebook y otras seis multinacionales de la tecnología habían sido los fundadores de EPA. Su intención al crearla fue debilitar la reglamentación europea sobre privacidad de datos.
El grupo camina algunos pasos, hacia un edificio de 15 pisos construido en los años 30, justo del otro lado del parque, en Meeus número 23. La renta de una oficina ahí cuesta al menos 250 euros (4 mil 500 pesos) el metro cuadrado. En el inmueble se ubican despachos de abogados especializados en leyes europeas, cuya masiva instalación en Bruselas, narra Hoedeman, es un fenómeno reciente.
Advierte que “detrás de las firmas que trabajan aquí, impera la opacidad y el secretismo”.
Ese giro de actividad, explica el activista holandés al grupo de periodistas, no tiene la obligación de inscribirse en el registro de cabilderos, por lo que muchas empresas prefieren contratarlas en casos “sensibles”. Muchas de esas firmas legales son estadunidenses, las cuales, a diferencia de Europa, están ajustadas en su país de origen a un estricto marco regulatorio que incluye la obligación, allá sí, de suscribirse a un detallado registro de lobbistas.
Uno de los despachos instalados en el edificio de época frente al que está parado el grupo es Baker Botts, que pertenece al exsecretario de Estado estadunidense James Baker, un hombre ligado a la familia Bush. El despacho, que en Estados Unidos representa a las mayores empresas petroleras de Texas, se especializa en Bruselas (donde se instaló en 2012) en leyes de competencia y litigios antimonopolio en la UE.
Una hora después termina el lobby tour y los periodistas se dispersan en el “Planeta del cabildeo”.