Hester Van Nierop es la única extranjera en la larga lista de las “muertas de Ciudad Juárez”. Su cuerpo fue hallado en un cuarto de hotel el 20 de septiembre de 1998. Sus padres denuncian desde Holanda la “ineficiencia” de la policía mexicana para esclarecer el homicidio, y toman como suya la causa de los familiares de otras víctimas para reclamar justicia ante las instituciones europeas.
(Artículo publicado en la edición del 19 de junio de 2005 de la revista PROCESO)
BRUSELAS.- Para Hester van Nierop viajar a México era el inicio de una nueva etapa en su vida: visitaría a su hermana y después iría a trabajar a Estados Unidos. No fue posible: Hester fue cruelmente asesinada en Ciudad Juárez.
Originaria de La Haya y arquitecta de profesión, Hester tenía 28 años. Fue hallada el 20 de septiembre de 1998 en el cuarto 121 del hotel Plaza, ubicado en la transitada calle Ugarte de esa ciudad. Una empleada de limpieza encontró el cuerpo desnudo, ultrajado y torturado bajo una cama. Hester había fallecido 12 horas antes. La causa: asfixia por estrangulamiento.
Sus documentos de identificación y sus pertenencias aparecieron dentro de una bolsa gris, fuera de la escena del crimen: en la habitación 106 del modesto hotel, donde pagó 200 pesos por habitación doble.
Arséne y Roeland van Nierop, los padres de Hester, se resisten a creer que el nombre de su hija integre la macabra lista de más de 300 mujeres y niñas que han sido asesinadas en esa ciudad del estado de Chihuahua sin que los culpables hayan sido enjuiciados aún.
Han transcurrido seis años del asesinato y la pareja de holandeses no cejan en su reclamo de justicia: “La policía (mexicana) habla mucho, pero no hace nada para avanzar en las investigaciones”, acusa Arsène van Nierop en entrevista con Proceso.
“Pensé que la policía mexicana funcionaba como la holandesa, que hace su trabajo y persigue a los criminales”, dice.
Hester viajó a México para visitar a su hermana, que participaba en un programa de protección a tortugas en el estado de Nayarit. Acompañada de sus padres, hizo posteriormente un recorrido por la Sierra Tarahumara, en Chihuahua. Ahí se despidió de sus padres porque ellos regresaron a Holanda y Hester, que iba a Estados Unidos, creyó que Ciudad Juárez era el puente idóneo para llegar a ese país.
Lo que siguió, dice su madre, fue una llamada de la embajada holandesa para avisarle del asesinato.
Empleados del hotel declararon a la policía que un día antes del hallazgo del cadáver de Hester, el sábado 19 de septiembre, a eso de las 16:20 horas, un hombre rentó la habitación 121. Se registró como Roberto Flores. Había llegado a la recepción solo y a pie. Nadie supo cómo apareció el cuerpo de la joven en el lugar de los hechos.
Pero otros reportes, citados en despachos periodísticos, sugieren que la joven holandesa fue vista en el hotel con un acompañante. La policía manejó la hipótesis de un crimen pasional: Hester había entablado previamente una relación con su verdugo. Arséne y Roeland rechazan esa versión y aseguran que su hija fue, sin más, presa de un asesino serial.
Policía ineficiente
Desde hace cinco años, la familia Van Nierop dejó de recibir informes sobre el estado de las pesquisas. “Un día ya no supimos nada”, recuerda Arséne.
¿Qué ocurrió? La Comisión para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en Ciudad Juárez asegura que del 11 de diciembre de 2000 hasta el 3 de mayo de 2003, la Fiscalía Especial para Asesinatos de Mujeres, bajo jurisdicción del estado de Chihuahua, no realizó ninguna actuación sobre el caso de Hester.
Desde un principio, Arsène se acercó a su gobierno con la ilusión de recibir apoyo concreto. Sin embargo, dice que la respuesta de los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores holandés siempre fue la misma: que tenga confianza en la justicia mexicana, que sea paciente.
Así, atrapada entre la incapacidad de la policía de Juárez y la pasividad de la diplomacia de su país, Arséne buscó e hizo sus propios contactos en México. Su iniciativa –se queja– fue desestimada por el gobierno holandés.
“Me percaté de que para ellos era más importante conservar buenas relaciones comerciales y políticas con México. El asesinato de mi hija era un pequeño punto en la relación (bilateral)”, manifiesta. No obstante, admite que tampoco ayudaron la excepcionalidad que representa el caso de Hester –única extranjera entre las muertas de Juárez– y la falta de experiencia en la cooperación judicial entre México y Holanda.
Pero eso, añade, no justifica ineptitud alguna.
Cuenta que al principio un oficial holandés le dijo que agentes de su país estaban dispuestos a cooperar con sus colegas mexicanos en el esclarecimiento del homicidio. Sin embargo, ello no fue posible debido a mutuos temores gubernamentales: México temía el escrutinio de una policía extranjera y Holanda tenía reservas para involucrarse en un caso complicado para el que no existen instrumentos jurídicos de colaboración bilateral.
Antes de que el caso se enfriara, los padres de Hester recibieron varios informes de la policía de Ciudad Juárez que indicaban progresos decisivos en las averiguaciones.
A finales de septiembre de 1998, recibieron un informe en el cual se sostenía que el presunto asesino era Roberto Flores del Monte, con dirección en la calle Perimentral Carlos Amaya, sin número, en Ciudad Juárez.
Pero en diciembre de 1998, recibió un nuevo reporte. En él la policía juarense aseguraba que el presunto asesino era Roberto Flores Reyes, con domicilio en calle José Inés Salazar, número 3333, de la misma ciudad.
Posteriormente, otro informe más señalaba que el presunto asesino sólo se llama Roberto Flores y ofreció su retrato hablado: tez blanca, cara cubierta de acné, ojos pequeños, nariz recta, de 1.66 metros de estatura y complexión atlética. Incluso, el informe aportó algunos detalles sobre el presunto homicida: tenía un gimnasio en su casa y circulaba en un auto con placas 752ZLD de Nuevo México, Texas.
“Me dijeron que estaban trabajando con el FBI y que de un momento a otro lo iban a agarrar”, cuenta Arsène.
Fueron falsas promesas. Después no supieron nada más.
En septiembre pasado, Arséne y su esposo viajaron a Ciudad Juárez. Querían ver el sitio en el que Hester vivió sus últimas horas y conocer a otras familias en luto. De paso se entrevistaron con algunos funcionarios a cargo de las investigaciones: las fiscales Ángeles Talavera y María López Urbina, además de Manuel Esparza, oficial de la Fiscalía Especial para la Atención de los Crímenes contra Mujeres en Ciudad Juárez.
Ellos, dice Arsène, “fueron muy amables. Pero admitieron que en tres años no habían hecho nada. Yo les enseñé los informes que nos habían enviado. Tomaron los papeles y nos dijeron: ‘Esto no es nada, sólo información, no era nada seguro’. ¡En ese momento nos dimos cuenta de que se estaban burlando de nosotros!”.
Un equipo de la televisión holandesa acompañó a los padres de Hester y documentó sus indagaciones en las oficinas judiciales de Ciudad Juárez. Grabó el momento en que Esparza les confirmó fríamente que la investigación no se había llevado de manera correcta y que, en efecto, había errores y omisiones, pero que él no podía explicar las razones, porque él no formó parte de la unidad de investigación hasta 2003.
Ese pasaje, contenido en un emotivo documental de 20 minutos, fue transmitido en Holanda y Bélgica en horario estelar por el popular programa Netwerk, de la cadena de televisión Nederland 1. En dicho programa, los esposos Van Nierop afirman que en su viaje a Ciudad Juárez encontraron nuevas dudas en vez de respuestas.
Ni la exposición mediática ni la campaña de denuncia organizada por la sección holandesa de Amnistía Internacional (AI) han sido suficientes para que las autoridades den el paso definitivo: aunque existe una orden de aprehensión contra el presunto victimario y supuestamente la policía sabe dónde vive, hasta la fecha no ha sido capturado.
“Para mí no únicamente importa que encuentren al asesino de Hester, también que de esa forma se va a evitar que vuelva a matar a otras mujeres. Por eso me importa que capturen a todos y no sólo a uno”, sentencia la madre de la joven holandesa.
Voz internacional
La exigencia de Arsène y Roeland Van Nierop va más allá de la solución de su caso. Hace unas semanas presentaron en La Haya la Fundación Justicia para las Mujeres en Ciudad Juárez, o Fundación Hester.
Sus objetivos: recabar fondos que serían destinados a apoyar a la organización Casa Amiga, el centro de asistencia a las víctimas y sus familiares que dirige Esther Chávez Cano en Ciudad Juárez. Y por otro lado, evitar que la tragedia que enluta ya a cientos de familias mexicanas quede en el olvido y la impunidad.
Arsène representa una piedra en los zapatos de las autoridades mexicanas. Al ser su hija la única europea entre las llamadas “muertas de Juárez”, su caso atrae más la atención internacional y eso incomoda a los gobiernos estatal y federal, como declaró a la prensa Ruud Bosgraaf, de AI Holanda.
Para Arsène, su viaje a Ciudad Juárez fue revelador. Pensó que iba a encontrarse con un movimiento fuerte y solidario de gente exigiendo justicia. “Pero cuando observé la pobreza en la que vivían las familias, tanta que a veces no odían pagarse un viaje a la ciudad para hacer papeleos, me di cuenta que yo podía hacer algo más que recaudar fondos para Casa Amiga”.
Explica: “Me percaté que yo podía hablar desde Holanda de la horrible situación que hay en México. tomé conciencia de que, a diferencia de las madres de Juárez, yo sí puedo alzar la voz y ser escuchadapor todo el mundo”.
Por eso, en enero decidió enviar varias cartas al Parlamento Europeo para solicitar su intervención en el marco del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación entre la UE y México. Tiene conocimiento de que autoridades mexicanas sostuvieron a principios de este año una reunión sobre los asesinatos de Ciudad Juárez con funcionarios de la Comisión Europea. El encuentro se llevó a cabo en total discresión.
El escrutinio pronto va a subir de grado. Si no hay inconvenientes mayores, en unos meses tendrá lugar en Holanda un seminario internacional sobre el tema, con la asistencia de expertos, familiares de víctimas y personalidades que se solidarizan con la causa de Arsène. México será la sede de otro encuentro paralelo.
“Han pasado seis años desde que murió Hester. Hoy he recargado mis fuerzas. Los otros casos me han hecho fuerte y lucharé”, concluye Arsène.