De Volkskrant, prestigioso diario de izquierda fundado en 1919, se destaca por incursionar –junto con universidades, gobiernos y transnacionales– en la última generación de sondeos de opinión: las llamadas “bolsas políticas”.
Se trata de un método de apuestas que busca predecir eventos a partir de la información de la que disponen los jugadores sobre productos o personas. Las empresas lo utilizan para medir las tendencias del mercado y el grado de aceptación de sus nuevos productos, pero se ha extendido para predecir acontecimientos deportivos, sociales y, ahora, políticos.
Así, se ha aplicado para medir las tendencias electorales en Estados Unidos, en Hungría, en la citada Holanda, y ahora en Francia.
“En las bolsas que organizamos para las elecciones legislativas de Holanda en 2002 y 2003 nuestras predicciones se ubicaron en el promedio: el pronóstico del instituto de sondeos Interview-NSS fue ligeramente mejor que el nuestro, que fue tan bueno como el de la otra gran encuestadora, NIPO”, recuerda Haan durante una entrevista telefónica desde Ámsterdam.
En esta ocasión, el inesperado avance del Partido Socialista (al que las encuestas daban nueve escaños y ganó 26) y del ultraderechista Partido para la Libertad (que obtuvo nueve en lugar de uno) hizo que todos los pronósticos erraran, lamenta Haan.
Alrededor de las 9 de la noche, la televisora RTL daba 38 escaños al Partido de la Democracia Cristiana del primer ministro Jan Peter Balkenende, y 34 al Partido del Trabajo de Wouter Bos. Otra televisora, NOS, daba 40 y 33 escaños, respectivamente. La bolsa de De Volkskrant predijo 40 y 37 escaños.
El resultado oficial fue: 41 para el Partido de la Democracia Cristiana contra 32 del Partido del Trabajo.
“El sistema de las bolsas políticas –explica Haan a manera de evaluación– es muy preciso cuando lo que se busca predecir es quién será el próximo presidente, y cuando las preferencias no se diluyen entre tantos partidos que compiten, como en Holanda (24 partidos, de los cuales 13 se encontraban en la bolsa)”.
La universidad estadunidense de Iowa creó este sistema. A través de su “mercado electrónico” cubrió varios comicios presidenciales en Estados Unidos entre 1988 y 2001. Sus predicciones revelaron un margen de error menor al de los sondeos comunes: 1.5% contra 2.1%.
En 2004, ésta y otras bolsas aumentaron de manera significativa su credibilidad: predijeron con mayor exactitud que las encuestas “de calle” o telefónicas la cerradísima victoria de George W. Bush sobre el demócrata John Kerry en las elecciones de ese año.
Tal fenómeno en crecimiento, derivado de las nuevas tecnologías, alcanzó ya una enorme influencia. Así lo muestra un hecho: el Departamento de Defensa estadunidense, mediante su Agencia de Investigaciones Avanzadas, decidió crear en 2001 un “Mercado de Análisis Político” (MAP), con participación de la firma privada Net Exchange y de la Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist, entre otras. Una de las finalidades: predecir eventos contra la seguridad nacional de Estados Unidos.
Pero la prensa divulgó que tal programa pretendía especular con eventuales “atentados terroristas”. Pese a que Robert Hanson, uno de los “cerebros” del MAP, consideró que esa información era imprecisa, Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, anunció el 29 de julio de 2003 la cancelación de todo el proyecto.
Hanson es asesor de NewsFutures. Desde el 2000, esta firma franco-estadunidense, pionera en la comercialización de los mercados de predicción, ha puesto en marcha 40 mil de estas “bolsas”. Y es que son un buen negocio: la empresa obtiene ganancias anuales por un millón de dólares.
El joven Emile Servan-Schreiber, fundador y presidente de NewsFutures, explica a Proceso:
“Las encuestas tradicionales parten de la siguiente pregunta: ‘si las elecciones fueran hoy, ¿por quién votaría usted?’, y a partir de la fotografía de ese justo momento, realizan un pronóstico. Nosotros hacemos la pregunta: ‘dado que la elección será en seis meses, ¿qué va a pasar en ese lapso de tiempo?’. Y así tratamos de elaborar una predicción de verdad a futuro”.
Las bolsas políticas, afirma Emile –hijo del prestigiado periodista y político francés Jean-Jacques Servan-Schreiber, fundador del semanario L’Express–, ofrecen una dimensión novedosa al análisis de la opinión pública que proporcionan las compañías encuestadoras.
Acciones
Para conocer su funcionamiento, este corresponsal se inscribió a un mercado dedicado a un tema de actualidad: las elecciones presidenciales francesas de mayo entrante.
Después de registrarse y de obtener un número de acceso, se ingresa a una página llena de gráficas e información contable, donde uno se vuelve corredor de bolsa o trader. Dos mil “doblones”, una moneda imaginaria, es el capital de arranque.
En lugar de acciones de corporativos, se propone la transacción de miles de “bonos” en torno a seis candidatos viables. Cualquiera puede observar las fluctuaciones generales del mercado, en tiempo real, desde una dirección electrónica en francés.
El pasado 22 de noviembre, por ejemplo, cada bono de la candidata socialista, Ségolène Royal, tenía un valor en curso de 53 doblones, equivalente al porcentaje de corredores que, en las circunstancias de ese día, pensaban que ella ganaría las elecciones francesas en 2007. Cinco días más tarde, como consecuencia de la oferta y la demanda, el valor de los bonos a favor de Royal había bajado a 49 doblones.
Este corresponsal había comprado 20 bonos de Royal a 50 doblones, por lo que esa operación había representado, hasta las 7 de la noche del 27 de noviembre, una pérdida en el portafolio de 20 doblones.
Al final, cada bono del candidato victorioso recibirá 100 doblones, que podrán intercambiarse por películas, boletos de cine, accesorios electrónicos o suscripciones a revistas. Los vencidos se irán con las manos vacías.
Servan-Schreiber explica que las personas que participan en estos mercados “toman el tema con mayor seriedad que aquellas que completan una encuesta y forman un conjunto representativo de la sociedad”.
Indica que, como ocurre en los círculos bursátiles, la simpatía ideológica del trader pasa a segundo término y se impone el interés de conservar el apego al escenario que considera más realista, pues “tiene algo que ganar si su pronóstico es el correcto o algo que perder si se equivoca”.
Por eso la especulación, que puede presentarse, es marginal y cede ante las tendencias. En cambio, la utilización de dinero real redunda en mayor exactitud. De esta manera, “los pronósticos son más creíbles a los ojos del público y de los medios”, dice Servant-Schreiber.
La mayoría de los países prohíben esa práctica en internet, comenzando por Estados Unidos, desde donde operan las principales compañías especializadas: Hollywood Stock Exchange, Foresight Exchange, Trade Sports y las citadas Net Exchange y NewsFutures
En 2003, sin embargo, un experimento de NewsFutures –cuya sede se encuentra en Baltimore– y la oficina de investigación de Yahoo arrojó que las predicciones en dólares realizadas en 200 encuentros de futbol americano profesional coincidían más o menos con aquellas hechas usando divisas ficticias.
Posibilidades en México
El proyecto de De Volkskrant, cuya bolsa “abrió” en octubre y “cerrará” al conocerse la composición del nuevo gobierno de Holanda –ya que incluye previsión de coaliciones–, costará 30 mil euros (unos 44 mil dólares) por concepto de soporte técnico, traducción del sistema, instalación de equipo de gran capacidad y trabajo de operación de cuatro meses.
Este costo puede ser un obstáculo para implantar el sistema en México. Sin embargo, existe otro problema mucho mayor: el escaso acceso a Internet de la mayoría de los mexicanos.
En Holanda, de casi 16 millones de habitantes, 4.1 millones están conectados a la red (25.3%). En México, con 105 millones de personas, apenas 2.2 millones (2.3%) cuentan con una línea al ciberespacio, según estadísticas recientes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El acceso promedio entre los 30 países de la OCDE es 13.6%, del cual 8.4% goza de un servicio de transmisión de datos de alta velocidad (línea de abonado digital o DSL), cifra que en México es de 1.5%.
Servan-Schreiber, sin embargo, no ve en lo anterior un obstáculo: “Cuando comenzamos a operar en Francia hace seis años, no había mucha gente con internet. Y así hemos logrado levantar un mercado bastante exitoso. Entonces no creo que este sea un problema en México, ni en otros países de lengua española. Al contrario, son países muy interesantes para nosotros, ya que la gente con acceso a internet en estas naciones es ya bastante sofisticada, justo el perfil de personas que buscamos”.
Actualmente, 15.2% de los franceses (9 millones y medio) tiene una cuenta en internet.
El entrevistado afirma que la tecnología tampoco sería un obstáculo para establecer el sistema en México. En general, dice, hace falta un servidor “un poco serio” y un ordenador “algo sofisticado”, con suficiente memoria y potencia para soportar un numeroso grupo de jugadores.
Incluso Haan considera que el hecho de que el sistema mexicano de partidos esté dominado por tres grandes institutos políticos permite que dichas bolsas electorales tengan más posibilidades de precisión.
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El voto-indicador –cuyo éxito se disparó a partir de su entrada en internet en 1999– es en pocas palabras un consejero político personalizado.
Su utilización no exige ningún trámite previo: el elector holandés ingresa a la página www.stemwijzer.nl y responde si está “a favor”, “en contra” o si se manifiesta “sin opinión” ante cada una de las “propuestas” que van apareciendo; en total son 30 y aluden a igual número de preocupaciones de la vida nacional, además de que indican la posición que cada una de ellas tiene en las plataformas de los partidos.
Algunos ejemplos temáticos: padres que tienen trabajo deben pagar la guardería de sus hijos; quien necesita ayuda doméstica tiene que pagar por ella; despedir a trabajadores debe ser más fácil. O bien: el hachís y otras drogas blandas no deben estar prohibidas; la eutanasia debe seguir siendo posible; los derechos de los animales deben estar incluidos en la Constitución…
Hay otros temas polémicos: Turquía debe ingresar a la Unión Europea; la lucha contra el terrorismo es más importante que la libertad individual y que el derecho a la privacidad de los ciudadanos; no debe permitirse abrir más mezquitas…
El usuario debe posteriormente marcar en una lista los temas a los que otorgue mayor prioridad, y finalmente escoger los partidos que debe cubrir el análisis electrónico. El programa propone una primera selección de los 12 temas más importantes.
El resultado es automático: el programa emite una recomendación del partido por el cual conviene votar, en función de los intereses que anotó el elector en la prueba.
Para una mejor comprensión, el voto-indicador proporciona un esquema comparativo de las respuestas del usuario con las posiciones de cada uno de los partidos políticos.
Para las elecciones legislativas de 2003 en Holanda, esta herramienta fue consultada por 2.2 millones de usuarios. El número de consultas con motivo de los comicios del pasado 22 de noviembre alcanzó los 4.6 millones, es decir, el equivalente al 45% del electorado holandés (10 millones).
“Los jóvenes electores son los que más recurren al voto-indicador, aunque también lo hacen personas mayores de 50 años”, declara De Graaf.
El IPP holandés ha exportado el concepto. Se ha aplicado en procesos electorales o referendos en Alemania, Suiza y Bulgaria. Existe además una versión en español.
De Graaf cuenta que consideró llevar el voto-indicador a México para las elecciones presidenciales de este año. Pero el proyecto nunca se concretó. La razón: no llegó a un acuerdo con una organización no gubernamental alemana que planeaba ponerlo en práctica en México.