BRUSELAS.— El asesinato de Osama bin Laden, el pasado domingo 1, tiene lugar en momentos en que al-Qaida está dividido internamente y la Guerra Santa Islámica (Jihad) que libra contra Occidente con otros grupos fundamentalistas se halla en una “fase de acelerado debilitamiento” por “fisuras de organización, estrategia, táctica y unidad ideológica”.
Tal diagnóstico lo hacen expertos del Combating Terrorism Center (CTC), organización de la Academia Militar de Estados Unidos, West Point, en un “reporte estratégico” de 251 páginas titulado Heridas autoinfligidas: debates y divisiones dentro de al-Qaida y su periferia, divulgado el pasado 16 de diciembre en la página de Internet del Centro.
(Artículo publicado en la edición del 7 de Mayo de 2011 de la revista PROCESO)
El documento dirigido al Departamento de Defensa de Estados Unidos asegura que, a pesar de que sigue siendo “un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos y sus aliados”, al-Qaida muestra “claros signos de declive”.
“Muchos de los hombres clave en la operación del grupo han sido arrestados o asesinados; varias de sus ramificaciones, incluso las de Arabia Saudita, Irak y Argelia, han sido sustancialmente debilitadas o derrotadas y una gran cantidad de dudas ideológicas internas, que incluyen las retractaciones de prominentes figuras radicales, han forzado a al-Qaida a dedicar un tiempo valioso a defender su reputación y sus acciones”, señala el documento.
Por otro lado, se añade, contra lo que pretendía al-Qaida con los ataques del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos mantiene una presencia sólida en Medio Oriente, el gobierno talibán fue derrocado en Afganistán, el régimen de Saddam Hussein (que Al-Qaida quería derrocar) fue reemplazado por un gobierno de mayoría chiíta e Israel sigue existiendo.
El reporte no alcanzó a registrar las revueltas de este año que exigen libertades civiles y regímenes democráticos en los países árabes.
El documento menciona los numerosos “choques de personalidades” en el grupo islamista.
Dice que bin Laden se ha enemistado, entre otros, con el religioso Hassan al-Turabi, exjefe de los Hermanos Musulmanes en Sudán; con los egipcios Abu al-Walid al-Masri, ideólogo de los fundamentalistas afganos que lo acusó de una ‘gran ignorancia de los principios fundamentales de la acción militar’, y Saif al-Adel, integrante del comité militar y de seguridad del líder de al-Qaida.
En 2006 el CTC ya había revelado documentos supuestamente escritos por al-Adel. En uno de ellos, fechado el 13 de junio de 2002, el egipcio dice que cuando en las reuniones alguien no compartía su punto de vista ‘Bin Laden concede la palabra a alguien que exprese una opinión a su favor e ignora a todos a su alrededor’ por lo que, lamentó, ‘en seis meses hemos perdido lo que construimos en años’.
Por diversas razones bin Laden también tuvo problemas con el sirio-español Abu Musab al-Suri, miembro de al-Qaida y teórico de la Jihad moderna, capturado en Pakistán en 2005; con el jordano Abu Musab al-Zarqawi, líder de las operaciones de al-Qaida en Irak hasta su muerte en 2006; y con el sirio Abu Khalid al-Suri, instructor en los campos de entrenamiento de al-Qaida en Afganistán y preso en Siria desde 2005.
El reporte también destaca los conflictos entre al-Zarqawi y su maestro espiritual, bajo custodia en Jordania, el escritor jordano-palestino Abu Muhammad al-Maqdisi, quien tiene en internet el sitio Tawhed, que los expertos del CTC consideran ‘la librería de al-Qaida en línea’. Al-Maqdisi se alejó ideológicamente de al-Zarqawi en 2004 cuando éste proclamó impíos a los chiitas de Irak.
Otras desavenencias se dieron entre al-Suri y el jordano residente en Londres Abu Qatada, considerado ‘embajador’ de al-Qaida en Europa, así como entre el sucesor de Zarqawi, el egipcio Abu Hamza al-Muhajir (abatido en Irak el año pasado por las tropas estadunidenses) y el ‘juez’ de al-Qaida en el ‘Estado Islámico de Irak’, el jeque Abu Sulayman al-Utaybi (fallecido en 2008 en Afganistán).
Éste acusó a su discípulo de dirigir mal la resistencia en ese país y tomar decisiones equivocadas, como la amnistía que otorgó a criminales a cambio de que se unieran a la Jihad, según consta en las cartas que soldados estadounidenses hallaron el 24 de abril de 2008 en un escondite de al-Qaida en Irak.
Sin estrategia
El reporte señala que al-Qaida no tiene una estrategia formal. En su interior se identifica una vertiente minoritaria de ‘estrategas’ que razonan en función de la logística y del impacto político que puedan generar las acciones violentas, por lo que plantean que es más eficiente el funcionamiento de pequeños grupos de combatientes de élite. Los ‘doctrinarios’, por su parte, se focalizan en la pureza espiritual de las operaciones.
Esta estrategia fracasó en Argelia, Irak y Afganistán, afirma el CTC, que agrega: ‘Las unidades operacionales de la Jihad afiliadas a al-Qaida seleccionan entre los numerosos documentos estratégicos o ideológicos sólo los que consideran viables. Tal variación estratégica aumenta su incapacidad para coordinarse entre ellos, lo que limita su habilidad para alcanzar sus objetivos políticos’.
Lo anterior lo ejemplifican las ‘dificultades de comunicación’ entre los líderes de al-Qaida y sus comandantes en Irak y entre éstos y sus hombres sobre el terreno, como se puede observar en las cartas que en 2005 enviaron a al-Zarqawi, entonces brazo derecho de bin Laden, Ayman al-Zawahiri y Atiyah abd al-Rahman, alto consejero de al-Qaida asesinado por la CIA en Afganistán en 2010; así como en las ‘recomendaciones a los soldados’ de al-Muhajir en 2007, cuando se deterioraron por completo esos canales de información.
Las cartas evidenciaban que los líderes de al-Qaida tenían problemas para ordenarle a al-Zarqawi que detuviera sus ataques contra los líderes sunitas más populares en Irak, ya que iba contra su estrategia de atraer a la causa a esa facción.
Por otra parte, explica el reporte, no todas las organizaciones radicales islámicas comparten los ‘objetivos globales’ de al-Qaida y bin Laden: los combatientes egipcios tienen reivindicaciones locales y lo mismo pasa en Irak y Somalia, ya que, se indica, hay distintos ‘bloques de origen étnico, lingüístico y geográfico’.
Al-Qaida aún logra unificarlos en un objetivo: la construcción de un califato y la defensa de la ‘nación islámica’ contra la actual ‘conspiración de sionistas, cruzados y apóstatas’.
No obstante, advierte el CTC, la única descripción de cómo gobernaría al-Qaida puede encontrarse en el texto Informando al pueblo acerca del Estado Islámico de Irak, elaborado en diciembre de 2006 por la rama iraquí de al-Qaida, donde se prioriza la estricta aplicación de la sharia (ley islámica) por encima de los servicios como la distribución de alimentos, la seguridad o la recolección de basura.
‘Esa es una indicación de que la ideología, y no la viabilidad política, conduce incluso a los intelectuales más sofisticados de la Jihad en sus objetivos políticos’, lo que representa una de las más notables debilidades de al-Qaida, según el reporte.
Pérdida de liderazgo
La táctica de lanzar ataques terroristas contra población musulmana juzgada ‘apóstata’ –que bin Laden defendía como ‘acciones válidas’ de la Jihad— recientemente causó divisiones en al-Qaida y detonó críticas hasta de líderes religiosos y de organizaciones simpatizantes.
El rechazo de esa táctica alcanzó tales dimensiones dentro del fundamentalismo islámico que en diciembre de 2007 –tras una sucesión de matanzas de civiles en Afganistán, Argelia, Irak y Pakistán– el propio al-Zawahiri publicó una invitación abierta para responder a los cuestionamientos que le habían planteado en los foros de internet.
El 2 y el 22 de abril de 2008 –en una sesión de internet producida por al-Qaida coordinada con el grupo de medios Al-Fajr– al-Zawahiri contestó como pudo a cuestionamientos muy duros del público, que le recriminó la muerte injustificada de ‘inocentes’.
Aquellas matanzas incluso hicieron renunciar a la organización a uno de sus ideólogos prominentes: Sayyid Imam al-Sharif –el exlíder del grupo terrorista egipcio Al-Jihad, alto miembro del consejo de al-Qaida, creador de sus programas de entrenamiento en Afganistán y colaborador cercano de al-Zawahiri–, quien en 2007 publicó el libro Racionalizando la Jihad en Egipto y el mundo.
El reporte del CTC observa una pérdida del liderazgo de bin Laden a través de los años.
Indica que recientemente tuvo lugar en al-Qaida una ‘ruptura’ entre quienes querían volverla una fuerza de reacción rápida, con una eficiente organización de comando y control militar, y quienes pretendían hacerla una ‘marca global’ con estándares ideológicos adaptables a un amplio rango de militantes, que era la visión de bin Laden y de al-Zawahiri.
En este sentido bin Laden aún era considerado el líder de al-Qaida y ejercía influencia sobre una amplia capa de sus afiliados, pero tal liderazgo se basaba en la reputación y la ‘marca’ y no en su autoridad operativa: los grupos asociados, independientes en su accionar, tienen mayor capacidad de control operativo que la misma al-Qaida.
Y había otras inconformidades. En febrero de 2001, por ejemplo, Jamal al-Fadl y LHoussaine Kherchtou, exmilitantes de al-Qaida detenidos en Estados Unidos, revelaron a las autoridades estadunidenses lo bajo de sus percepciones en contraste con la opulencia en la que vivían sus dirigentes. Kherchtou incluso relató que Bin Laden no quiso darle 500 dólares que necesitaba para costear la cesárea de su esposa.
En 2006 otro estudio del CTC, Atlas ideológico militante, concluyó que ni bin Laden ni su segundo al mando tenían una ‘particular influencia’ ideológica en el movimiento de la Jihad, ya que las bases intelectuales para la acción operativa de la Guerra Santa las aportan escritores y teólogos menos conocidos.
La irrupción de internet entre los grupos jihadistas también dañó severamente el liderazgo de bin Laden y al-Qaida, ya que, afirma el reporte, ‘incorporó un montón de nuevas preguntas acerca del poder en el movimiento’.
Apunta: ‘Asumieron una nueva importancia los productores técnicos de la propaganda fundamentalista derivada de la demanda de productos de audio, video e impresos; también los administradores y reproductores suplementarios de los contenidos originales adquirieron la capacidad de darle una forma al ambiente en el que se transmite la información’.
A ese respecto, el reporte cita un análisis de la New American Foundation realizado el año pasado, según el cual los propagandistas opositores al fundamentalismo islámico eclipsan a los antiguos operadores del terrorismo, como bin Laden, ‘que convirtieron a al-Qaida en la agrupación más famosa de la Guerra Santa’.