La disputa por “Millennium”

Stieg Larsson Per Jarl NorstedtsEl padre y el hermano del periodista y escritor Stieg Larsson no sólo se adueñaron de los derechos de la trilogía Millennium –la cual se convirtió en un fenómeno editorial en el mundo–, sino que autorizaron cambios en la obra original para adecuarla a las necesidades comerciales y a los proyectos cinematográficos hollywoodenses. En entrevista con Proceso, la viuda de Larsson, Eva Gabrielsson, denuncia estos abusos y relata la lucha que enfrenta para cuidar y administrar el trabajo literario del autor sueco.

(Artículos publicados en la edición del 26 de Febrero de 2011 de la revista PROCESO)

ESTOCOLMO.- “No estoy en contra de hacer buenos negocios con libros de calidad, pero tengo muchas dudas sobre el tipo de industria en la que se está convirtiendo Millennium: Stieg Larsson está muerto y no puede garantizar la calidad de las traducciones, de las películas y de los productos derivados.”

Habla Eva Gabrielsson, la arquitecta sueca que desde hace más de seis años lucha por el derecho de administrar y cuidar la obra de Stieg Larsson.

Gabrielsson vivió 32 años con Larsson, quien murió de un infarto el 9 de noviembre de 2004. Pero quienes heredaron la fortuna literaria que dejó fueron su padre Erland y su hermano Joakim, quienes, según Gabrielsson, fueron unos completos extraños para el periodista y escritor sueco.

Gabrielsson y Larsson nunca se casaron: temían que las agrupaciones de extrema derecha, tema de investigación del periodista, extendieran sus amenazas de muerte hacia ella.

Así, la ley sueca dejó a Gabrielsson sin poder ejercer derecho alguno sobre la obra de Larsson, quien murió antes de que se publicara el primero de los tres tomos de la saga Millennium –Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire–, libros que han desatado uno de los fenómenos literarios más grandes de los últimos años, con 45 millones de ejemplares vendidos en el mundo en 40 idiomas.

La cita de Proceso con Gabrielsson tiene lugar en el Mellqvist Kaffebar, un establecimiento pequeñito y sin mesas donde apenas hay dos barras de madera en las que no caben más de 20 personas. Aquí venía Larsson con frecuencia a desayunar y escribir. También es uno de los sitios favoritos de los personajes de Millennium.

Gabrielsson acaba de publicar Millennium, Stieg y yo en Francia, Suecia y Noruega. Es un libro de 186 páginas en el cual narra episodios de su vida a lado del autor de Millennium, la cuesta emocional que debió remontar tras su muerte y la historia de traiciones que ha significado la disputa con el padre y el hermano del autor.

La edición en español estará a la venta en abril.

Abusos editoriales

En ese libro, como en la entrevista con Proceso, Gabrielsson explica que su cruzada por obtener los derechos de propiedad intelectual de Millennium comenzó el 9 de mayo de 2005, seis meses después de la muerte de Larsson.

Ese día Gabrielsson recibió una carta de la oficina de impuestos de Suecia que le avisó que Erland y Joakim habían hecho el trámite para nombrarse herederos de Stieg. Se adueñaron incluso de 50% de la propiedad del departamento de Estocolmo donde vivían Stieg y Eva, quien lo sigue habitando. Ella sólo heredó unos muebles valuados en 131 euros.

Hasta ese 9 de mayo de 2005, los Larsson le habían asegurado a Gabrielsson que estaban de acuerdo en que ella se quedara con todo. Así lo había estipulado Stieg en un testamento dirigido a Erland y fechado el 9 de febrero de 1977, cuando estaba a punto de partir a África.

Pero ese documento –que Gabrielsson leyó durante el funeral de Stieg el 10 de diciembre de 2004 en presencia de Erland– carece de valor porque nunca fue notariado.

Y cuando Stieg firmó en abril de 2004 el contrato con la editorial Norstedts para la publicación de Millennium, dejó pendiente la institución de una compañía que administrara los derechos de tales libros, como se lo había sugerido la editorial.

Según comenta Gabrielsson, ella hubiera sido nombrada “cofundadora” de esa entidad legal y hubiera obtenido el poder de controlar el negocio y el contenido de la obra junto con Stieg.

Conforme las aventuras del periodista Mikael Blomqvist y la hacker superdotada Lisbeth Salander se fueron revelando como un enorme negocio, Norstedts y la familia Larsson comenzaron a actuar contra los deseos de Stieg.

Gabrielsson asegura, por ejemplo, que él jamás concedió a Norstedts los derechos cinematográficos ni de producción de audiolibros. Su intención, explica Eva, era contratar un agente de representación y un estudio de cine estadunidense.

Además Stieg había cedido a la firma Pan Agency (de Norstedts) los derechos para vender el libro en el extranjero, pero sólo en formato “de bolsillo”. Por un error, dice Gabrielsson, Stieg no firmó la página principal relativa a esos contratos.

Eso permitió a Norstedts acordar con Erland y Joakim Larsson nuevos contratos más favorables para la editorial que los originales. En agosto de ese año se supo que la productora Yard Bird había obtenido de la editorial el permiso para adaptar Millennium a la gran pantalla.

Gabrielsson refiere que, en ese contexto, un día de agosto de 2005 ella y su hermana Britt se reunieron con Joakim. Éste le propuso una solución insólita: un matrimonio arreglado con Erland, el padre de Stieg. Eva ni siquiera respondió.

Presiones

Moggliden es el nombre de la compañía creada por Erland y Joakim Larsson para gestionar los ingresos generados por los libros Millennium.

En octubre de 2005, con el éxito del primer Millennium en marcha, los Larsson comenzaron a presionar a Gabrielsson para que entregara las páginas que Stieg había escrito del cuarto tomo. Si no lo hacía, la amenazaron, podía olvidarse de recibir como donación, tal como le habían prometido, la mitad del departamento de Estocolmo donde ella vivía.

Como hasta ahora, su respuesta fue que ella no tenía la computadora portátil de Stieg, propiedad de la revista Expo, en la que “probablemente” se podría hallar ese texto.

Cuenta Gabrielsson que durante el primer semestre de 2009 la prensa informó que las productoras Yellow Bird y Sony sostenían pláticas en Hollywood para llevar a la pantalla una adaptación estadunidense de Millennium.

El 25 de octubre de 2009 Gabrielsson recibió la llamada de un reportero del diario Aftonbladet, quien le pedía su opinión acerca de los 218 mil euros que los Larsson le iban a depositar. La pregunta la sorprendió: no tenía idea de eso.

Una semana después, el 2 de noviembre, le ocurrió lo mismo cuando leyó en una columna del diario Svenska Dagbladet que los Larsson habían elevado su ofrecimiento a 2 millones 100 mil euros.

Un mes más tarde, Gabrielsson comprendió el trasfondo de tan inesperados ofrecimientos después de leer un artículo de la revista estadunidense American Variety donde se publicaba que las negociaciones entre Sony y Yellow Bird se habían rezagado desde hacía seis meses a causa del diferendo relativo a los derechos de Millennium.

Sin acuerdo

Los abogados de Erland y Joakim Larsson establecieron contacto con Eva y su abogada. Esta vez le ofrecieron un asiento en el Consejo de Dirección de la compañía Moggliden.

Lo rechazó.

En una nota del 17 de junio de 2010, Joakim se manifestó consternado: “Ella (Eva) tendría una voz (en la compañía) como yo o mi papá. Los dos, por ejemplo, podrían votar contra mí, como sucede con cualquier consejo”.

Gabrielsson detalla que ese puesto sólo le daría acceso a los estados financieros y a los contratos de Moggliden, pero no un voto igualitario para decidir sobre la utilización de la saga Millennium ni de los artículos y reportes periodísticos de Stieg.

Agrega Gabrielsson en la entrevista con este semanario:

“Ellos (los Larsson) son los propietarios de esa compañía. Yo no ejercería ninguna influencia sobre sus decisiones sólo por integrarme al Consejo de Dirección. Sería una especie de consultora. Incluso ellos podrían despedirme cualquier día. Podrían rechazar todas mis sugerencias. La industria cinematográfica y editorial tiene mucha influencia sobre ellos y les dice qué funciona mucho mejor comercialmente cambiando esto o aquello de los libros originales. Yo no podría tener un lugar en esa compañía.”

–¿Usted quiere crear la suya?

–Sí. Quiero gestionar el legado literario yo misma a través de mi propia compañía.

–¿Qué pasaría con la empresa de los Larsson?

–Ellos pueden continuar administrando los ingresos, que alcanzan entre 40 y 50 millones de euros. Pueden controlar el dinero. La Ley de Derechos Intelectuales de Suecia permite transferir el derecho moral de una obra a otra persona. Desde 2005 se los he propuesto y siempre me contestan que no.

“No quieren porque ellos (los Larsson) ya vendieron a las empresas cinematográficas los derechos para que éstas puedan ‘desarrollar’ los personajes de Millennium. Significa que ahora son ellas las dueñas de Mikael Blomqvist, Lisbeth Salander y cada uno de los protagonistas de la novela. Esas empresas pueden escribir sus propios libros o realizar sus propias películas con los personajes.”

Gabrielsson acusa a los Larsson de estar haciendo un mal uso de sus derechos. Cuenta una historia sorprendente. El médico Anders Jakobsson alguna vez le recriminó a los Larsson su negativa a compartir la herencia con Eva.

Jakobsson aparece en el tercer tomo de Millennium como el médico de guardia que opera de emergencia a Lisbeth Salander en el hospital Sahlgrenska de Gotemburgo.

Tras esa recriminación, el nombre del médico fue cambiado en la novela por el de Anders Jonasson.

“Eso es ilegal ante la ley de propiedad intelectual porque están modificando la obra original del autor”, dice indignada Gabrielsson. “Pero los únicos facultados para demandar tales abusos”, se lamenta, “son la editorial Norstedts o los Larsson”.

Recuerda otro ejemplo. “En el primer libro, cuando Mikael Blomqvist va saliendo del Palacio de Justicia después de haber sido hallado culpable de haber calumniado al financiero Wennerström, alguien le pregunta ‘¿cómo te sientes?’. En la versión sueca original él responde: ‘Me siento como un saco de mierda’. Pues en la traducción al inglés su respuesta es: ‘Este es el peor día de mi vida’”.

Las modificaciones al título original del primer tomo también molestan a Gabrielsson. En lugar de Los hombres que odian a las mujeres, las ediciones en español y en francés prefirieron el título menos agresivo de Los hombres que no amaban a las mujeres (Les hommes qui n’aimaient pas les femmes), mientras que la versión en inglés de plano cambió el título a The Girl With the Dragon Tattoo (La chica con el tatuaje de dragón).

Esa misma versión también transformó completamente los otros títulos de la trilogía a algo así como La chica que jugaba con fuego y La chica que pateaba el avispero.

“Los editores suecos –acusa Gabrielsson– siempre quisieron que Stieg cambiara el título del primer libro; decían que no era comercial. Pero él siempre se negó. Tengo el correo electrónico donde él les contesta: ‘Lo rechazo, no asumo ese compromiso’”.

En abril de 2010, Gabrielsson propuso a los Larsson, a través de su abogada Sara Pers-Krause, que continuaran explotando comercialmente los derechos de Millennium y que le cedieran a ella los derechos de los “otros textos” de Stieg, como sus artículos y reportes sobre la extrema derecha.

“Un mes y medio después de nuestra propuesta –relata–, Joakim y Erland respondieron a mi abogada, simultáneamente en la prensa y por email, que habían decidido abandonar las negociaciones conmigo. Rompieron los contactos de manera unilateral en junio de 2010.”

–¿Existe algún recurso legal que obligue a los Larsson a ceder los derechos que usted reclama? ¿O la actual situación podría ser definitiva?

–No puedo ir a los tribunales para exigir una herencia, ya que Stieg y yo sólo vivíamos juntos. Pero sí podría ir a los tribunales y reclamar los derechos de propiedad intelectual probando mi contribución en la elaboración de Millennium, lo que me convertiría legalmente en coautora.

“Pero si decido introducir esta demanda yo misma tendría que financiarlo. Además trabajo siempre y no sé cuándo encontraría el tiempo para juntar los documentos necesarios. Necesitaría mucho tiempo sólo para preparar el caso. E incluso haciendo eso no sé si tendré resultados. Es una cuestión de dinero, la justicia en este caso significa gastar mucho, mucho dinero”, concluye Gabrielsson.

EL CUARTO LIBRO

ESTOCOLMO.- Eva Gabrielsson es terminante: no debe publicarse ni un tomo más de Millennium para evitar que la industria editorial y del entretenimiento arrebate el “alma” a Mikael Blomqvist, Lisbeth Salander y el resto de los personajes de la célebre trilogía sueca.

En entrevista con Proceso Gabrielsson admite que prefiere no publicar el cuarto tomo –como lo había propuesto a los parientes del autor, Stieg Larsson–, incluso si ella obtuviera los derechos morales de la obra. Ese cuarto libro ya tiene nombre: La venganza de Dios.

En la introducción del libro Millennium, Stieg y yo, Gabrielsson había reiterado la propuesta que, desde agosto de 2005, hizo a Erland y Joakim Larsson (padre y hermano de Stieg, respectivamente): a cambio de los derechos de la trilogía ella les entregaría el cuarto tomo de Millennium para su publicación. Los Larsson no aceptaron porque, dice la entrevistada, ya habían vendido esos derechos a la industria cinematográfica.

El pasado 12 de enero, en una entrevista con el diario español La Vanguardia Gabrielsson llegó a decir que ella misma podría corregir y pulir el texto de Larsson para que fuera publicado.

No obstante, el 6 de agosto de 2010 Gabrielsson declaró a la cadena estadunidense ABC que ella “seguramente podría” terminar de escribir las 400 páginas que faltan del cuarto libro (Stieg dejó unas 200). Pero advirtió que no lo haría porque “no era su problema” y, además, la ley no se lo permitía.

En la entrevista con Proceso Gabrielsson señala que la publicación del cuarto tomo, a condición de recibir los derechos intelectuales de las novelas y los artículos de Larsson, ha dejado de ser una propuesta vigente para ella.

Aclara que en 2005 no había tantos intereses y dinero en juego como ahora. Por lo tanto, dice, la calidad de Millennium todavía podía ser controlada.

“Si yo trabajo el cuarto tomo –confiesa a este corresponsal– estaría abriendo la puerta a la explotación ilimitada de Millennium”, ya que “iríamos directos a la aparición de 10 o 15 libros más y otras 10 películas”, y “ese es un camino muy peligroso”; es “la pesadilla de cualquier autor de calidad”.

“Dejemos a los lectores –abunda Gabrielsson– que lean los libros (de Millennium) donde los personajes pueden moverse en su propio estilo” y no de manera “distorsionada” para poder seguir vendiéndolos.

Secreto

En octubre de 2005 los Larsson le exigieron a Gabrielsson que les entregara el cuarto tomo o, de lo contrario, ellos no le devolverían la mitad del departamento que ella y Stieg habían adquirido a principios de los noventa.

Gabrielsson cuenta que más tarde, en diciembre, Joakim se comunicó telefónicamente con su hermana Britt, a quien le advirtió que si Eva publicaba por su lado el cuarto libro de Millennium, Norstedts (la editorial) suspendería la salida al público del segundo y el tercer tomos.

El primero ya había sido publicado en Suecia en julio de ese mismo año.

Britt le explicó a Joakim que la laptop donde podría estar el manuscrito no pertenecía a Stieg sino a Expo, la revista de investigación sobre la extrema derecha en la que el periodista trabajaba como jefe de redacción y que fundó en 1995.

El abogado de los Larsson envió entonces una comunicación formal a Expo preguntando dónde se hallaba esa computadora portátil. La respuesta del Consejo de Dirección de la revista, a finales de enero de 2006, fue lacónica: “No sabemos”.

Al respecto Gabrielsson da más detalles en el último capítulo de su libro, titulado “El cuarto tomo”. Ahí platica que el 10 de noviembre de 2004, un día después de la muerte de Larsson, ella le pidió a Britt pasar a la oficina de Expo con Erland y entregar la mochila de Stieg, que contenía su agenda, el sumario detallado del siguiente número de la revista y su laptop.

En ésta Stieg guardaba sus artículos, su correspondencia con Searchlight (la revista británica contra el racismo en la que colaboraba desde 1982), sus investigaciones y los nombres de sus informantes.

Narra Gabrielsson: “Por ese motivo (la computadora) está protegida por la ley, que indica que las fuentes de los periodistas son sagradas. Ese ordenador, que no tenía ningún código de acceso secreto, permaneció más de seis meses ahí (en la sede de Expo). En esa época alguien llegó a sugerir que se guardara en la caja fuerte de la revista, pero estaba cerrada ¡y únicamente Stieg sabía el código!”.

Stieg Larsson dejó escritas unas 200 páginas del cuarto libro. La mayoría, “más de 160”, las escribió durante sus últimas vacaciones. Y mientras releía el primer tomo terminaba de redactar el tercero y editaba Expo. Larsson sólo pudo escribir unas 50 páginas adicionales antes de morir, precisa Gabrielsson.

Comenta a Proceso que ella conoce el esquema y la historia de La venganza de Dios, además de que Stieg le dejó sus propias observaciones.

Según Gabrielsson, la pareja había planeado que los ingresos que generara el cuarto tomo serían depositados a la cuenta bancaria de Expo con el fin de apoyar su independencia periodística y su estabilidad financiera.

(Los ingresos del quinto tomo ayudarían a crear un centro de atención para mujeres víctimas de la violencia; mientras que las ganancias de los tres primeros hubieran servido para saldar la deuda hipotecaria de 48 mil euros de su departamento.)

Gabrielsson no quiere develar la trama del cuarto tomo en su libro ni en la conversación con este semanario. Sin embargo lanza algunas claves que seguramente ya han comenzado a despertar una enorme curiosidad y todo tipo de conjeturas entre los fanáticos de Millennium.

Anuncia: “En este libro Lisbeth se libera poco a poco de sus fantasmas y de sus enemigos. Cada vez que ella logra vengarse de una persona que le ha hecho mal, física o psicológicamente, borra el tatuaje que encarna para ella esa persona. Mientras que sus piercings corresponden a un fenómeno de moda adoptado por jóvenes de su edad, los tatuajes son para Lisbeth una pintura de guerra”.

EL ESTOCOLMO DE LARSSON

ESTOCOLMO.- El éxito de la trilogía Millennium aumentó el atractivo turístico de la capital sueca, donde transcurre gran parte de la saga. Cada año miles de visitantes viajan a esta ciudad sólo para conocer los lugares por los que pasaron los personajes de la obra de Stieg Larsson.

Desde 2008 el Museo de la Ciudad de Estocolmo ofrece el Millennium tour a 15 euros por cabeza y en inglés, danés, alemán, ruso, francés, italiano, portugués, finlandés o español. El museo presenta además una exposición gratuita sobre la trilogía: exhibe parte de la utilería de la redacción de la revista Millennium utilizada en las películas suecas del mismo nombre.

Ahí se pueden ver ejemplares ficticios de Millennium, las primeras planas de Expressen (un periódico que sí existe) en las que aparecen Lisbeth Salander (interpretada por Noomi Rapace) o Mikael Blomqvist (Michael Nyqvist) e incluso la portada de Aftonbladet (otro rotativo real) donde la policía acusa a la chica de pertenecer a una banda de asesinos satánicos.

Otra opción es comprar por cinco euros una guía y hacer el viaje uno mismo, como lo hizo este corresponsal.

Sodermalm

Algunas escenas de la novela ocurren en el norte de Estocolmo, en Kungsholmen y Vasastan (donde “vive” el abogado Nils Bjurman, quien viola a Lisbeth Salander). Pero la mayoría tienen lugar en Sodermalm, la parte sur de Estocolmo. Llama la atención que las principales acciones de la novela transcurren en un área tan reducida.

Guillaume Lebeau –periodista francés quien en 2008 escribió El misterio del cuarto manuscrito– observa que esa zona está delimitada por apenas tres estaciones de metro. Lebeau atribuye esta peculiaridad a que el autor de Millennium no tenía licencia de conducir. Así, las escenas de su trilogía se hallan a menos de media hora a pie de donde él vivía y trabajaba, y sobre dos grandes avenidas y sus alrededores.

Una de ellas es Gotgatan, la calle que atraviesa Sodermalm de norte a sur y en la que abundan las tiendas de diseño y moda. En la esquina con Hokensgata hay un edificio en cuyo segundo piso, en la vida real, está la sede de Greenpeace. En los libros, arriba de la organización ambientalista está la redacción de Millennium.

Siguiendo sobre Gotgatan, en la siguiente esquina está la tienda 7-Eleven donde Lisbeth solía hacer sus compras luego de mudarse a su apartamento de lujo ubicado a la vuelta, en el número 9 de la calle Fiskargatan.

El edificio, construido en 1910, es impresionante. Localizado al final de la calle, se distingue por un singular revestimiento metálico verde en su parte superior. Desde ahí se tiene una vista espectacular del islote de Djurgarden y de la bahía de Saltsjon. En Millennium Salander gana una fortuna tras hacer varios movimientos financieros y así puede comprar el departamento del último piso, con 21 habitaciones en 350 metros cuadrados.

Aún sobre Gotgatan, a unos 10 minutos a pie se cruza la calle Tjarhovsgatan. En el número 4 está la taberna Kvarnen, una de las más antiguas de Estocolmo. Ahí se reunía Salander con sus amigas del grupo de rock Evil Fingers y con su novia, Miriam Wu, las noches de los martes. También Mikael Blomqvist frecuentaba el lugar.

La otra gran avenida que atraviesa el Millennium tour es Hornsgatan, que recorre Sodermalm de este a oeste. Ahí está el Mollqvist Kaffebar, cafetería que Stieg Larsson frecuentaba, muy cerca de su casa. El héroe de Millennium, Mikael Blomqvist, era también un asiduo del lugar. Eva Gabrielsson comenta a este semanario que en el mismo edificio llegó a instalarse la revista de Larsson: Expo.

Entre Hornsgatan y Soder Malarstrand, casi en la bahía norte de Sodermalm, está la casa donde “vive” Blomqvist. Es un lujoso ático de 65 metros cuadrados en el número 1 de la calle Bellmansgatan. Desde ahí se ven la bahía de Riddarfjarden y Gamla Stan, el casco antiguo de Estocolmo.

En las novelas de Larsson se entra al departamento desde el portón de la calle; en realidad sólo es posible hacerlo por una pasarela a 10 metros de altura, debido a los pronunciados desniveles en esa parte de Sodermalm.

Colaboración

Eva Gabrielsson, compañera sentimental de Larsson, fue fundamental en la selección de las locaciones de Millennium. Se basaron en el libro que ella escribía desde 1997 sobre el arquitecto sueco Per Olof Hallman, quien diseñó zonas residenciales en Estocolmo con el principio de que “la arquitectura y el urbanismo tienen como objetivo aportar ganas de vivir y serenidad a los habitantes”.

En su libro Millennium, Stieg y yo, Gabrielsson recuerda: “Los sábados lo animaba (a Stieg) a que hiciéramos largas caminatas a través de las ‘zonas Hallman’, sobre las cuales yo estaba escribiendo. Para ganar tiempo con Millennium él me había pedido permiso de usar los lugares de los que yo hablaba para hacer vivir a sus personajes en sitios que correspondieran a su personalidad”.

Stieg quería que el departamento de Blomqvist se situara en el viejo Estocolmo, en Sodermalm. Después de numerosas búsquedas se enfocaron en el edificio del número 1 de Bellmansgatan. Era ideal, dice Gabrielsson a Proceso, “pero le faltaban las salidas que, en la historia, permitían a tres grupos diferentes de personas vigilar simultáneamente a Blomqvist”.

Stieg se afligió. Ella le dijo que no se preocupara, que construirían una puerta imaginaria y le darían a la casa un número ficticio, de tal modo que así el lugar correspondiera con la intriga de la novela. Cuenta que la cara de Stieg “se iluminó” y le respondió emocionado: “¡Sí, vamos a hacer eso!”. No sabe por qué, pero dicha numeración ficticia no salió en el libro ya publicado.

Además en su libro, Gabrielsson precisa: “Todos los cafés citados en Millennium nos eran familiares. Nos servían de lugares de encuentro al final de mi día de trabajo, como el café Anna en Kungsholmen. En él, al principio del primer tomo, Blomqvist escucha por radio su condena por difamación”.

Se refiere también a los cafés Giffy y Java en Hornsgatan, así como al Mollqvist Kaffebar, donde Blomqvist se entera, otra vez por radio, de que el hombre que intentó matar a Lisbeth había sido asesinado.

Es también aquí donde el corazón de Salander queda destrozado cuando ve a Blomqvist besar a su amante Erika Berger al final del primer tomo de Millennium.

(Artículos publicados en la edición del 26 de Febrero de 2011 de la revista PROCESO)