BRUSELAS (apro).- En las circunstancias imperantes el 31 de enero, la posición del gobierno de Andrés Manuel López Obrador que busca abrir, “sin condiciones”, un espacio para el diálogo entre la oposición y el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, parece debilitarse.
Los actuales 28 Estados miembros de la Unión Europea (UE) todavía no toman una decisión común para reconocer o no a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. Lo que sí decidieron el día de ayer fue la creación del “Grupo de contacto” que estaban proponiendo desde octubre pasado, y cuya función difiere con el enfoque mexicano.
Ese grupo, formado por países europeos y latinoamericanos, se pone un plazo de 90 días para crear las condiciones que permitan la convocatoria para elecciones.
Según el diario español El País, habían confirmado su participación del lado latinoamericano Ecuador, Costa Rica, Bolivia y Uruguay, país que junto con México se ha posicionado en terreno “neutral”, en una especie de “tercera vía” entre aquellos que como Rusia, China, Turquía, Nicaragua o Cuba apoyan al régimen de Maduro, y los que ya han reconocido a Guaidó como presidente y que es el caso de Estados Unidos, algunos países del Grupo de Lima o la Organización de Estados Americanos (OEA).
Por ahora, sigue en pie la iniciativa de los gobiernos mexicano y uruguayo de reunir –el próximo 7 de febrero en Montevideo–, a otros países y organizaciones internacionales “neutrales” que “apuesten por la diplomacia” para “establecer un nuevo mecanismo de diálogo”, que incluya “a todas las fuerzas venezolanas”.
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) afirmó el 30 de enero que esta “conferencia internacional” responde al llamado del secretario general de la ONU, António Guterres, y que cuenta ya con la asistencia de 10 países y organismos globales, aunque no mencionó cuáles.
El eurodiputado español Ramón Jáuregui aseguró a este columnista que la propuesta de los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Tabaré Vázquez están destinadas a fracasar si no participan la UE y la OEA, cuyo secretario general, Luis Almagro, sostiene con Washington la posición más belicosa contra Maduro.
“Creo que la UE estará en Montevideo”, opinó Jáuregui en una charla el mismo 30 de enero. “La UE –explicó–, aunque ha mantenido una posición de presión sobre Maduro, amenazándolo de reconocer al señor Guaidó o reclamándole que realice elecciones, trabaja por la búsqueda de un acuerdo interior que permita una salida democrática y pacífica de la crisis venezolana. Y esa podría ser una de las tareas fundamentales de esa conferencia”.
Se le comenta que una gran diferencia con la postura europea es que el gobierno mexicano cree que la solución pasa por no reconocer a Guaidó.
“Respeto esa opinión. México está en una disposición más favorable para jugar ese rol de neutralidad. En cambio, en Europa llevamos ya muchos años reclamándole reformas a Maduro, para evitar lo que ahora está pasando en Venezuela.
“Nuestra posición –prosigue– está motivada también por una demanda de la oposición venezolana muy intensa en nuestras vidas políticas internas. Piense usted en la cantidad de opositores exiliados de Venezuela que están en Europa; piense en la relación con los partidos de oposición venezolana que nos llaman diariamente para decirnos ‘no nos dejen solos’. Nuestra situación social y política es diferente a la de México”.
Jaúregui fue uno de los dos eurodiputados que, a nombre del grupo de los socialistas, presentó –junto con 42 colegas más de las bancadas de la derecha–, una resolución por medio de la cual el Parlamento Europeo reconoció a Guaidó como presidente interino legítimo de Venezuela.
Esa resolución fue aprobada el 31 de enero por una mayoría aplastante de 70% de los votos: 439 a favor, 104 en contra y 88 abstenciones.
En su resolución, el Parlamento Europeo pidió a la Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, y a los Estados miembros, que adopten “una posición “firme y unificada” y que reconozcan a Guaidó.
Los gobiernos de Francia, Alemania, Gran Bretaña, Holanda y España anunciaron el 26 de enero, por separado, su respaldo oficial a Guaidó y a la Asamblea Nacional que desconoce Maduro. Y advirtieron que si en un plazo de 8 días (que termina este domingo 3) no había una convocatoria a elecciones libres y transparentes, reconocerían a Guaidó como presidente venezolano interino. Las elecciones de mayo de 2018 que ganó Maduro fueron calificadas de fraudulentas por la UE.
A pesar de que la postura de esos países europeos se encamina en la ruta que exige el Parlamento Europeo, hay otros que están en contra de alinearse. Grecia y Austria, gobernada la primera por una coalición de partidos de izquierda y la segunda por conservadores y la ultraderecha, se niegan a reconocer a Guaidó. Ambos gobiernos sostienen relaciones cercanas con el presidente ruso Vladimir Putin.
En el caso austriaco, existe incluso una relación personal entre la ministra de Relaciones Exteriores, Karin Kneissi, del Partido de la Libertad de extrema derecha, y Putin, a quien incluso invitó a su boda en agosto del año pasado.
El gobierno populista de Italia, que también guarda buena amistad con Rusia y que es muy criticado por la comunidad internacional por sus políticas contra los migrantes o la prensa, es el único que ha adoptado públicamente una posición como la de AMLO en el sentido de que el país no puede interferir en los asuntos internos de otras naciones.
En el primer comunicado que emitió Mogherini a nombre de los 28 Estados miembros, el 23 de enero –cuando el presidente estadunidense Donald Trump ya había reconocido la presidencia de Guaidó– sólo se menciona a éste cuando exige que se cumplan y respetan de manera plena los derechos civiles, la libertad y la seguridad de todos los miembros de la Asamblea Nacional, incluido él.
Todavía después de que el grupo de países europeos lanzara el ultimátum de 8 días para convocar a elecciones (el cual ha rechazado Maduro), el nuevo comunicado de Mogherini advierte que “en ausencia de anuncio para la organización de nuevas elecciones con las garantías necesarias (…), la UE tomará más acciones, incluyendo la cuestión del reconocimiento del liderazgo en el país”.
Por la evidente falta de unanimidad entre los Estados miembros, la jefa de la diplomacia europea no fijó plazos precisos, y sólo refirió que la convocatoria electoral debe efectuarse “en los próximos días”.
De hecho, los registros de voto de la mencionada resolución del Parlamento Europeo exhiben también las profundas divisiones que hay entre la izquierda socialdemócrata. Un tercio de la bancada socialista expresó un voto “rebelde” contra el reconocimiento de Guaidó (52 de 155). Y casi la mitad de los verdes votó a favor de la posición de la derecha o se abstuvo (21 de 47).
El problema para la posición mexicano-uruguaya es que Guaidó ha sido muy enfático en advertir que la única negociación posible es la que prepare la salida de Maduro del gobierno. La ocasión más reciente en una misiva entregada al gobierno de México y Uruguay y que acaba de ser publicada.
No obstante, Jáuregui señala que una convocatoria electoral por parte de Guaidó “tiene el riesgo de ser testimonial, quedarse en el aire, si el aparato electoral y el sistema institucional venezolano no colaboran con esa convocatoria”.
La eurodiputada liberal checa Dita Charanzová ha seguido de cerca y desde hace años la crisis venezolana. Presentó a nombre de su grupo la resolución por el reconocimiento de Guaidó.
Comenta a este columnista que “la UE está dispuesta a apoyar la restauración de la democracia y del estado de derecho en Venezuela a través de un proceso político democrático y pacífico”, y que por ese motivo “está estableciendo un grupo de contacto.
“Pero está claro –señala– que de momento no existen condiciones para negociar. Lo que Maduro tiene que hacer es convocar nuevas elecciones creíbles y democráticas como primer paso. Y espero que México pueda reconocer las complicaciones de tener un dialogo en la situación actual, y que se sume al reconocimiento internacional de Juan Guaidó como el presidente interino legítimo.”
El conflicto venezolano está evolucionando rápidamente. En la presente fase, la estrategia de “neutralidad” de López Obrador corre el riesgo de diluirse si no encuentra suficientes países que lo acompañen en Montevideo, o si México toma la decisión de participar en el Grupo de contacto europeo que pone a Maduro contra la pared. O también volverse marginal si decide no participar y Uruguay sí.
Aunque la situación puede cambiar en cualquier momento y favorecer la mediación mexicana.
*Esta columna Europafocus fue publicada el 1 de febrero de 2019 en el portal de la revista PROCESO. Aquí puedes leer el texto original.