La crisis desatada en Ucrania por los desacuerdos profundos entre el gobierno de Viktor Yanukovich y la oposición provocaron choques sangrientos, especialmente en la Plaza Maidan, corazón político de Kiev, con saldo de varias decenas de muertos. Mientras la violencia se desbordaba y las protestas juveniles se multiplicaban en todo el país, el viernes 21 el mandatario ucraniano finalmente accedió a celebrar elecciones anticipadas a partir de un acuerdo suscrito con los líderes de la oposición.
[pullquote align=”right”]Artículo publicado en la edición del 23 de febrero de 2014 de la revista PROCESO. El cierre fue el 20 de febrero[/pullquote]BRUSELAS (Proceso).- El conflicto político que comenzó en Ucrania el pasado 21 de noviembre cuando el presidente Viktor Yanukovich anunció que no firmaría el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (UE), tiene a ese país al borde de la guerra civil.
La Plaza Maidan o Plaza de la Independencia de Kiev –capital ucraniana– y sus alrededores, donde los opositores al gobierno instalaron un plantón, se convirtieron nuevamente en un campo de batalla que esta semana costó la vida de decenas de personas, la mayoría manifestantes.
Los disturbios se han extendido más allá de la capital y el Servicio de Seguridad emprendió una “operación antiterrorista” contra las “agrupaciones extremistas y radicales”, en tanto que la policía antidisturbios fue autorizada a usar sus armas contra los inconformes.
La comunidad internacional teme que la situación se salga de control. Este jueves 20 Estados Unidos decidió cancelar las visas de 20 funcionarios ucranianos a quienes responsabiliza de la violencia; la UE tomó la misma decisión sin especificar el número ni nombres de los afectados, además de congelar sus activos financieros.
Al cierre de esta edición se supo que Yanukovich había anunciado varias concesiones a los opositores, lo cual incluiría elecciones anticipadas, la formación de un gobierno de unidad nacional y cambios constitucionales para reducir los poderes presidenciales. Se espera que esta medida ponga fin a la violencia que ha enlutado a Ucrania.
En ese contexto de crisis política y violencia social, un análisis del Centro de Estudios Orientales (OSW, por sus siglas en inglés) asegura que los choques armados del martes 18 –que dejaron 25 muertos de ambos bandos– debilitaron “seriamente la fortaleza que mantenía la oposición ucraniana en la Plaza Maidan de Kiev”, aunque sostiene que el movimiento sigue siendo un actor político importante.
Tras ese asalto la policía rompió el sistema de defensa que la oposición había establecido en Maidan, redujo el área bajo su control y ganó posiciones para lanzar nuevos ataques, indica el análisis que Proceso pudo consultar; pero precisa que no se logró aislar por completo el lugar, al cual todavía podían acceder los manifestantes.
Como resultado del uso de la fuerza, prosigue el documento publicado un día después de los enfrentamientos armados –los cuales se repitieron el jueves 20 con al menos 67 muertos– se vuelve mucho más difícil una posible reanudación de las negociaciones entre Yanukovich, la oposición proeuropea y otros grupos nacionalistas, y será casi imposible sin una “intermediación externa”.
El análisis, escrito por el investigador Tadeusz A. Olszanski, explica: “Si el plantón de la Plaza Maidan es desalojado completamente, la violencia se podría esparcir por todo el país; las autoridades ucranianas parecen estar conscientes de ello, por lo que no han buscado –hasta ese día– la eliminación total de la protesta en Kiev”.
En respuesta al ataque de las fuerzas especiales en Kiev, nuevas protestas estallaron o resurgieron en ciudades como Leópolis, Ternopil, Ivano-Frankivsk, Rivne, Lutsk, Uzhgorod y Vinnytsia, alerta el OSW, y añade que los opositores se apropiaron del arsenal de la policía de Leópolis y la madrugada del miércoles 19 “cientos” de voluntarios de la misma ciudad viajaron a la capital y se unieron a la defensa de Maidan pese al bloqueo policiaco.
“Con la prolongación de la crisis vemos que la impaciencia entre los oligarcas se acrecienta. Están preocupados por la posibilidad de que el país enfrente sanciones internacionales”, expone el documento.
Afirma que incluso si éstas se limitaran a un grupo de políticos, afectarían negativamente el prestigio del país y a los mercados financieros, lo que ya han expresado en recientes declaraciones los empresarios Rinat Akhmetov y Viktor Pinchuk, este último exdiputado y esposo de la hija del expresidente Leonid Kuchma.
Otro reporte del OSW, fechado el miércoles 5, ya advertía que tras la derogación –el 28 de enero pasado– de las leyes antiprotesta y la dimisión del primer ministro Mikola Azarov, Yanukovich había aprovechado que las negociaciones con los partidos políticos de oposición se habían estancado para intentar arreglar los desacuerdos en su partido, el De las Regiones, acerca de la manera de solucionar la crisis, y profundizar las divisiones entre sus opositores.
“Autodefensas”
El reporte del OSW dice que antes de los más recientes estallidos de violencia, los dirigentes de la oposición partidista negociaban con Yanukovich la ley de amnistía para los detenidos y la reintroducción de la Constitución de 2004, que limita el poder presidencial. Esos líderes son Vitali Klitchko, de la Alianza Democrática Ucraniana por la Reforma; Arseny Yatseniuk, de la Unión Panucraniana Batkivschina (Patria) y Oleg Tyagnibok, del partido de extrema derecha Svoboda.
El domingo 2, luego de entrevistarse con representantes de Estados Unidos y la UE durante la Conferencia de Seguridad de Munich, Yatseniuk expuso que la solución a la crisis política pasaba por cuatro condiciones: alto a la violencia; liberación de todos los detenidos; investigación de los secuestros, torturas y asesinatos de opositores y el regreso del sistema parlamentario-presidencial.
Por su parte Klitchko llamó a los manifestantes a organizar patrullas civiles y bloquear edificios gubernamentales en todo el país, mientras el movimiento social Tercera República de Ucrania pidió que aumentaran de 10 mil a 50 mil el número de “fuerzas de autodefensa” que resguardaban las 10 barricadas en los puntos de acceso de la Plaza Maidan y las estaciones de metro aledañas.
El reporte asegura que estos grupos de choque recibían órdenes del diputado del partido Patria, Andriy Paruby. Refiere que sus miembros incluyen veteranos de las fuerzas especiales de seguridad y de las guerras en Afganistán e Irak, quienes, precisa, instruyen en métodos de defensa urbana a los estudiantes y los jóvenes profesionistas unidos a la causa en Maidan.
Para los grupos más radicales, las negociaciones no estaban dando resultados.
El lunes 3 el líder de la agrupación Causa Común (Spilna Sprava), Alexandr Daniliuk –quien tuvo que huir a Londres para no ser arrestado por su participación en las protestas– pidió ser integrado a la mesa de negociaciones. Su movimiento se ha distinguido por sus operaciones de ocupación de edificios de gobierno, en particular los ministerios de Agricultura, Energía y Justicia.
El mismo trato exigió Dmytro Yarosh, líder del grupo paramilitar Trident, que forma parte del llamado Sector de Derecha, una plataforma de pequeños movimientos nacionalistas con nombres tales como Martillo Blanco, Patriota Ucraniano o Autodefensa Nacional Ucraniana. La mayoría de sus 500 miembros presentes en Maidan forman parte de las autodefensas.
El 31 de enero, representantes del Sector de Derecha tuvieron negociaciones con el jefe del Servicio de Seguridad, Oleksandr Yakymenko, y con el ministro adjunto de Asuntos Internos, Viktor Dubkov. Llegaron al acuerdo informal de liberar los edificios gubernamentales tomados y suspender cualquier acción hasta el viernes 7, a cambio de que el gobierno comenzara a liberar a sus compañeros detenidos. Según la prensa local, el Sector de Derecha negocia su registro como partido político para competir en las próximas elecciones parlamentarias.
“En el peor de los escenarios, lo anterior podría decantar en una mayor marginación de los líderes de oposición y en un cambio en el formato de las negociaciones actuales”, indica el OSW.
Escenarios
Pese a las divisiones dentro del campo inconforme, el OSW estima que únicamente la renuncia de Yanukovich ofrece una solución de largo plazo.
El analista político ruso Maxime Ioussine también considera que “tarde o temprano” Yanukovich tendrá que “negociar” su renuncia. En la edición del pasado 27 de enero del diario ruso Kommersant, Ioussine plantea que desde el punto de vista de los intereses del gobierno de Moscú, el escenario “menos conflictual” sería el regreso al poder de los políticos que dirigieron Ucrania durante los gobiernos de Viktor Yushchenko y Yulia Timoshenko, líderes de la llamada Revolución Naranja de 2004 contra el fraude electoral favorable a Yanukovich.
El analista señala que esos políticos “difícilmente pueden ser considerados amigos de Rusia, pero por lo menos son previsibles, sistemáticos y pragmáticos”.
Entre ellos menciona al exministro de la Defensa, Anatoli Gritsenko; el exministro de Relaciones Exteriores, Piotr Porochenko o los líderes de Patria, Arseni Yatseniuk, exministro de Economía y luego de Relaciones Exteriores, y Yulia Timoshenko, quien pronto saldrá de prisión. En el mismo grupo ubica al exboxeador Klitchko.
Pero también cabe la posibilidad, menos probable, de que los puestos clave de un nuevo gobierno sean entregados a los ultranacionalistas de Svoboda y a los dirigentes del Sector de Derecha, refiere el analista ruso.
La prensa ucraniana sugiere que sea nombrado ministro del Interior Oleg Tyagnibok, conocido por sus discursos antisemitas y de odio contra los rusos, lo cual le costó ser expulsado en 2004 de la coalición Nuestra Ucrania, que apoyó a Yushchenko.
El ministerio de Educación podría recaer en otra figura de ese partido, Irina Farione, cuya relación con los rusos es de “un odio patológico”, estima Ioussine.
Previene que “si esas personas son llamadas a definir la ideología del próximo gobierno, entonces Stepan Bandera (líder del movimiento nacionalista ucraniano durante la Segunda Guerra Mundial y hasta los cincuenta), la bandera roja y negra de la Armada Insurreccional Ucraniana (prohibida por la FIFA en los estadios de futbol) y su grito de guerra: ‘¡Gloria a los héroes!’, serán definitivamente rehabilitadas, y las relaciones con Moscú serían congeladas”.
Pronostica que en ese “escenario conflictivo” Moscú bloqueará los créditos destinados a evitar la quiebra de la economía ucraniana –que aún ascienden a 12 mil millones de dólares– y suprimirá la rebaja en el precio del gas que vende al país y que acordó a finales del año pasado.
El periodista polaco de origen ucraniano Miroslaw Czech opina que estas sanciones económicas y otras de tipo comercial serán igualmente aplicadas por Rusia en cualquier escenario de acuerdo entre la oposición y Yanukovich.
En una colaboración para el periódico Gazeta Wyborcza, anterior también a los últimos enfrentamientos (25 de enero), Czech opinaba que un escenario “positivo” sería la conclusión de un acuerdo basado en las demandas de la oposición, es decir la reintroducción de la Constitución de 2004 y la convocatoria a nuevas elecciones.
En otro sentido, el uso masivo de la represión y el aumento del número de muertos, como está ocurriendo, alimentaría lo que él llama “el escenario ruso de la guerra civil”.
Czech estima que una situación de violencia favorece los intereses rusos y alerta: “En caso de que los rusos pierdan su muñeco y amo de Ucrania en Kiev (Yanukovich), se esforzarán en conseguir la separación de la parte sur y este del país y de Crimea, como sucedió con Abjasia y Osetia del Sur en Georgia. Prevenir este escenario es tarea de la Unión Europea y de Estados Unidos”.