BCE y FMI admiten errores de cálculo que provocaron la ruina

BRUSELAS (apro).- “Sus programas de ajuste económico se han traducido, en Portugal, en una recesión enorme, en una caída del producto interno bruto (PIB) de 16%, en 600 mil despidos de funcionarios y en cientos de personas que se van a diario del país para trabajar en el extranjero. Sus programas de austeridad no han servido para nada”.

[pullquote align=”right”]Artículo publicado el 13 de diciembre de 2013 en la sección Prisma Internacional de la Agencia PROCESO[/pullquote]

De ese modo se dirigió la eurodiputada portuguesa Marisa Matías, del Grupo Confederal de la Izquierda Europea Unitaria, a Servaas Deroose, subdirector general de la Comisión Europea, y a Klaus Masuch, jefe de la División para los países de la Unión Europea (UE) del Banco Central Europeo (BCE). Estas instituciones, con el Fondo Monetario Internacional (FMI), fueron las encargadas de supervisar el cumplimiento de las drásticas políticas de austeridad que impusieron a países europeos en crisis como Grecia o Portugal para salvarlos de la bancarrota.

Deroose y Masuch comparecieron el pasado 5 de noviembre ante el Comité de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo, cuyos miembros acusaron a la Troika –el organismo conformado el 2 de mayo de 2010 por la Comisión Europea, el BCE y el FMI—de no haber procedido correctamente en la gestión de la crisis europea. Ningún representante del FMI asistió a comparecer.

El eurodiputado belga Derk Van Eppink recriminó a los funcionarios presentes: “En 2012 la Troika pronosticó que en Grecia habría un crecimiento de 1.1% del PIB y al final hubo un descenso de 6.4%; predijo también un aumento en la proporción de la deuda a 145%, pero ahora con la restructuración del endeudamiento griego estamos en 169%. Y las mismas equivocaciones han ocurrido con otros países”.

Impasibles, ambos funcionarios continuaron escuchando a Van Eppink: “No entiendo el motivo por el que subestimaron la gravedad de la crisis. Se supone que ustedes son unos estudiosos, que se graduaron en universidades eminentes, ¿por qué se han dejado llevar por un mundo de fantasía? ¿De verdad creen que el euro es la solución a todos los problemas o son simplemente muchachitas que echan porras y piensan que la gente se va a tragar su cuento de que la prosperidad está a la vuelta de la esquina?”.

El político, miembro de la bancada de los Conservadores y Reformistas Europeos, subió el tono: “El problema, señores, es que sus datos erróneos han derivado en evaluaciones y expectativas erróneas y en una terapia errónea, que está llevando a países ya estancados económicamente a que se hundan, todavía más, en una crisis de ajustes estructurales”.

Otro eurodiputado de nacionalidad belga, Philippe Lamberts, del Grupo del Partido Verde Europeo, prosiguió –como lo hicieron posteriormente otros de sus colegas– con duras críticas: “Sabemos –espetó—que el BCE obligó a la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros de la Comisión Europea a aceptar en 2010 que se podía lograr la sustentabilidad (de las deudas púbicas); el FMI también lo creía y se mantuvo viva esa fantasía. Ustedes son pésimos a la hora de hacer predicciones. ¿Tienen en cuenta las posibilidades no lineales de que haya una explosión en los países en crisis, o creen que no pasará nada y, pese a que la situación es difícil, ya aguantaremos el temporal?”.

Ese mismo día, el Parlamento Europeo abrió los trabajos de una investigación sobre el desempeño de la Troika en los programas de rescate de Grecia, Chipre, Irlanda y Portugal, cuyos resultados se conocerán antes de las elecciones europarlamentarias de mayo de 2014.

Uno de los ponentes del reporte de la investigación, el austriaco Othmar Karas, integrante del Grupo del Partido Popular Europeo –el otro es el francés Liem Hoang Ngoc, de la Alianza de Socialistas y Demócratas Europeos–, señaló el 30 de octubre que uno de los problemas radica en que la Troika no fue legalmente constituida –por presiones de la canciller Angela Merkel– como un órgano de la UE, sino como “un instrumento exterior de colaboración entre países donantes”, por lo cual no está forzada a rendir cuentas al Parlamento Europeo.

Además, Karas recalcó que “la forma en que los emisarios de la Troika imponen reformas y medidas de austeridad es bastante opaca. No es posible que todas las decisiones sean únicamente tomadas por funcionarios”, y aseguró que, “si el Parlamento Europeo (cuyos miembros son electos) hubiera estado implicado, el salario mínimo en Grecia probablemente no hubiera sido reducido”.

Malos cálculos

El 4 de enero último, el francés Olivier Blanchard, director del departamento de investigación económica del FMI, y el británico Daniel Leigh, economista sénior de la misma organización financiera, presentaron en la reunión anual de la American Economic Association un texto en el que confiesan que el FMI cometió errores de cálculo en el modelo matemático que utilizó para diseñar los planes de austeridad en Europa.

Ese escrito, de 43 páginas, se titula Errores en proyecciones de crecimiento y multiplicador fiscal, y es posterior al diagnóstico Panorama de la Economía Mundial que el mismo organismo financiero internacional publicó en octubre de 2012.

En ellos se explica que los analistas del FMI consideraron que la reducción de 1% de la deuda pública, o el aumento de ese mismo porcentaje en impuestos, acarrearía, en promedio, un descenso del crecimiento económico de 0.5%. Es decir, los recortes presupuestales contractarían la economía, pero permitirían ahorrar al país.

Ese coeficiente multiplicador de 0.5% había sido aplicado desde 1970 por el FMI –y las otras instituciones de la Troika–, por lo que esta vez sirvió de base para justificar la severidad de los programas de austeridad y el incremento masivo de impuestos en Grecia y Portugal. Sin embargo, tardíamente, el FMI descubrió que los multiplicadores actuales oscilan entre 0.9 y 1.7%, lo cual significa que, por cada euro recortado, la economía real pierde dos o tres euros, y no sólo 50 centavos.

Las revelaciones suscitaron indignación en algunos sectores de la prensa y la opinión pública europea, pero no provocaron el escándalo que ameritaba.

“Cuando Grecia adoptó un plan de rigor de 50 mil millones de euros, como el de 2010, la Troika aseguró que habría 25 mil millones de ahorros realizados y que 25 mil millones (se perderían en la) recesión. Ahora sabemos que ninguno de los planes de rigor que se ha impuesto a Grecia ha permitido ahorrar un solo euro sobre la deuda. Todo desapareció en la recesión: los griegos han pagado miles de millones de euros a costa del retroceso en sus niveles de vida, y todo eso por nada”, señaló el periódico francés L’Humanité el 15 de octubre de 2012.

Las consecuencias sociales de las medidas de austeridad de la Troika en Grecia, en donde actualmente 20% de la población vive en la pobreza, han sido terribles: el poder adquisitivo cayó 50%, aumentó la tasa de desempleo de 7.5 a casi 30% (y a 60% entre los jóvenes), se recortó 40% el presupuesto de salud, fue despedido uno de cada tres servidores públicos, los salarios se redujeron hasta 40%, fueron eliminadas más de 11 mil camas de hospitales, aumentó 43% la tasa de suicidios entre 2007 y 2011, se incrementó en dos años la edad de jubilación, se privatizó a precios de ganga una gran parte de las empresas estatales y los servicios públicos…

El 6 de junio pasado, el FMI reconoció nuevamente una cadena de errores en su reporte de evaluación ex post (posterior a los hechos) del primer programa de ajuste griego, el cual se llevó a cabo entre mayo de 2010 y marzo de 2012.

“La evaluación fue realizada comparando los objetivos originales del plan: la reducción del déficit excesivo en 2014, el regreso del crecimiento y el acceso a los mercados en 2012, la sustentabilidad de las finanzas públicas sin reestructurar la deuda. En todos esos aspectos, el programa griego fracasó”, expone Thibault Mercier, economista de la Dirección de estudios económicos del banco francés BNP Paribas.

Al finalizar 2012 –resume Mercier en un informe publicado el 7 de junio—“el PIB de Grecia era 17% inferior al nivel de 2009, la tasa de desempleo alcanzó 25%, la deuda pública fue reestructurada en 2012 y el acceso a los mercados financieros a mediano y largo plazo se mantiene cerrado”.

Deslindes

En sus documentos, el FMI reconoce que subestimó los factores que engendraron una recesión más fuerte de lo esperado, en particular las importantes limitaciones de liquidez de la economía griega y las dificultades del poder político para reformar las instituciones del país y mejorar la competitividad.

Además, indica que no se tomó en cuenta el elemento psicológico: la crisis del euro fue tan violenta, argumenta, que los mercados entraron en un ciclo de pánico desmesurado y se hundieron en forma imprevista.

En la mencionada evaluación, el FMI culpa del fracaso del plan a la incertidumbre que durante largo tiempo alimentó la UE sobre la posible salida griega de la moneda única euro, la decisión de no haber reestructurado en 2010 la deuda del país, y a la falta de experiencia de la Comisión Europea en la gestión de crisis económicas.

De acuerdo con Mercier, del banco BNP Paribas, “los autores del reporte consideran, no sin cierto cinismo, que el primer programa de ayuda griego permitió a los europeos ganar el tiempo necesario para poner en marcha, a veces de manera caótica, herramientas de gestión de crisis como el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera, que hacían falta en mayo de 2010. Pero estiman que el retraso para constituirlos habría también causado el fracaso del programa”.

En la referida comparecencia del 5 de noviembre en el Parlamento Europeo, el subdirector general de la Comisión Europea, el economista belga Servaas Deroose, aclaró que “los propietarios de los programas de salvamento son los Estados miembros de la UE”.

Mientras tanto, el alemán Klaus Masuch, funcionario del BCE, advirtió que la institución que lo emplea “sólo actúa como asesor técnico de los gobiernos y de la UE”, y que la decisión de implementar o no tales programas corresponde al Eurogrupo, el órgano informal donde se reúnen los 17 ministros de Economía y Finanzas de los países que adoptaron el euro.

No obstante, Deroose proclamó el “éxito del programa de austeridad” griego, ya que, señaló, evitó una suspensión de pagos y limitó el contagio en la zona, para luego afirmar que, “según las previsiones del último trimestre, regresó el crecimiento” en Grecia, Irlanda y España, con lo que, agregó Masuch, “a pesar de tener el viento en contra, las cosas se están estabilizando”, así que, anunció jubiloso, “la buena noticia es que estamos llegando al final del túnel”.

“Estos dos señores nos están diciendo que estamos celebrando una comparecencia equivocada porque no son ellos quienes toman las decisiones sino el Eurogrupo, aunado a que, según ellos, la recuperación económica está por caer”, interpeló el eurodiputado Lamberts, y precisó que quien presidió el Eurogrupo hasta el pasado 20 de enero, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, les aseguraba lo contrario.

“El presidente del Eurogrupo nos decía: ‘cuando esta gente (los economistas de la Troika) nos presenta un memorando de entendimiento (un compromiso de préstamo entre las partes), nosotros no lo cuestionamos, lo aceptamos porque es un hecho consumado’”, narró Lamberts, y dirigiéndose a Deroose y Masuch, afirmó: “Ustedes, señores, son los que mandan y los otros lo aceptan”.