Gérard Karlshausen es miembro del Centro Nacional de Cooperación al Desarrollo (Bélgica) y de la Iniciativa de Copenhague para América Central y México (CIFCA), una organización no gubernamental con sede en Bruselas. Europafocus publica una versión editada de la ponencia pública que presentó el activista belga durante la apertura del V Foro de Diálogo entre la Sociedad Civil y las Instituciones del Gobierno de México y de la Unión Europea (UE), que tuvo lugar el 25 de octubre de 2012 en Bruselas.
Bruselas.- CIFCA, como red europea, fue desde antes de la firma del acuerdo entre la UE y México uno de los motores principales de la participación de la sociedad civil en ese marco. Participamos desde el primer foro (en 2002) y pienso que contribuimos positivamente al desarrollo de esta dinámica que pretende fortalecer el diálogo entre autoridades y sociedad civil de ambos continentes.
Siempre con el afán de ir echando puentes, quisiera, sin embargo, compartir las inquietudes que tenemos como redes y organizaciones europeas desde hace unos años. Lo anterior con el objetivo de abrir este encuentro con una visión clara de los desafíos que nos esperan. Así mismo porque el mismo modelo de mecanismo de participación de la sociedad civil (entre México y la UE), está previsto para el acuerdo de asociación entre la UE y América central, actualmente en proceso de ratificación por el Parlamento Europeo. Lo que hacemos entre Europa y México ha servido muchas veces como modelo en las relaciones entre la UE y varias otras regiones y, por lo tanto, el balance y la evaluación de ello es importante.
Como redes europeas participamos con mucho entusiasmo en la dinámica de los foros, por lo menos hasta el penúltimo que tuvo lugar en Bruselas hace 4 años. Pusimos, con nuestras contrapartes mexicanas, muchas esperanzas y muchos esfuerzos en esta dinámica. Nos parece que el penúltimo foro permitió intercambios francos, pero constructivos, con un abanico de propuestas en los diferentes ejes del foro, incluyendo el eje institucional.
Desgraciadamente, nos parece que desde entonces esta dinámica perdió fuerzas en nuestras redes: muy pocos europeos participaron en el último foro en México, y esto no solamente por razones financieras, sino también porque disminuyó la dinámica inicial de la sociedad civil europea respecto a México y a las relaciones UE- México.
La movilización de la sociedad civil europea para la reunión de hoy fue también muy débil porque, además, no hubo, como antes, un trabajo conjunto de la UE con la sociedad civil con la debida anticipación, que permita construir lazos entre lo que hacen hoy día nuestras organizaciones y las temáticas del foro.
México es un país importante, miembro de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), pero que ocupa hoy un lugar menos significativo que antes en las agendas de muchas organizaciones de la sociedad civil europea. Sin embargo, estas organizaciones trabajan sobre temas globales como los cambios climáticos, los recursos naturales, el trabajo digno o la agenda de desarrollo post 2015 (post OMD). Y un diálogo sobre estos temas en el marco de las relaciones entre Europa y México podría alimentar útilmente estos debates globales, pero también estrechar lazos entre organizaciones europeas y mexicanas.
¿Porque esta pérdida de interés?
En primer lugar, porque evaluamos que el seguimiento dado a los foros no es suficiente, que no se ven los impactos sobre las decisiones y orientaciones políticas. Esto es lo que deberíamos evaluar.
En secundo lugar, porque estamos desde el comienzo convencidos de que el diálogo entre la sociedad civil y las autoridades no se puede limitar a un foro cada dos años, sino que debe basarse sobre una consulta y una interlocución permanente entre cada foro. En este sentido hicimos una propuesta de Consejo Consultivo Mixto que debería permitir una amplia y seguida participación de todos los sectores interesados tanto en Europa como en México.
Miembros de la sociedad civil europea y mexicana nos reunimos ayer y coincidimos en que queremos fortalecer un espacio común de interlocución con las autoridades, un espacio que sea incluyente tanto en Europa como en México, abierto a todas las organizaciones que pueden llevar las voces de la sociedad civil de ambos continentes en el marco del acuerdo. Pero, por supuesto, también un espacio plenamente reconocido como interlocutor por las autoridades europeas y mexicanas.
Encontrar estos desafíos implica un compromiso tanto de las autoridades como de la sociedad civil, en Europa como en México. Pero urge dar una respuesta a estos dos temas: el seguimiento y el carácter más permanente de la interlocución. Son condiciones para que la dinámica de los foros y más generalmente de la participación de la sociedad civil vuelvan a cobrar los espacios que merecen. Son condiciones para que estos esfuerzos tengan un impacto sobre el futuro de las relaciones entre la UE y México. Y esto implica la movilización de recursos humanos y financieros, también en Europa, para alentar la participación. Con las crisis y los recortes en muchos presupuestos de cooperación, las organizaciones europeas necesitan también un apoyo más amplio de las instituciones europeas y nacionales.
La unión estratégica entre la UE y México debe ser también una unión estratégica entre sus pueblos, sus organizaciones de la sociedad civil. Un diálogo contundente con las autoridades a cargo del acuerdo es un instrumento valioso, que debería motivar a más organizaciones europeas a invertir en las relaciones de cooperación y solidaridad con organizaciones de este gran país que es México. Pero para esto debemos enseñar que este diálogo se profundiza y tiene resultados.