En Europa se está configurando, en células relativamente autónomas, un nuevo ejército de jóvenes islamistas fanáticos que abrazan el terrorismo y que, a pesar de reconocer a Bin Laden como ideólogo inspirador, mantienen una considerable independencia operativa del grupo original. Tales extremistas, que ya realizan atentados en los países europeos donde nacieron o residen, consideran a la “vieja” Al Qaeda como algo “anacrónico” y pretenden llegar aún más lejos que esta en su “Guerra Santa” contra los “infieles”. Un informe del gobierno danés al que Proceso tuvo acceso aporta novedosos detalles sobre el particular.
(Artículo publicado en la edición del 28 de agosto de 2005 de la revista PROCESO)
BRUSELAS.- Con la invasión estadunidense de Afganistán en octubre de 2001, y la de Irak en marzo de 2003, el reclutamiento de potenciales terroristas se disparó en Europa, al grado de que esta región ya está “rivalizando con Medio oriente y el propio Afganistán como principales centros de captación” de extremistas.
Así lo señala un informe avalado por el Ministerio de Justicia del gobierno danés, titulado Reclutamiento de terroristas islamistas en Europa: tendencias y perspectivas, el cual advierte sobre la aparición de una nueva generación de jóvenes terroristas crecidos y preparados, militar e ideológicamente, en el continente europeo.
El reporte indica: “Los esfuerzos de los gobiernos para prevenir el reclutamiento de terroristas en el continente se incrementaron notablemente tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos. Pero los resultados han sido limitados. Organizaciones como Al Qaeda y el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, por ejemplo, están muy bien atrincheradas en Europa occidental, donde han establecido redes clandestinas y células terroristas”.
El documento, de 57 páginas, realizado por el experto danés Michael Taarnby Jensen, identifica los diversos aspectos del fenómeno: las estructuras y el proceso de reclutamiento; las características sociales y psicológicas de los voluntarios, y la ubicación de los lugares de captación.
El informe está basado en diversos análisis elaborados por los servicios de seguridad de Noruega, los Países Bajos, España, Italia, Francia, Alemania y Bélgica, así como de la propia Unión Europea (UE), Europol.
Ante todo, destaca la enorma importancia que ha tenido el conflicto iraquí en el reavivamiento del extremismo islámico, sólo comparable al que provocó la guerra en Afganistán durante la ocupación soviética de los ochenta, o las de Chechenia y Serbia en la década pasada.
“La palabra Irak –afirma el texto– se ha convertido en un grito de guerra, y los sermones contra Estados Unidos se han incrementado considerablemente. Ese tipo de mensaje ha resonado claramente entre los jóvenes musulmanes europeos más expuestos a los discursos radicales: Reino Unido, Alemania, España, Italia y los Países Bajos son las naciones donde su reclutamiento es más visible”.
La magnitud de tales aparatos de captación es preocupante. En noviembre de 2003, Al Qaeda y Ansar al Islam llegaron a manejar una red que iba de la Península Ibérica a la frontera con Polonia. La red era coordinada por el presunto jefe de la resistencia iraquí, el jordano de 38 años Abu Musab al Zarqawi, quien tenía dos firmes propósitos: uno, enviar terroristas suicidas europeos a Medio Oriente e Irak. Ese fue el caso de Abdelhakim Badjouj, un francés radicado cerca de París que hizo estallar una bomba en Bagdad a finales de 2004.
Los atentados del 7 de julio en Londres, en los que cuatro terroristas suicidas de nacionalidad británica mataron a más de 50 personas, cumplieron con el segundo objetivo de Zarqawi: que musulmanes europeos atacaran sus propios países, lo que no había sucedido.
Redes espontáneas
Contra lo que suele pensarse, no hay un programa de reclutamiento dirigido desde las cúpulas terroristas. Unirse a la Yihad, dice el reporte, tiene más que ver con la formación espontánea de pequeños grupos.
Los líderes de Al Qaeda no se han empleado a fondo para buscar nuevos adeptos, y más bien confían en que éstos, inspirados por Alá, den con sus enlaces en Europa para luego ser enviados a entrenarse a Afganistán.
“La Yihad Global está estructurada alrededor de unos individuos con numerosos contactos capaces ‘de hacer que las cosas sucedan’. Su función es la de ‘guardianes’, ya que conocen el trasfondo de las mezquitas radicales, a los antiguos mujaidines y a los terroristas activos. No conducen forzosamente operaciones de ataque; por eso son quienes abren la puerta a la exclusiva comunidad de militantes islamistas. A su vez, están rodeados de activistas aislados y sin contactos”, explica el reporte.
El acceso al ejército de terroristas está determinado, en primer lugar, por fuertes lazos de amistad o parentesco, y en segundo, por una intensa formación religiosa, en virtud de la cual el extremista islámico considera a los “no creyentes” como “infieles”, lo cual lo lleva a aceptar la Guerra Santa y el uso del terrorismo en nombre de ésta. El siguiente paso consiste en contactar un “guardián”.
Ciertas mezquitas participan en los primeros niveles de radicalización de los prospectos de terroristas, aunque es común que con el tiempo éstos rompan relaciones y hallen un nuevo santuario con otros extremistas que compartan el mismo grado de fanatismo.
El documento identifica cuatro mezquitas que son o fueron casi oficinas de afiliación a la Yihad: Finsbury park en Londres, Abu Bakr en Madrid, Al Quds en Hamburgo y el Centro cultural Islámico en Milán. En el Reino Unido, además de Londres, son focos de captación: Oldham, Bradford, Birmingham y Manchester; en Francia, París, Marsella y Lyon, así como la región de Roubaix y Lille, en la frontera con Bélgica.
El reclutamiento es muy lento al centrarse en fundamentalistas aislados, pero resulta masivo cuando los interesados son ya parte de grupos o familias comprometidas con la causa. “La Yihad –explica el reporte– experimenta de este modo un crecimiento explosivo, ya que un contacto atrae grupos enteros de nuevos terroristas, y así sucesivamente. Este sistema de reclutamiento se está extendiendo en Europa: la célula Roubaix, el grupo Kelkal, la célula de Hamburgo o el comando que planeaba atentar contra la embajada estadunidense en París en 2001, son algunos ejemplos”.
Un estudio confidencial del gobierno británico estima en 10 mil el número de “simpatizantes activos” de Al Qaeda en el país; la agencia alemana de inteligencia calcula en su territorio nada menos que 31 mil “extremistas islámicos violentos”, en tanto que España contabiliza en su caso 3 mil fundamentalistas en la red.
Verdadera Al Qaeda
Un fenómeno interesante que registra el reporte concierne a la renovación generacional que atraviesa Al Qaeda. La caída del régimen talibán y la guerra internacional contra el terrorismo islamista le causó sensibles bajas y terminó por debilitarlo. Así, una nueva generación de terroristas, más joven, ha ido adquiriendo el control de la organización. Su característica es que no comparte la misma historia que el núcleo original de Al Qaeda: ni luchó contra los soviéticos ni respiró el ambiente de los campos afganos.
Consecuencia: redes y células han ganado en independencia; se mueven con gran autonomía respecto al control que pudiera tener Osama Bin Laden. Es más: hay indicios de que al “viejo” Al Qaeda se le empieza a juzgar “anacrónico” entre los extremistas de nuevo cuño, dispuestos a ir más lejos en sus ataques.
“Este cambio llevó a inventar el término de ‘Verdadero Al Qaeda’, el cual implica que lo importante ahora es la influencia ideológica de Bin Laden, no su control operativo, y eso corresponde exactamente a la estrategia que formuló la organización terrorista hace años”, señala el estudio.
Lo anterior quedó demostrado el 11 de marzo de 2004 en Madrid: mientras que Osama Bin Laden fue claramente la inspiración del grupo que cometió los atentados, las conexiones de éste con Al Qaeda no eran estrechas; los responsables de la muerte de 191 personas eran islamistas locales que no tenían ninguna experiencia en Afganistán.
Para llegar a ser miembro operativo en una célula terrorista, o “equipo de proyecto” en el vocabulario de Al Qaeda, hay que cumplir 14 requisitos, de acuerdo con un voluminoso manual decomisado en Manchester en 2000. Todos presuponen una inquebrantable fe en el Islam, una obediencia de tipo militar y una vida sana.
La edad de reclutamiento oscila entre los 18 y los 32 años, y el grado de marginación social del aspirante juega un papel relevante, ya que entre menos integrados estén en la sociedad se acercarán más a la religión para llenar “el hueco espiritual”.
Los candidatos caen en tres categorías: islamistas extranjeros o inmigrantes recién llegados, inmigrantes de segunda generación y convertidos.
Los primeros tienden a experimentar una fuerte dosis de aislamiento y crisis de identidad que los empuja a buscar alivio en las mezquitas. Desde ahí es muy fácil crear una comunidad imaginaria de creyentes en torno a la guía espiritual del umma. Ese fue, recalca el informe, el refugio de tipos como Mohamed Atta, quien derribó una de las Torres Gemelas.
Los segundos suelen tener un resentimiento hacia el país que los vio nacer. Estudios franceses revelan que en estos círculos hay un sentimiento de exclusión y cansancio ante las promesas de la “Francia oficial”. El Islam representa para ellos un camino para restaurar su dignidad y una forma de protestar contra los problemas de desempleo, vivienda y discriminación que sufren.
Zacarías Moussaoui, preso en Estados Unidos por su participación en los atentados del 11/S y quien estaba ligado a la mezquita de Finsbury Park, cumple con dicha descripción: siempre negó el origen marroquí de sus padres, y también la cultura francesa en que creció. Y es la historia que se repite entre los reos europeos de Guantánamo.
Pero son los convertidos al islamismo los que componen el contingente más susceptible de reclutamiento. Su entrada al activismo islamista se da con facilidad porque tienden a asumir el Corán en su interpretación más estricta.
El informe asienta: “Adoptan la Yihad como un estilo de vida, pero no poseen los conocimientos culturales y religiosos necesarios para evaluar los dogmas del islamismo independiente. Es de lo más sencillo convencer a un convertido de que la Yihad es una obligación religiosa”.
Hay un dato curioso: cargar con antecedentes criminales no es obstáculo para ser un mujaidín. Según el informe, hay dos motivaciones de esto: una, que “la experiencia en falsificación, fraude de cartas bancarias y el conocimiento del tráfico de armas y de personas, es esencial para conducir actividades subversivas y es deseable entre los grupos terroristas”.
“El otro motivo es más personal: se sabe que los reclutadores de Al Qaeda seleccionan prospectos que beben alcohol o que maltratan a las mujeres, es decir, malos musulmanes, porque así pueden más fácilmente persuadirlos de que su única esperanza de salvación es servir a Al Qaeda”, expresa el documento.
La manipulación es una de las prácticas más socorridas del reclutador de terroristas.
“Él encarna al verdadero creyente; el candidato es tratado como un musulmán que no ha entendido el sentido profundo del Islam. El reclutador se presenta como un líder que va a guiar la vida desordenada del candidato. La alusión a un sentido de ‘hermandad’ introduce un elemento de honor entre el reclutador y el candidato”, analiza el informe.
Abunda: “El proceso de transformación del individuo alineado a un activista comprometido es el que se ve en las sectas, y requiere de intensas y prolongadas interacciones personales. El temor al reclutamiento de jóvenes musulmanes por interner no tiene sentido. Leer y enviar mensajes electrónicos no los envuelve. La pérdida del santuario afgano ha privado a los yihaidistas de una especie de cuartel general, pero el blanco ha cambiado”. Además, como los voluntarios disponibles tienen poca o nula experiencia paramilitar, las acciones han virado de un estilo de guerrilla al de la guerra urbana y el terrorismo.
El tamaño y la calidad del “almacén” de reclutamiento en Europa son extremadamente dinámicos, menciona el estudio. Y concluye: “El rol de los militantes islamistas que residen en Europa va a tomar una dirección más independiente en relación con las organizaciones terroristas establecidas. En el futuro, el reclutamiento, el entrenamiento, la planeación y la ejecución de los ataques estarán más confinados en Europa a través de una red de células más o menos autónomas”.