BRUSELAS (apro).- Tuvieron que pasar tres años y medio de conversaciones con la Unión Europea (UE) —y sobre todo de tensas disputas partidistas internas—, para que Reino Unido saliera por fin el 1 de febrero pasado del bloque comunitario como resultado del referéndum del 23 de junio de 2016.
Durante ese periodo Reino Unido seguirá siendo tratado como Estado asociado a la UE, pero cuando termine —está programado que sea el 31 de diciembre próximo— los británicos, por más ventajas comerciales que lleguen a negociar— se convertirán en ciudadanos de un `país tercero´ como Canadá, Japón… o incluso en algunos aspectos como México.
El día de la separación de Reino Unido, la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, recordó que “una cosa debe quedar bien clara: hay una gran diferencia entre ser miembro (de la UE) y no serlo”, algo de lo que han sido advertidos muchísimas veces los británicos aún antes de que el entonces primer ministro David Cameron planteara la posibilidad de realizar un referéndum sobre la salida de la UE, el Brexit.
Pero a diferencia del actual gobierno conservador de Boris Johnson que sigue prometiendo un mejor porvenir fuera del bloque comunitario, muchos ciudadanos británicos se han sentido ya directamente perjudicados. Para no perder sus “derechos europeos” pase lo que pase, quienes han podido ya han solicitado o adquirido la nacionalidad de países de la UE.
Según una investigación del diario The Guardian, publicada el pasado 20 de enero, desde que hace casi cuatro años triunfó el referéndum a favor del Brexit más de 360 mil británicos han tramitado una solicitud para obtener la nacionalidad de nueve Estados de la UE que ofrecieron información.
El periódico señala que en Irlanda las solicitudes se multiplicaron por cuatro y llegaron a casi 132 mil; en Alemania pasaron de 622 en 2015 a 6 mil 640 en 2019; en Suecia, de 942 en 2016 se dispararon a 4 mil 267 el año pasado, y en Francia aumentaron de 320 en 2015 a 3 mil 827 en 2019. En España, el país europeo donde residen más británicos pero que no permite la doble nacionalidad, la tendencia fue igual: de 33 solicitudes recibidas en 2016 se elevaron a 209 en las cifras más recientes de 2018.
“El crecimiento es dramático”, puntualizó el diario.
Un dato interesante: de acuerdo con la Agencia de Migración de Suecia, ese país escandinavo otorgó la nacionalidad a 4 mil 400 británicos en 2019 (el doble que el año anterior), una cifra sólo superada por los refugiados sirios con casi 25 mil nacionalizados.
Pasaportes belgas
Siendo Bruselas la ciudad sede de las instituciones de la UE y de organizaciones internacionales empresariales, gubernamentales, profesionales o de la sociedad civil que giran en su órbita, Bélgica cerró el año pasado con mil 409 británicos naturalizados. El año anterior al referéndum del Brexit sólo hubo 127.
Datos de la oficina belga de estadísticas arrojan que desde la victoria del Brexit hasta octubre pasado se naturalizaron 4 mil 260 británicos, es decir 18.5% más o menos de los que residían en Bélgica en 2017 (casi 23 mil).
El diario Le Soir señala que el movimiento se aceleró a partir de finales de 2018, ya que entonces la fecha prevista para el Brexit era el 29 de marzo de 2019. En ese momento, en promedio 90 británicos solicitaban mensualmente la nacionalidad belga.
La prensa belga afirma que entre los solicitantes hay funcionarios británicos de la UE que buscan conservar sus empleos, ya que los estatutos establecen que para poder trabajar en los órganos comunitarios se requiere ser ciudadano de un Estado miembro.
Actualmente hay dos mil británicos que trabajan en los organismos de la UE, un poco más de la mitad en la Comisión Europea.
Este columnista charló con tres británicos residentes en Bélgica, incluyendo una anglo-mexicana. Dos de ellos tramitaron la nacionalidad belga a causa del Brexit y la obtuvieron.
“Para mí, como para muchos británicos, fue una catástrofe el Brexit. Queríamos quedarnos en la UE y continuar siendo europeos”, dice Helen Conmy, una profesora asistente de la International School of Brussels que vive con su esposo y sus tres hijos en la periferia de Bruselas. Llegó a Bélgica hace 15 años.
John Brown, un británico que trabaja en una compañía química y reside en Bélgica desde 1996, asegura sin matices que “el Brexit es una idea ridícula”.
“En una época en la que el mundo está enfrentando tantas amenazas y problemas que un sólo país no puede resolver, es una locura que una nación importante diga `queremos seguir nuestro propio camino y ser más independientes’. El mensaje enviado al mundo es de aislacionismo en lugar de solidaridad”, dice Brown.
Las autoridades precisan que los británicos que solicitan el pasaporte belga son mayoritariamente personas casadas, con alto nivel educativo y en edad de trabajar.
Helen comenta que pensó en pedir la nacionalidad belga poco después del referéndum, pero que fue hace un año cuando tomó la decisión de iniciar las gestiones. “Me di cuenta de que el Brexit sucedería realmente, así que junte mis documentos y solicité la nacionalidad”.
Aclara que “todo era muy abstracto al principio”: “Nos dijeron que saldríamos de la UE, pero no cuándo. No sabíamos. Cuando lo supimos y la fecha se aproximaba la única solución para seguir siendo europeos fue obtener la nacionalidad belga o cualquier pasaporte de un país de la UE”.
John gestionó su nacionalidad desde principios de 2018. Recuerda que los negociadores de la UE y Reino Unido habían declarado que no querían afectar los actuales derechos de los que gozan los británicos residentes en la UE y viceversa.
“Pero a finales de 2017 —explicó John— la entonces primera ministra Theresa May expuso su visión del Brexit en Florencia, mostrando que Reino Unido estaba planeando un `Brexit duro´ (sin acuerdo con la UE). Se hizo evidente que nuestro gobierno no tenía la intención de tratarnos correctamente y nos usaría como fichas de negociación con la UE, lo cual quedó confirmado en el borrador del Acuerdo de Retirada publicado a inicios de 2018”.
Futuro incierto
En principio hay un acuerdo entre ambas partes para respetar los derechos adquiridos de los británicos que llevan varios años residiendo en algún país de la UE, aunque tendrán hasta junio próximo para registrarse nuevamente. El problema es que esos británicos ni los que quieran salir de la isla en el futuro saben si podrán circular libremente en la UE.
Por el momento, el derecho automático a viajar y trabajar en la UE se acaba con el fin del periodo de transición en diciembre de 2020. Bruselas prometió agregar a los británicos en la lista de nacionales exentos de visado para entrar a la UE, pero sólo como turistas y por 90 días… como los mexicanos.
Helen se queja de la falta de certeza de lo que pasará: “Quizás en 2021 todo cambie. No sabemos si podremos trabajar o viajar en la UE como ahora o si necesitaremos tener visado o pedir un permiso para quedarnos. Por eso era más fácil volvernos belgas”.
Su marido accedió a la nacionalidad irlandesa y sus hijos, al ser menores de 18 años, adquirieron automáticamente con ella la nacionalidad belga: “Estoy contenta de que sean ahora belgas, aunque ellos se sienten británicos”.
También la esposa de John, directora de una escuela belga, obtuvo la nacionalidad, lo mismo que sus tres hijos. Sólo así uno de ellos podrá continuar su formación como piloto en los Cadetes del Aire del ejército de Bélgica, que no admite ciudadanos de países externos a la UE.
“No creo que alguien que haya votado por el Brexit se imaginara que el resultado terminaría afectando a un adolescente británico en Bélgica, que no podría continuar su pasión por volar”, reflexiona John, quien añade que para sus otros dos hijos también sería muy difícil moverse en la UE para trabajar con su nacionalidad británica.
A John le preocupa lo que sucederá con las pensiones. Sus estudios profesionales tampoco serán reconocidos en automático por la UE y visitar a los familiares y amigos en Reino Unido ya no será tan fácil por los posibles controles migratorios que vendrán.
“Pase lo que pase, la frontera se `endurecerá´. El impacto será menor, pero será un constante recordatorio del Brexit. Para gente con problemas de salud o para quien trabaja en un país diferente en el que vive, el Brexit tiene un impacto mucho más directo”, lamenta.
Luego de hablar con John, Londres dio este martes 18 más detalles sobre su nuevo plan migratorio: éste impedirá la entrada de extranjeros que no hablen inglés, poco calificados, sin trabajo o que tengan una oferta de empleo con un salario menor a 25 mil 600 libras anuales (624 mil pesos), abriendo la puerta a que otros países apliquen medidas espejo a los ciudadanos británicos.
Historia anglo-mexicana
Un caso distinto es el de la economista mexicana Julieta Martínez, quien es también británica como su esposo, que trabaja en la Comisión Europea. Profesionalmente se desempeña como experta en la aplicación de programas de asistencia a los países más pobres de la UE, principalmente los de reciente ingreso.
La mexicana vive en Bélgica desde hace 9 años y cuenta con el permiso de residencia permanente. Sin embargo, no ha podido obtener la nacionalidad por lo que parece una ironía del destino: su actividad laboral, dependiente de la UE, la exenta de pagar impuestos… pero uno de los requisitos que impone Bélgica para acceder a la nacionalidad es que el interesado sea contribuyente del país.
“Tendré muchos problemas para encontrar un trabajo en Bélgica o en otro país de la UE”, adelanta Julieta; “voy a estar compitiendo no sólo con ciudadanos comunitarios sino también de China, India o Pakistán. Seré ciudadana de un `tercer país´ y no sabemos cómo nos van a tratar en cada Estado de la UE. No voy a tener tantas oportunidades como tenía antes a pesar de que hablo inglés, francés, español e italiano”.
Julieta confirma que varios británicos que conoce están sacando la nacionalidad irlandesa (en el caso de quienes tienen antepasados de ese país) o cualquier otra de la UE. Comenta que incluso “se casan con franceses, griegos o con quien sea de la UE para pedir la nacionalidad a través del esposo o la esposa”.
Es muy posible que se quede sin trabajo en junio de este año, cuando termina su contrato. Ha estado enviando solicitudes de empleo, pero no ha conseguido nada pese a que podría considerarse un “trabajador calificado”. Atribuye esa situación a la incertidumbre que genera su nacionalidad británica en el mercado de trabajo europeo.
Julieta no sabe qué hará: si ponerse a estudiar, cambiar de actividad profesional, quedarse en casa o regresar con su marido a Reino Unido.
“Antes del referéndum no nos imaginamos vivir esta situación”, deplora la anglo-mexicana, y agrega: “Primero, nunca pensamos que ganaría el Brexit, y después de ganar nunca pensamos que el gobierno lo iba a concretar. Era un referéndum consultivo. Creíamos que el gobierno diría: `gracias por su opinión, pero no saldremos de la UE´. ¡Pero lo hicieron! ¡Es increíble!”.
*Esta columna Europafocus fue publicada el 21 de febrero de 2020 en el portal de la revista PROCESO. Aquí puedes leer el texto original.