Insultos y recorte de publicidad oficial a la prensa italiana

Luigi Di Maio, vicepresidente de gobierno y ministro de Desarrollo Económico y Trabajo. Foto: Tomada de ilblogdellestelle.it

BRUSELAS, Bélgica (apro).- El pasado 3 de enero, el fundador del Movimiento 5 Estrellas (M5E), el humorista Giuseppe Piero Grillo, mejor conocido como Beppe Grillo, decidió comenzar el año inflamando las redacciones de la prensa italiana.

En su muy leído blog –uno de los más visitados del país–, el comediante propuso, seriamente, que la prensa que atacara a su movimiento se sometiera a “jurados populares”, cuya misión fuera la de analizar la información publicada.

Si ese tribunal a modo detectaba mentiras en la publicación, con el propósito de desacreditar al M5E, “el editor –expuso Grillo– deberá, con la cabeza agachada, presentar disculpas públicas y publicar una versión correcta de los hechos al principio del programa o en la primera página del periódico” infractor.

Por supuesto que al popular actor, quien cuatro meses antes había cedido la presidencia del M5E, le llovieron acusaciones de fascista por parte de sus adversarios.

El M5E se formó en octubre de 2009 con un ideario que rechaza el sistema tradicional de partidos, los “dictados” de la Unión Europea (UE) y la inmigración, pero que también contiene una vehemente aversión a lo que considera un “sistema informativo enfermo”, una “plaga corrompida intelectual y moralmente”.

El M5E ganó las elecciones generales del pasado 4 de marzo y, en junio, logró un acuerdo para gobernar en coalición con los ultraderechistas xenófobos de La Liga, con quienes comparte su rechazo al ejercicio periodístico independiente y crítico.

Matteo Salvini, el secretario federal de La Liga y ministro del Interior –quien, por cierto, posee una carta de prensa– ha llegado a asegurar que la libertad de expresión “es una cosa subjetiva”.

Desde su nacimiento, el M5E no se ha medido en insultos hacia la prensa. Así que con su ascenso al poder, en la primera línea de tiro quedaron los periodistas italianos críticos.

Los dos más recientes choques muestran el grado tan explosivo de hostilidad del M5E, principalmente del vicepresidente de gobierno y ministro de Desarrollo Económico y Trabajo, Luigi Di Maio. El 6 de octubre último, en un video en su cuenta de Facebook, el líder del M5E se congratuló de la supuesta muerte de La Repubblica y L’Espresso, editados por el Grupo Gedi, que llevaría al despido de sus periodistas.

“Ya nadie los lee porque cada día pasan su tiempo alterando la realidad”, arremetió Di Maio, quien prefiere informar directamente a los ciudadanos, y de manera controlada, a través de las redes sociales.

El gremio periodístico condenó enérgicamente las palabras de Di Maio: “él, como la mayoría del gobierno, sueña con borrar toda forma de pensamiento crítico y de disensión”, escribió la Federación Nacional de Prensa, mientras que el presidente del grupo Gedi, Marco de Benedetti, desmintió una mala situación económica de la compañía, pidió “serenidad” al político, defendió el profesionalismo de sus periodistas y advirtió que seguirían “diciendo la verdad”.

El 10 de noviembre, Di Maio volvió a la carga. Ese día, la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, del M5E, fue absuelta de abuso de poder después de dos años de juicio. Di Maio llamó entonces “chacales” a los periodistas que cubrieron el proceso, y otro de los líderes del movimiento, el exdiputado Alessandro Di Battista, los tachó de “putas”.

Escribió Di Battista desde Nicaragua, donde estaba de vacaciones: “La trataron (a Reggi) como una mafiosa; peor aún, porque a los verdaderos mafiosos, los que durante años han mantenido relaciones con algunos de sus editores, nunca los han tratado así (…) Hoy la verdad judicial sólo ha demostrado una cosa: que las únicas putas aquí son precisamente ellos, estos plumíferos que ni siquiera se prostituyen por necesidad, sino sólo por cobardía”.

Fue la gota que derramó el vaso: con el hashtag “Saquen las manos de la información”, los periodistas se congregaron en diversas ciudades italianas para expresar su protesta. La Federación Europea de Periodistas organizó una concentración de repudio en Bruselas.

No conforme con sus ataques verbales, el M5E amenazó en su programa electoral que, de llegar al poder, pondría fin a la financiación pública de la prensa. Esa propuesta no aparece en el programa conjunto de gobierno, según el portal económico italiano Money. No obstante, sí está contemplada en la Ley de Presupuesto 2019, en proceso de análisis, “una reducción gradual a cero de los fondos públicos para las publicaciones”.

Vito Crimi, el secretario de Estado para publicaciones, ha explicado que tales subsidios, que ascendieron en 2017 a 100 millones de euros en números redondos, serán recortados a la mitad en 2019 y en su totalidad en 2020.

Casi dos terceras partes de ese monto (60 millones) corresponden a ayudas a algunos periódicos, y otra tercera parte (32 millones) a reembolsos de gastos telefónicos. Además, la radio oficial del Partido Radical recibió un apoyo fiscal de 4 millones de euros; un periódico en lengua eslovena captó una contribución fija de un millón, y los diarios con difusión en el extranjero obtuvieron 2 millones de euros por año.

Di Maio ha advertido igualmente que las empresas con participación estatal dejarán de comprar publicidad a los medios de comunicación. El político ha señalado que el gobierno está preparando una carta “para pedir a las compañías que detengan los pagos”.

Para la secretaria general adjunta de la Federación Nacional de Prensa, Anna del Freo, las amenazas de Di Maio son puras bravuconadas populistas.

“Cuando el gobierno asegura que puede recortar los subsidios a la prensa, está mintiendo. Es una muestra total de populismo: los grandes periódicos o las grandes televisoras dejaron de recibir subsidios hace muchos años”, comenta Del Freo en una conversación con este columnista.

Refiere que incluso el descuento del correo postal para el envío de los periódicos a sus abonados se acabó hace mucho.

Actualmente, explica la periodista, “sólo cierto tipo de prensa recibe subsidios, pero son pocos (medios) y pequeños”.

Según la ley italiana, únicamente son beneficiarias de fondos públicos las publicaciones de cooperativas periodísticas, organizaciones sin fines de lucro, las dirigidas a minorías lingüísticas, personas ciegas o deficientes visuales, y aquellas de circulación en el extranjero.

En 2016, fueron 54 periódicos los que recibieron tales ayudas públicas, y en su mayoría se trata de prensa local o regional que no puede considerarse particularmente crítica del gobierno.

“El gobierno, de hecho, está destruyendo las pequeñas voces, que ya enfrentan problemas económicos por falta de recursos”, acusa Del Freo, también integrante del comité ejecutivo de la Federación Europea de Periodistas.

Respecto a los espacios de publicidad que compran las empresas estatales, la periodista italiana minimiza la advertencia: “No paga el gobierno sino las empresas, que tienen una gestión propia y actúan como empresas privadas, aunque cuenten con parte de acciones estatales. Así que siguen comprando publicidad en periódicos, incluso en aquellos que no son cercanos al gobierno”.

Menciona los casos de la compañía energética ENI o la de trenes Ferrovie, ésta última propiedad del Estado italiano, las cuales “siguen anunciándose en todos los diarios”.

Del Freo confía que “la gran rebelión” que se generó contra Di Maio por sus insultos a la prensa lo detendrá de realizar por el momento cualquier acción nociva en el campo publicitario.

Pese a los matices anteriores, la posición del gremio italiano de periodistas es contraria al recorte de los subsidios. “Estamos en una gran crisis –comenta Del Freo–: los periodistas pierden en los últimos años seis veces más puestos de trabajo que otras profesiones en Italia. El pluralismo y la información están en riesgo y pensamos que el Estado debe promover la libertad de prensa y ayudarla”.

Por si el golpeteo no fuera ya duro, el gobierno amaga también con crear una ley de conflicto de intereses contra los propietarios de los grandes rotativos, quienes poseen negocios en otros sectores. El propio Di Maio ha apuntado a algunos medios: La Repubblica, La Stampa, Il Giornale, Il Messaggero y Libero Quotidiano.

Recientemente, Di Maio escribió en Facebook que el periodismo que cuestiona al gobierno “es propaganda para defender los intereses de una pequeña élite que piensa poder continuar dictando lo bueno y lo malo”. Promete que “ya no será así. Nuestro país necesita información gratuita y editores honestos sin otro interés que el de los lectores (…) Pronto haremos una ley para los editores.”

Otro arranque autoritario del régimen contra sus oponentes políticos en nombre del supuesto progreso democrático de la sociedad italiana. La prensa resiste.

*Esta columna Europafocus fue publicada el 11 de diciembre de 2018 en el portal de la revista PROCESO. Aquí puedes leer el texto original.