BRUSELAS (apro).- Con un título muy mexicano, “Curanderos del alma”, el artista oriundo de Ecatepec, Estado de México, Edgar Flores, conocido como Saner, presenta su primera exposición individual en Europa.
A partir de este 21 de septiembre, 26 obras del mexicano nacido en 1982 estarán durante poco más de un mes expuestas al público en la galería parisina Itinerrance, una referencia en la venta de arte urbano en Francia.
Sobre la obra de Saner, la galería resalta que sus “creaciones siempre figurativas abrazan las referencias a la tradición mexicana con elementos muy actuales”, así como su “espiritualidad”.
Pone también énfasis en que “su obra de calle y su pintura de estudio se concentran principalmente en la representación de niños o parejas con máscaras de animales”, y que “su obsesión parece ser la reconciliación entre el hombre y la naturaleza”.
Saner, que cursó la carrera de diseño gráfico en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México, comenzó su trayectoria desde el grafiti, dibujando letras o tags.
Actualmente, Saner es uno de los artistas mexicanos más solicitados en el extranjero para pintar murales o exponer su trabajo en lienzo. Igualmente ha ganado reconocimiento en el universo de la publicidad y la ilustración.
Como parte de su exploración de diversos lenguajes visuales, Saner publicó un libro de ilustraciones titulado Kobér –que trata del temor del hombre a encontrarse consigo mismo–, diseñó la imagen del Festival Vive Latino en 2016, y participó en la decoración de una edición especial de tarjetas del Metrobús de la Ciudad de México.
Su imaginario se centra en la máscara tradicional mexicana: máscaras de jade, de guerreros jaguar, de diablitos, de deidades aztecas y muchas de animales con estética prehispánica.
La obra de Saner es pletórica en simbología mexicana hasta en el más mínimo detalle.
A pesar de que varios exponentes del llamado nuevo muralismo mexicano utilizan elementos comparables, el estilo de Saner es inconfudible no sólo por la estética de sus alegorías culturales, sino también por la tez de piel morena de sus personajes y por un manejo sobrio del colorido de su trabajo.
En muchas ocasiones, la obra de Saner contiene un firme carácter político o social ligado a la actualidad mexicana, como sucedió con el enigmático mural que pintó en Berlín dedicado a los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa –el cual realizó apenas un mes y medio después de los hechos– o la emotiva serie de ilustraciones sobre el terremoto del 19 de septiembre de 2017.
Saner montó en 2010 su primera exposición en México, y hace tres años logró su primera exposición individual en Estados Unidos.
–¿Porque tardó tanto en llegar su primera muestra individual en Europa si ya había venido muchas veces a realizar murales y era conocido?, se le pregunta al artista en una entrevista realizada un día antes de la inauguración de Curanderos del alma.
“Todo llega en el momento correcto. Había tenido algunas exposiciones colectivas en varios países europeos. Y algunas galerías también me habían planteado ofertas para exponer yo solo. Pero por cuestiones de tiempo o compromisos no se había podido hasta ahora”.
Saner agrega:
“El hecho de que sea en París, y en la galería más importante a nivel de street art en Francia, es un gran paso. Estoy muy contento. Es increíble poder traer un pedazo de México a Europa”.
La galería Itenerrance representa a 17 artistas urbanos de todo el mundo y muy valorados en Europa. Saner y el chileno Inti son los únicos latinoamericanos en ese círculo exclusivo.
-Esta exposición en París cotizará más su trabajo en el mercado europeo del arte…
“Sí. Los granitos de arena que vamos sumando hacen que mi posicionamiento se vuelva más importante. Esta galería representa a pocos artistas de gran calidad. El hecho de exponer aquí es un gran paso para mi carrera”.
–Su exposición se titula Curanderos del alma, ¿con qué se encontrará el público?
“Es un resumen de varios años de mi trabajo, del reencuentro con las raíces. Es muy interesante la medicina tradicional de los llamados curanderos, que te pueden curar de un mal de ojo o hacer una limpia o darte un amuleto. En realidad es una medicina que va más allá de lo tradicional. Y a nivel global, desde mi perspectiva, en este momento necesitamos de ciertas sanaciones”.
Saner explica que su exposición, que incluye 26 obras, está dividida por un muro en dos núcleos de 10 por 15 metros cada uno, y que representan “el antes y el después de ser sanado”.
–En general, en tu obra se nota una profunda preocupación por los temas políticos y sociales, ¿cómo observas el momento de efervescencia actual en México tras la elección de Andrés Manuel López Obrador como presidente?
“Mi trabajo refleja todos esos sentires. No soy ajeno a ellos. Curanderos del alma habla de esa oportunidad que tenemos para experimentar nuevas etapas. Tenemos expectativas sobre los cambios que vienen. Hay que intentar que sean para bien. Mi exposición se refiere a asumir lo mejor posible los nuevos ciclos que se presentan frente a nosotros”.
–Su trabajo está lleno de símbolos ancestrales y modernos de la mexicanidad, ¿qué idea tiene de lo que representa hoy ser mexicano?
“El mexicano es una persona que lucha mucho, que se esfuerza mucho, y que aprende a disfrutar la vida de una manera diferente a otras culturas: disfruta de la tristeza, por ejemplo. Es también una persona difícil de quebrar; siempre se levanta. De ahí viene el cuestionamiento de los extranjeros, que nos dicen: “¿Cómo pueden seguir luchando?”. Pues porque somos mexicanos, somos una gran raza, y hay que enorgullecernos de donde venimos, de nuestras raíces”.
–Un elemento característico de su estilo son las máscaras. ¿Cómo y porqué comenzó a experimentar con ellas?
“En 2003 o 2004 comencé a explorar con las máscaras. Estaba estudiando la carrera y trabajaba en una agencia de diseño. Recuerdo que México estaba de moda, pero no lo realmente tradicional sino el México kitsch, como la lucha libre, que estaba en su apogeo”.
El entrevistado continúa: “Me interesé específicamente en las máscaras un día que estaba en el mercado de La Lagunilla, frente a un puesto de máscaras tradicionales. Me llamó la atención que un mexicano llegó y empezó a regatear muchísimo. El señor del puesto le explicaba porqué no podía rebajar más el precio, y el mexicano no compró nada. Llegó después un extranjero, que valoró el trabajo y hasta pagó más.
A Saner, aquella escena le pareció muy simbólica de la realidad mexicana. “Pensé: ‘si no cuidamos esos detalles, ¿cómo podremos cuidar todo lo maravilloso que tiene México? ¿cómo podemos exigir que otras empresas no lleguen a extraer nuestras riquezas como los minerales o el petróleo? Aprendí a apreciar lo que tenemos en México y, a partir de ahí, compartirlo con los demás”.
Narra que sus primeras máscaras fueron las de un coyote y un jaguar, y que las utilizó en unas intervenciones sobre carteles políticos en el marco del proceso electoral de 2006.
Comenta: “Era una etapa en que estaba muy de moda el street art literal; no el neomuralismo, sino las intervenciones en la calle. En ese momento yo era apartidista y lo que me interesaba era cómo se estaba moviendo el país. Descolgaba la propaganda política –que es pura basura–, la intervenía y luego la devolvía a la calle. Reinterpretaba la imagen de los candidatos. Hice una intervención sobre la imagen de López obrador o algunas de diputados del Distrito Federal.
–¿Te asumes como un artista urbano?
“No. Me gusta explorar todos los medios posibles en los que pueda trabajar. La calle, el estudio, el videomapping, las colaboraciones con marcas… no me gusta encasillarme y no poder moverme”.
–El término “street art” suele no gustar a muchos artistas, lo consideran un término de moda, que sólo sirve para vender…
“Cada vez se crean más divisiones para poder entender el fenómeno que está pasando en las calles. En 20 años, ese fenómeno ha seguido creciendo y cada vez es más imponente. Se expandió a todos lados: está en una marca, en una galería, en un museo, en las calles, en festivales, en intervenciones. Todo mundo quiere hacer ‘street art’.
“Es tan complejo lo que sucede –señala Saner– que no lo hemos podido entender, diseccionar. Entonces lo más fácil es dividir los conceptos: los muralistas son los que pintan muros en gran formato, street artists son los que descontextualizan la imagen en el espacio público y no siempre de manera legal, y está el grafiti, que es lo que inició todo”.
–A propósito del grafiti. Entre la comunidad grafitera y del street art se armó un debate muy fuerte con la crítica de arte Avelina Lesper, que los llamó “descerebrados” por rayar en la calle y dijo que eso no es arte. ¿Qué piensas al respecto?
“Seguí el debate por streaming. A Avelina le respondieron de una forma muy coherente: no se puede juzgar al grafiti desde la postura del arte, simplemente porque el grafiti jamás se planteó ser arte. Los grafiteros no quieren ser juzgados por un crítico de arte. Ellos nada más tienen una necesidad de expresión. Por eso hay tantas variedades de grafiti, vas a encontrar todos los estilos, y habrá los que te gusten y los que no”.
–Dentro del mundo del street art se considera muy a menudo que el compromiso social o político no encaja con el trabajo comercial, con el trabajo de publicidad o con la lógica de las galerías, que estarían ‘encerrando’ un arte que es público en esencia. ¿Qué opinas?
“Al final el arte es para todos. Que esté en un espacio cerrado no significa que perdió su esencia. Al contrario, ganas la posibilidad de experimentar cosas diferentes que en la calle no podrías hacer. Estar en un espacio cerrado no te limita a salir a la calle a trabajar. Hay que ser feliz con lo que estás haciendo. Yo soy de los que me inclino por construir puentes y no lo contrario”.
*Esta entrevista fue publicada el 21 de septiembre de 2018 en la agencia de la revista PROCESO. Aquí puedes leer el texto original.
FOTOS: Anne-Marie Mergier©