BRUSELAS (apro).- El sábado 14 de abril, el gobierno de Francia bombardeó junto con Estados Unidos y Reino Unido tres objetivos militares del régimen de Bashar al-Asad. Fue una respuesta de las tres potencias occidentales al supuesto ataque con armas químicas que habría llevado a cabo el gobierno de Damasco contra población civil de la localidad de Duma, en la región de Guta oriental, una semana antes.
Francia justificó su participación en la operación militar conjunta en el contenido de un documento de sus servicios de información, que busca ofrecer elementos de prueba sobre la implicación del régimen sirio en la utilización de armas químicas prohibidas por las leyes internacionales.
En la reunión de emergencia convocada ese mismo día por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, el representante francés, François Delattre, mencionó la existencia de dicho documento y anunció que una versión desclasificada se había hecho pública.
Este columnista consultó tal reporte, que consta de ocho páginas y está disponible en la página de internet del Ministerio de Relaciones Exteriores francés.
Se trata de una “evaluación nacional” que está fechada el 14 de abril último y cuyo título es Ataque químico del 7 de abril 2018 (Duma, Guta oriental, Siria) Programa químico sirio clandestino.
Se advierte que el trabajo “está constituido de análisis técnicos de informaciones de fuente abierta y de informaciones desclasificadas obtenidas por los servicios franceses” de inteligencia.
No tiene nada que ver con el explosivo material de imágenes de satélite que expuso el 5 de febrero de 2003 el entonces secretario de Estado estadunidense Colin Powell ante el Consejo de Seguridad de la ONU, con supuestas pruebas “irrefutables e innegables” de que Irak poseía 18 laboratorios móviles de armas biológicas cargados sobre camiones y “búnkeres escondidos” con armas químicas, lo cual terminó convirtiéndose en la justificación para invadir ese país.
El análisis francés no hace más que presentar una exposición de razonamientos, encadenamientos de hechos y datos duros.
El documento lo componen dos aseveraciones.
La primera: “varios ataques químicos letales fueron llevados a cabo sobre el barrio de Duma el sábado 7 de abril de 2018 al caer la tarde, y consideramos con un alto grado de confiabilidad que éstos son responsabilidad del régimen sirio”.
Al ahondar, el reporte señala que “organizaciones médicas no gubernamentales, activas en Guta y habitualmente confiables —Syrian American Medical Society y Union of Medical Care and Relief Organizations– revelaron públicamente ataques el 6 y 7 de abril.
“Una afluencia masiva de al menos una centena de personas con síntomas de exposición a un agente químico en los centros de salud de Guta oriental fue constatado y documentado al anochecer”, dice el reporte, añadiendo que, en total, “varias decenas de personas murieron a causa de una exposición a una sustancia química”.
¿Cuál es la base de esa conjetura?
El documento expone tres argumentos:
Los servicios de inteligencia franceses analizaron testimonios (algunos propios), fotografías y videos publicados espontáneamente en portales especializados en prensa y redes sociales.
Concluyeron con “un alto grado de fiabilidad” que la mayoría de las víctimas mostradas en las imágenes analizadas “son de factura reciente y no son ninguna fabricación”; “no se trata de un montaje de video o de imágenes recicladas”.
Expertos franceses también analizaron los síntomas identificables sobre las mismas imágenes y videos, “tomados en el espacio cerrado de un inmueble donde aparecen unas quince víctimas fallecidas, o en los hospitales locales que recibieron a los pacientes contaminados”.
El conjunto de esos síntomas (sofocación, asfixia o dificultades respiratorias; menciones de fuertes olores de cloro y presencia de un humo verde sobre los sitios afectados; salivación y secreciones excesivas orales y nasales; cianosis, y quemaduras cutáneas y de la córnea) “es característico de un ataque con armas químicas, notablemente por agentes sofocantes, organofósforos o cianuro de hidrógeno”.
Más aún: la utilización de broncodilatadores por los servicios médicos observada en los videos “refuerza la hipótesis de una intoxicación por agentes sofocantes”.
La situación operacional en Guta oriental alrededor del 7 de abril.
“Informaciones confiables –expone el reporte– indican que responsables militares sirios coordinaron lo que aparece como el uso de armas químicas conteniendo cloro en Duma el 7 de abril de 2018”.
Y entonces el reporte describe el escenario político-militar de la zona.
Establece que “el ataque interviene en el contexto de una ofensiva militar global del régimen sirio sobre la región de Guta oriental, comenzada en febrero de 2018, que finalmente permitió al gobierno de Damasco reconquistar la totalidad del enclave”.
Igual recuerda que el dispositivo militar ruso activo en Siria permite al régimen de Bashar al-Asad “disponer de una superioridad aérea indiscutible, dándole libertad de acción militar completa y necesaria a sus ofensivas indiscriminadas en zona urbana”.
La táctica utilizada por las fuerzas pro-régimen sirio ha consistido en separar a los diferentes grupos rebeldes de la zona con el fin de obtener acuerdos de rendición negociados. Dos grupos, Ahrar al-Cham y Faïlac al-Rahmane, concluyeron tales pactos y consiguieron evacuar a cerca de 15 mil combatientes y sus familias.
También precisa la inteligencia francesa que, para lograr estas primeras rendiciones, la estrategia política y militar de Bashar al-Asad consistió en “alternar acciones militares ofensivas indiscriminadas contra las poblaciones locales, con el posible uso de cloro, y pausas operacionales que permitieran las negociaciones”.
Una parte de un tercer grupo rebelde, Jaïch al-Islam, aceptó rendirse el 4 de abril –tres días antes del ataque químico denunciado–, y unas 4 mil personas, entre combatientes y familiares, pudieron trasladarse a Idlib como parte del acuerdo.
Pero resulta que entre 4 mil 500 y 5 mil 500 combatientes de ese grupo, localizados principalmente en Duma, rechazaron los términos de la negociación con el gobierno sirio.
“A partir del 6 de abril –narra el reporte galo–, el régimen sirio, apoyado por las fuerzas rusas, retomó los bombardeos intensivos sobre la localidad, poniendo término a una pausa operacional, tanto terrestre como aérea, constatada desde el lanzamiento de las negociaciones (con los tres grupos) a mediados de marzo”.
¿Y cuál es la lógica estratégica de Siria detrás de esa utilización de armas químicas?
Explican los franceses: “Tácticamente, permite desalojar combatientes enemigos refugiados en habitaciones y así emprender el combate urbano en condiciones más ventajosas para el régimen, lo que constituye un acelerador de conquista y un multiplicador de efectos dirigidos a hacer caer lo más rápido posible el último bastión de los grupos armados”.
Luego, “estratégicamente, el uso de armas químicas, principalmente el cloro, documentado desde el principio de 2018 en Guta oriental, tiene sobre todo por objetivo castigar a las poblaciones civiles presentes en las zonas dominadas por combatientes opuestos al régimen, y provocar sobre ellas un efecto de terror y de pánico que los incita a la rendición”.
De hecho, a raíz del más reciente ataque, el grupo disidente de Jaish al-Islam negoció con el régimen y con Rusia su salida de Duma, lo que supone, asumen los franceses, “un éxito de la maniobra (el ataque químico) empleado” por el régimen de al-Asad.
Finalmente, desde 2012 –indica el reporte–, “los esquemas tácticos de las fuerzas armadas sirias son los mismos: los químicos son principalmente utilizados en el cuadro de ofensivas urbanas masivas, como fue el caso a finales de 2016 para la recuperación de Alepo, donde municiones con cloro fueron regularmente asociadas al armamento convencional; las zonas golpeadas, como Guta oriental, son además objetivos importantes de Damasco”.
Los servicios franceses aseguran que no disponen de ninguna información que permita justificar la tesis según la cual los grupos armados en Guta habrían buscado obtener, o habrían dispuesto de armas químicas.
Estiman además que “una manipulación de las imágenes difundidas masivamente a partir del sábado 7 de abril (por parte de los grupos rebeldes) no es creíble, en la medida en que, sobre todo, los grupos presentes en Guta no cuentan con los medios para llevar a cabo una maniobra de comunicación de tal envergadura”.
La segunda aseveración del informe francés reitera que, “desde abril de 2017, el régimen sirio ha multiplicado los casos de utilización de armas químicas y de sustancias tóxicas en el marco de sus acciones militares”.
Extiende su explicación en dos puntos.
Uno, que Siria no declaró la totalidad de sus reservas a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) cuando se adhirió a la convención sobre la materia, “tardíamente y con reticencias”, en octubre de 2013.
Ha omitido declarar “un gran número de actividades” del Centro Sirio de Estudios y de Investigaciones Científicas (CERS, por sus siglas en francés) y, hasta este año, apenas declaró los sitios de Barzeh y Jemrayah.
Es por lo anterior que a los servicios franceses de inteligencia les preocupa que Siria continúe sin responder a cuatro inquietudes que le planteó la OPAQ: el hallazgo de posibles restos de gas mostaza y de difluoruro de metilfosfonilo (DF), un precursor del gas sarín, y la no declaración de municiones químicas de pequeño calibre “que han podido ser usadas en múltiples ocasiones, notablemente en el marco del ataque de Jan Sheijun de abril de 2017”.
Además, signos de presencia de VX (un agente nervioso extremadamente tóxico) y de sarín en sitios de producción y relleno, así como signos de presencia de agentes químicos jamás declarados, notablemente yperita de nitrógeno, lewisita, somán y VX.
El documento recuerda el resultado de las investigaciones internacionales: Desde 2014, la Misión de Determinación de los Hechos (Fact Finding Mission) de la OPAQ ha confirmado en varios reportes públicos el empleo de armas químicas en Siria contra civiles.
Por su parte, la Comisión Conjunta de Investigación sobre ataques químicos (Joint Investigation Mechanism) de la OPAQ-ONU investigó nueve acusaciones. En sus reportes de agosto y octubre de 2016, la JIM atribuyó al gobierno de Damasco la responsabilidad de tres casos de utilización de cloro y al Estado Islámico un caso de utilización de gas mostaza. Ninguno a un grupo armado sirio.
El segundo punto presenta los propios hallazgos franceses, en particular una “evaluación nacional” de sus servicios de información emitido el 26 de abril de 2017, tras el ataque con gas sarín de Jan Sheijun el 4 de abril del mismo año, que ocasionó la muerte de 80 civiles.
Francia ha recolectado 44 acusaciones de recurso a armas químicas y sustancias tóxicas en Siria desde aquel ataque, de los cuales 11 casos permiten presumir su “naturaleza química”, en la mayoría de ellos con cloro. Sospecha también del uso de neurotóxicos el 18 de noviembre de 2017 en Harasta.
El reporte infiere que ha sido a partir del veto ruso en el Consejo de Seguridad de la ONU para continuar con el mandato de la JIM –lo cual ocurrió en noviembre de 2017–, que se ha recrudecido el uso de armas químicas en Siria.
Se señala que “una multiplicación de los ataques con gas cloro desde el comienzo de la ofensiva de Guta oriental ha sido claramente constatada y establecida”, y que “una serie de agresiones precedió el ataque mayor del 7 de abril pasado, en el marco de una ofensiva global con al menos ocho embestidas con gas cloro en Duma, Al Chifouniye o Hamourriyeh.
El reporte concluye: “Francia estima entonces que, sin duda alguna, un ataque químico fue cometido contra civiles en Duma el 7 de abril de 2018, y que no existe otro escenario plausible que aquel de una acción de las fuerzas armadas sirias en el cuadro de una ofensiva global en el enclave de Duma oriental”.
*Esta columna Europafocus fue publicada el 9 de mayo de 2018 en el portal de la revista PROCESO. Aquí puedes leer el texto original.