Mateo Lafontaine y Década 2 en el Control Fest

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El próximo sábado 28 de abril se presentará en el Control Fest 2018, que se llevará a cabo en el Pepsi Center World Trade Center (WTC) de la Ciudad de México, uno de los proyectos más interesantes que ha dado la escena electrónica nacional: Década 2.

Actuará a lado de figuras internacionales del género como Front 242 o Black Line (el nuevo grupo colaborativo de Douglas McCarthy, del legendario Nitzer Ebb), además de la leyenda viva Gary Numan y otros invitados extranjeros como The Horrors, Luke Vibert, Nonotak Studio, Richard Devine y Tom Furse.

El Control Fest será la oportunidad para que Mateo Lafontaine, el cerebro que dirige Década 2, se saque la “dolorosa astilla” que trae clavada en su memoria desde hace 27 años, cuando el 25 de septiembre de 1991 su carrera en la música electrónica sufrió un duro golpe.

Ese día, Década 2 estaba programado para abrir un esperado concierto en el teatro Ángela Peralta de Polanco con la agrupación belga de estilo Electronic Body Music (EBM), Front 242, que venía por primera vez y en su cúspide al entonces Distrito Federal para presentar su entonces nuevo álbum Tragedy for You, hoy todo un clásico en ese género musical.

Pero como el equipo de sonido llegó con mucho retraso, Década 2 no pudo probar audio y sólo se presentó Front 242. La fecha prevista para el día siguiente fue cancelada por la delegación, tras los disturbios ocasionados por fanáticos que entraron a la fuerza durante la primera.

Lafontaine, comenta en entrevista con Apro, se sentía hundido: No sólo había sido privado de tocar con las estrellas internacionales del EBM, sino que además era objeto de una campaña de desprestigio que llamaba a boicotear sus conciertos por su presunta inclinación por el nazismo.

Tal campaña fue encabezada por Danny Yerna, un belga que en los años 80 fundó al norte de la capital el autodenominado “Templo del underground”, el bar Tutti Frutti, donde era DJ, además de que conducía un programa de radio en la extinta Stéreo Joven.

El Tutti Frutti cerró sus puertas a principios de los 90 y Yerna, hoy conocido como Wakantanka, sigue viviendo en México dedicado a las perforaciones corporales (piercings). Ha regresado a poner música en las fiestas que rememoran el Tutti Frutti y que se han organizado este año en el bar El Imperial y el Foro Bizarro.

“Fue un golpe tremendo”, confiesa Lafontaine. “Danny y todos ellos [quienes lo acusaron de neonazi, según él sin fundamento]lo habían logrado. No fue culpa suya que se clausurara el evento; pero sí de que el ambiente se enrareciera. Pegaron panfletos [llamando al boicot del concierto]en los postes de luz”.

Poco después, Década 2 tenía también planeado un concierto en el Teatro Ángela Peralta con otra conocida agrupación de la escena electrónica mexicana, LLT (Los Legendarios Tlaconetes), cuyo logotipo, una hélice, apareció en los pósters de la publicidad.

“Danny propagó que era una cruz de hierro nazi”, comenta Lafontaine. Ese concierto también fue suspendido en medio de sospechas de fascismo. “Perdono, pero no olvido”, afirma.

–¿Qué representa para Década 2 poder finalmente tocar con Front 242 después de 27 años de aquellas presentaciones fallidas?

–Personalmente diría que ya podré dormir tranquilo. El de 1991 fue un golpe terrible. A partir de entonces, Carlos García [que formaba parte del dueto original]dejó Década 2 y sólo lo invitó a tocar de vez en cuando por nostalgia. Nos robaron no sólo un concierto, enrarecieron la escena y contribuyeron para que se fuera abajo. Y claro, ese momento coincidió con el ascenso de los dj’s y la cultura rave.

“Era muy político en mis shows, pero la gente entendía lo contrario a lo que yo quería: Yo gritaba por la liberación de los presos políticos y el público pensaba: ‘¡Éste es Hitler!’; incorporaba textos totalmente de izquierda a mi música, pero con un toque sinfónico, con cornos franceses y decían que era un neonazi”, deplora con cierto humor el compositor.

Orozco inspiró su logo

Mateo Lafontaine fundó Década 2 en 1985, después de un frustrado proyecto llamado Década Hoy, del cual se separó luego de su primera tocada.

No se adaptó al formato de grupo de rock ni compartía las intenciones de los demás integrantes de querer sonar a la banda New Order, que consideraba melosa, cuando él había bautizado a la agrupación con ese nombre en homenaje al universo obscuro y al mensaje deprimente de la canción “Decades” de los británicos Joy Division, cuyo cantante, Ian Curtis, se suicidó en 1980 transformándose en un ícono juvenil.

Anteriormente, Lafontaine había formado con su hermano Mario el efímero dúo burlesco María Bonita, que tuvo bastante éxito en el circuito underground de la Ciudad de México gracias a una combinación de crítica irreverente y transgresora y su propuesta musical electrónica.

Década 2 se inspiró en las corrientes europeas de vanguardia, la estética del monumentalismo soviético y de la pintura y la arquitectura mexicanas de principios del siglo XX. Su logotipo, un engrane, está basado en el mural Hombre en llamas de José Clemente Orozco, ubicado en el Centro Cultural Cabañas de Guadalajara.

El proyecto de Lafontaine se ganó un lugar emblemático en la escena musical de los 80 sin haber realizado un solo disco oficial, aunque es memorable su participación en las compilaciones From Trance to Cyber de 1994, y Toltecnica de 1999, ambas con la extinta disquera Opción Sónica.

Dedicado a la publicidad desde muy joven y un tiempo a la dirección artística de grupos juveniles prefabricados en Televisa por el productor Luis de Llano, Lafontaine evitó a toda costa que su música fuera “tocada” por el interés mercantil. Fue hasta 2016 que salió su álbum The Vox-Volumen 1, que recopila material compuesto entre 1985 y 1989. Su nuevo material se puede encontrar en la plataforma Soundcloud.

En una reciente entrevista en la radio, Lafontaine explicó que antes de que muriera en octubre de 2014, Jesús Bojalil, mejor conocido como El Capitán Pijama (uno de los pioneros del movimiento electrónico en nuestro país) le dejó una carta en la que le pidió que no cometiera el mismo error que él, que fue guardarse su obra musical.

–¿Qué aportó Década 2 a la escena electrónica nacional?, le pregunta este reportero.

–Tal vez sin proponérselo Década 2 fue un puente entre las subculturas post-punks y new wave, con todas las corrientes mucho más avant-garde como el industrial. Era una época donde en México nadie hacía absolutamente nada de eso. En 1987, Década 2 estaba haciendo tecno cuando en México nadie lo hacía, y lo mismo con el acid house cuando se hacía en Bélgica, no en nuestro país.

Lafontaine comenta que Jozef Devillé, el director del multipremiado documental The Sound of Belgium, que narra la historia de la música electrónica belga, se sorprendió hace poco cuando escuchó lo que hacía Década 2 en los 80. Y lo mismo manifestó el británico Douglas McCarthy, de Nitzer Ebb, una de las bandas fundadoras del EBM.

“En aquellos años –subraya– fuimos los primeros en difundir desde EBM hasta New Beat en un programa de radio que se llamó Éxtasis 1-01 en Rock 101, cuyo eslogan era ‘Total y absoluto rock and roll’”.

“Revolución y Gente Pagana”

Década 2 está cumpliendo su aniversario número 33, cifra que para los masones como Lafontaine es importante, porque equivale al grado mayor al que pueden aspirar. Para él representa también su reencuentro con Front 242 y la extraordinaria oportunidad de alternar con Gary Numan:

“Él nos enseñó a todos”, dice con admiración. Adelanta que casi todo el material musical que Década 2 presentará en el Control Fest será nuevo y fiel a su estilo original, aunque, revela que “habrá algunas sorpresas para los de mi rango de edad”. Su espectáculo, como de costumbre, llevará un nombre: Revolution and Pagan People.

“La revolución no se hizo para admirarla, sino para continuarla, y el paganismo tiene que ver con que cada canción que toque tiene una obsesión fetichista”, explica.

A pesar de que Década 2 sigue expresando una postura política, Lafontaine observa que ahora se enfoca más a “los problemas mentales y de soledad que sufren las personas en las sociedades actuales”.

–¿Y cómo encuentra la escena electrónica actual en México?

–Algunos proyectos me dan cierta esperanza, pero son pocos. Me gusta el productor [michoacano]AntiGravity, o Nueve Vidas del artista Luis Trasto, quien hace música con modulares y es muy propositivo.

Confiesa que la música dance (bailable) siempre le ha causado mucho problema. Señala:

“Mi música se puede bailar, pero no es su fin último. Cuando componía música en los años 80 hacía mis rolas en función de lo que sentía o creía, y no de las revoluciones por minuto” (RPM), que regulan la intensidad de la música y que pueden definir géneros de moda.

Lafontaine abunda:

“Muchos de los grupos que escuchaba en esa época estaban formados más por estudiantes de arte que de música. Su arte era muy político y con un componente conceptual muy fuerte, muy unido a expresiones como el performance y el happening. Eran grupos muy devotos de las vanguardias de la primera mitad del siglo XX y conformaban movimientos artísticos, no sólo musicales”.

Lamenta lo que llama “la pose falsa y la finalidad dance” de la electrónica actual.

“Hay algo que me parece más trágico: nunca me imaginé que en 2018 la gente siguiera hablando de tecno y de house, y ahora de EBM y de industrial. Nunca me imaginé que en el siglo XXI siguiéramos con estos géneros. Además, la falta de cultura musical es increíble. Hoy se le llama industrial a Front 242 o a [el dueto mexicano radicado en Alemania]Hocico. El industrial es una música experimental cero bailable, que se hacía a finales de los años 70 y principios de los 80. Son los primeros discos de grupos como Einstürzende Neubauten, Test Department o Throbbing Gristle. Pero cuando posteriormente se comienzan a meter ritmos a los ruidos, nace el post-industrial”, explica.

Mateo Lafontaine afirma que Década 2 “proviene de una escena donde los grupos tocaban, tenían algo qué decir y hacían un show en el escenario”. Y concluye:

“Yo no podría salir como salen hoy los chavos con un controladorcito, una hoodie (sudadera con capucha) y estar toda la noche apretando botones. Si yo pago un ticket quiero que el artista se rompa la madre en el escenario. La música electrónica sólo bailable es desechable”.

*Esta entrevista fue publicada el 26 de abril de 2018 en el portal de la revista PROCESO. Aquí puedes leer el texto original.