Cereales de caja: la dulce hipocresía

BRUSELAS.- Mientras, por un lado, las autoridades mexicanas de Salud se declaran comprometidas en la lucha contra el grave problema de la obesidad en el país -causada, entre otros factores, por el consumo de comida altamente endulzada-, por otro, permiten que los cereales que venden las compañías Kellogg’s y Nestlé contengan mayores cantidades de azúcar que los que éstas ofrecen en otros países y excedan las dosis recomendadas por nutriólogos.

Lo anterior se desprende de un estudio publicado recientemente por el proyecto World Action on Salt & Health (WASH) de la Escuela de Medicina y Odontología de la Universidad Queen Mary de Londres, al cual tuvo acceso este semanario.

El estudio Sondeo global 2016 de cereales para el desayuno analizó 19 marcas de cereales consumidas en 29 países de todo el mundo y fabricadas por la estadunidense Kellogg’s y la suiza Nestlé. De las 17 que se venden en México, nueve aparecen en los tres primeros lugares en cuanto a la cantidad de azúcar que contienen. El nivel de azúcar más elevado lo tienen Froot Loops, Honey Smacks y Frozen, de Kellogg’s.

La nutricionista del programa de salud mundial de WASH Saadia Noorani explica a Proceso que no existe ninguna recomendación internacional oficial acerca de la cantidad de azúcar que deben contener los cereales. Sin embargo, dijo, en Reino Unido se estableció un etiquetado voluntario en los paquetes en el que se informa al consumidor que una cantidad superior a 22.5 gramos de azúcares totales por cada 100 gramos es clasificado como “alta” concentración, mientras que una inferior a cinco gramos es “baja”.

Aveen Bannon, fundadora del Centro de Nutrición de Dublín y miembro del Instituto Irlandés de Nutrición y Dietética, considera que una opción de cereal que contenga menos de 10 gramos de azúcar es “aceptable” e “ideal” si ese volumen es inferior a cinco gramos.

En México, los cereales de Kellogg’s, principalmente, sobrepasan por mucho esos referentes. Su marca Frozen contiene 31.3 gramos de azúcar por 100 gramos del producto; Fruti Lupis, 40 gramos, y Honey Smacks, hasta 56.7 gramos, lo que lo convierte en el cereal más azucarado de todas las muestras del estudio.

Otras presentaciones de sus cereales también exceden en México una dosis saludable: Zucaritas (Frosties en otros mercados) contiene 40 gramos de azúcar (el más endulzado detrás de los que se comercializan en Australia, Nueva Zelanda y Argentina); Choco Krispis (Coco Pops en otros países), 36.7 gramos (sólo después de los que se venden en Estados Unidos y Hong Kong); y Crunchy Nut Cornflakes, 32.3 gramos (detrás de siete países donde el mismo cereal contiene 35 gramos de azúcar).

Nestlé también ofrece a los mexicanos productos altamente azucarados: su cereal Lion contiene 29.7 gramos de azúcar (la mayor cantidad de esa línea); Cherrios Honey 28.7 gramos (el más endulzado después del que se consume en Hong Kong), y Cookie Crisp 30 gramos (el tercero con más azúcar detrás de los vendidos en Estados Unidos y Qatar). El cereal Nesquik, que se encuentra en el mercado mexicano presenta 29.7 gramos de azúcar, por lo que es el tercero más endulzado tras los que se consumen en Argentina y Canadá, con 30 y 31 gramos, respectivamente.

Negocio redondo

Kellogg’s concentra 43% de las ventas de cereales para el desayuno en México, seguido por Nestlé, con 18%, según datos recientes de la empresa global de inteligencia comercial Euromonitor.

El mercado mexicano representa cerca de la mitad del negocio de Kellogg’s en Latinoamérica.

En una entrevista con el periódico El Universal, publicada el 10 de octubre pasado, el presidente de Kellogg’s Company México, Alberto Raich Ortega, señaló que los cereales representan 60% de su producción actual y de sus ventas. En la misma nota, el directivo se jactó de que “México es la quinta operación más grande de Kellogg’s (en el mundo) y es visto como un motor de crecimiento para la organización, por lo tanto crece por encima de la media que reporta la compañía”.

El valor del mercado mexicano de cereales preparados es de aproximadamente 690 millones de dólares.

La población infantil conforma 53% de los consumidores de la totalidad de los cereales para el desayuno. En ese segmento Euromonitor reportó un crecimiento de 5% el año pasado, el cual dejó ventas superiores a 6 mil millones de pesos.

México ocupa el primer lugar del mundo en obesidad en niños y adolescentes, y el segundo en adultos, detrás de Estados Unidos. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición arroja que uno de cada tres niños y adolescentes –y siete de cada 10 adultos–, padece obesidad o sobrepeso. En total se estima que el problema afecta a más de 10 millones de escolares de entre cinco y 19 años, e incluso a pequeños desde un año de edad.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad se triplicó en México en tres décadas, lo que ha provocado que casi 10% de la población infantil padezca diabetes. Si los mexicanos continúan con sus malos hábitos alimenticios, advierte la organización, casi 40% de la población estará enfermo de diabetes dentro de 30 años.

“Creemos que los gobiernos deben trabajar con la industria alimenticia para reducir las cantidades de azúcar que hay en los alimentos procesados a través de una reformulación de sus ingredientes”, expone Noorani, quien también considera importante “frenar la promoción de alimentos no sanos y altos en azúcar y sal”.

Explica que en Reino Unido la norma indica que el consumo diario de azúcar no debe exceder 30 gramos o siete cucharaditas en el caso de las personas mayores de 11 años, y debe ser menor para los niños por debajo de esa edad.

La experta señala que “para abordar un problema tan complejo como el de la obesidad se requiere una amplia gama de intervenciones de política a nivel de población. Éstas deben incluir medidas para reducir el impacto de las influencias que incrementan el consumo –como por ejemplo las promociones–, reducir el contenido de azúcar en alimentos y bebidas, y apoyar a la gente para que tome elecciones más sanas mediante la información y la educación”.

Diferencias “impactantes”

En julio de 2007, la organización El Poder del Consumidor y un grupo de ciudadanos interpuso ante la Procuraduría General del Consumidor una denuncia contra Kellogg’s por el anuncio de uno de sus principales cereales, Zucaritas, al que se acusó de ser “publicidad engañosa” y fomentar la obesidad infantil al “afectar los buenos hábitos alimenticios”.

El promocional dejó de pasar semanas después.

Por esa misma época, la compañía estadunidense abrió en México el llamado Instituto de Nutrición y Salud Kellogg’s, entre cuyos objetivos declarados están los de “informar” y “mejorar los hábitos” de la población en esos aspectos, así como “fomentar un estilo de vida saludable que impacte en el desarrollo de las nuevas generaciones de mexicanos”. Otorga igualmente recursos financieros a investigadores y “forma y actualiza” a profesionales de la salud a través de una “unidad académica” propia.

Ese organismo dispone de un Consejo Asesor integrado por médicos que son o fueron empleados de la Secretaría de Salud.

Tal es el caso de la doctora Sara Elena Pérez Gil Romo, quien es investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, y del doctor Pedro Gutiérrez Castrellón, coordinador del Centro de Investigación e Innovación en Salud Materno-Infantil del Hospital General Dr. Manuel González.

Pero sobre todo, llama la atención la incorporación del doctor Enrique Ruelas Barajas, quien fuera subsecretario de Innovación y Calidad de la Secretaría de Salud y secretario del Consejo de Salubridad General de la Presidencia de la República, cuyo mandato incluía emitir disposiciones obligatorias en materia de salud.

Ese instituto financia la iniciativa Apoyo a Proyectos de Investigación en Nutrición (también llamados premios Kellogg’s contra la obesidad y diabetes), que distribuye un fondo de más de 1 millón de pesos. El jurado de dichos premios está integrado, entre otros, por expertos de instituciones públicas como el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición de la Secretaría de Salud y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

En noviembre pasado, y por primera vez en la historia del país, el gobierno federal emitió una declaratoria de emergencia epidemiológica por el imparable crecimiento del número de personas obesas, con sobrepeso o enfermas de diabetes.

El sondeo de WASH califica como “impactantes” las diferencias que hay entre las mismas marcas de cereal vendidas en distintos países. Ejemplifica con el caso de Honey Smacks, que en México contiene 25% más azúcar que en Bélgica, España, Marruecos, Noruega, Qatar, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos (57 gramos contra 43 por cada 100 gramos de cereal).

Pero hay más casos donde México destaca de manera negativa. La marca All-Bran Flakes contiene 74% más azúcares que en Nueva Zelanda y Australia (20 contra 11.6 gramos); el cereal Frozen contiene 49% más que en Finlandia, Noruega o Kuwait, y lo mismo Rice Krispies en relación con el que se comercia en España y Qatar, mientras que Zucaritas contiene en México 33% más que el que se vende en Pakistán o Hong Kong (40 contra 30 gramos).

En ese sentido, la doctora Noorani comenta: “Observamos que varios países son abastecidos exactamente con el mismo producto mientras que en otros son comercializados productos diferentes con altos niveles de azúcar y sal. Es evidente, por un lado, que los cereales pueden ser elaborados con cantidades más bajas de esos ingredientes, y, por otro, que las empresas necesitan hacer más esfuerzos para modificar la composición de sus cereales en todos los países”.

El presidente de WASH, el profesor Graham MacGregor, afirmó en un comunicado de prensa: “Es chocante que todavía los cereales para el desayuno contengan cantidades tan extremadamente altas de sal y azúcar”. Refirió que tratándose de las productoras más grandes de tales cereales en el mundo, “Kéllogg’s y Nestlé necesitan demostrar que pueden actuar a favor del interés de sus consumidores y reducir los niveles de azúcar de sus alimentos para que puedan salvar vidas”.

*Este reportaje fue publicado en la edición 2014 del 25 de febrero de 2017 de la revista PROCESO