Hasta hace dos años Corea del Norte sólo disponía de misiles de corto alcance y había fracasado con los de capacidad intermedia. En mayo pasado probó con éxito uno que puede llegar a Guam, en el Pacífico, y en julio realizó dos ensayos con otro más avanzado, capaz de golpear la costa oeste de Estados Unidos. ¿Cómo fue posible ese salto tecnológico? Michael Elleman, experto del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, lanza una explicación: el régimen de Kim Jong-un –cuyo embajador fue sorpresivamente expulsado de México– adquirió motores de origen soviético en Rusia y Ucrania, “probablemente a través de canales ilícitos”.
BRUSELAS (Proceso).- Corea del Norte –que el pasado domingo 3 llevó a cabo la más importante prueba atómica de su historia– es el único país que “en tan poco tiempo” ha conseguido pasar de misiles de corto y medio alcance a misiles balísticos intercontinentales (ICBM), afirma un reporte elaborado por el físico Michael Elleman, investigador del prestigioso Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con base en Londres, y uno de los mejores expertos en el sistema norcoreano de defensa.
Publicado el pasado 14 de agosto, el reporte de Elleman refiere que el motivo de tan rápida progresión del programa de misiles de largo alcance norcoreano es simple: el régimen de Kim Jong-un adquirió motores obsoletos de propulsión líquida de alto rendimiento de origen soviético, y lo hizo a través, “probablemente, de canales ilícitos” en Rusia o Ucrania, o en ambos países.
“La evidencia disponible indica claramente que el tipo de motor de propulsión líquida que usa Corea del Norte está basado en el modelo soviético RD-250, y ha sido modificado para operar como fuerza de propulsión de sus misiles balísticos Hwasong 12 y Hwasong 14”, expone el documento –del que Proceso tiene copia– titulado El secreto del éxito de los ICBM norcoreanos.
El reporte de Elleman refiere que “no existe evidencia que sugiera” que los ingenieros norcoreanos consiguieron diseñar, desarrollar y fabricar sus propios motores de propulsión líquida a partir de cero, y tampoco clonando aquellos de manufactura soviética de los misiles Scud y Nodong que el país importó en el pasado. Mucho menos pudo fabricar uno de propulsión de alto rendimiento capaz de generar un empuje de 40 toneladas, necesario para hacer despegar los Hwasong, que podrían transportar cabezas nucleares, las cuales aún se duda que pueda producir la industria atómica norcoreana.
El investigador precisa que hasta hace dos años Corea del Norte disponía de un arsenal basado en misiles de corto y medio alcance, y en uno de capacidad intermedia, el Musudan, que fracasó repetidamente en las pruebas de vuelo.
Pero “de pronto”, dice, en mayo pasado el país logró probar con éxito el misil balístico intermedio Hwasong 12, y en dos ensayos –el 4 y 28 de julio–, el ICBM Hwasong 14, que es un misil más avanzado, de “dos fases” de vuelo.
El primero, con un alcance de hasta 4 mil 500 kilómetros, puede llegar a Guam, una isla –territorio estadunidense no incorporado– en el Pacífico; el segundo podría golpear la costa oeste de Estados Unidos al alcanzar una distancia de entre 7 mil y 9 mil kilómetros, pero siempre y cuando cargue una cabeza nuclear cuyo peso máximo sea de 650 kilogramos.
Modelo modificado
El análisis de Elleman se fundamenta en la observación detallada de fotografías de los citados misiles balísticos norcoreanos, y en el profundo conocimiento con que cuenta de sus componentes y del mercado global de los mismos.
Para comenzar, Elleman señala que antes de los Hwasong, Corea del Norte usaba misiles de combustible líquido (que deben ser reabastecidos justo antes de ser lanzados), los cuales fueron diseñados y fabricados por la empresa rusa Makeyev, con un motor producido por la compañía, también rusa, Isayev.
Lo más seguro, apunta Elleman, es que el motor de los Hwasong fue conseguido en otro país con una poderosa industria de misiles, pero descarta que haya sido en Estados Unidos, Francia, China, Japón, India o Irán, ya que el motor norcoreano en cuestión (compuesto de un motor principal y cuatro auxiliares más pequeños) no se asemeja físicamente a los hechos en tales países, que tampoco producen motores con propergol (o combustible de misil) almacenable ni con la propulsión liberada por los Hwasong.
Resta una posibilidad: los motores que fabricó la extinta Unión Soviética.
Como las compañías proveedoras del régimen norcoreano –Isayev y Makeyev– no están asociadas a tales motores, Elleman dice haber realizado una “investigación exhaustiva” y encontrado una firma que pudo proporcionar un motor con las características específicas: Energomash VP Glushkó, que alguna vez fue la oficina estatal soviética de diseño experimental de misiles, fabricante del RD-250.
Con la información disponible, Elleman reconstruye una historia sorprendente, y que antecedió al envío de los motores a Corea del Norte.
Resulta que para poder utilizar el motor RD-250 con sólo una cámara de combustión (y no con las dos del tipo original), los ingenieros norcoreanos necesitaban fabricar una nueva turbo-bomba o modificar la única disponible para alimentar de propergol al proyectil.
Tenían prisa, pero carecían de la preparación. Sólo eran capaces de hacer ese trabajo los técnicos de Energomash o de KB Yuzhnoye, una empresa situada en Ucrania que también conocía aquel modelo porque había surtido a la primera de cohetes para satélites en la época soviética.
Elleman se inclina por pensar que los motores fueron modificados en las fábricas de aquellas empresas, ya que en Corea del Norte no existe ni un complejo de producción donde los ingenieros rusos y ucranianos hubieran podido efectuar los cambios.
Aporta otro dato de importancia: expertos occidentales que en 2016 visitaron las instalaciones de KB Yuzhnoye en Ucrania le comentaron a Elleman que un motor de una sola cámara de combustión estaba siendo exhibido en una universidad cercana, y que incluso un ingeniero local se jactó de que su compañía lo había fabricado.
En su reporte, el investigador reconoce que no está claro por qué no se exportaron a Corea del Norte los RD-250 originales con doble cámara de combustión y más potentes, aunque él deduce que fue una condición impuesta por los vendedores por alguna razón.
Aclara que, en todo caso, combinado con un sistema de dos fases de vuelo –que es el caso del Hwasong 14–, el motor modificado que recibieron los norcoreanos genera la suficiente fuerza dinámica para enviar un misil balístico hasta las ciudades de la costa oeste estadunidense.
Lo anterior parece creíble, dado que tras el ensayo terrestre llevado a cabo en septiembre de 2016, el propio gobierno de Kim Jong-un anunció que se había utilizado un nuevo diseño de bomba y que el motor a prueba tenía una fuerza de propulsión de 80 toneladas… como la del RD-250.
Mercado negro
Se ignora el total de motores RD-250 que fabricaron Rusia y Ucrania, pero con seguridad se puede hablar de “cientos o más” de unidades que están almacenadas en las instalaciones de KB Yuzhnoye, en la parte prorrusa de Ucrania, o en depósitos en Rusia, donde se daba mantenimiento al cohete Tsiklon-2 que los usaba, menciona el reporte de elaboró Elleman, quien tampoco descarta que se encuentren en una o más de las muchas fábricas propiedad de Energomash en territorio ruso.
Puntualiza que como esos motores son obsoletos y ya no son explotados, no hay vigilancia sobre ellos. Lo que sigue es sencillo: “Un pequeño grupo de empleados descontentos o guardias mal pagados en alguno de los sitios de almacenamiento, y con acceso a los motores de propulsión líquida, podrían ser tentados a robar unas docenas para alguno de los muchos traficantes de armas ilícitas, redes criminales, o contrabandistas internacionales operando en la antigua Unión Soviética”.
Los RD-250 miden menos de dos metros de altura y uno de ancho, por lo que, plantea Elleman, pueden ser transportados por avión o, “lo más probable”, por tren a través de Rusia hasta Corea del Norte.
Para robustecer ese escenario, el experto explica que Corea del Norte tejió fuertes relaciones con esas redes ilícitas desde los ochenta para desarrollar sus misiles de corto y medio alcance, y que las sanciones de la Organización de las Naciones Unidas lo único que lograron fue estrecharlas aún más.
Señala también que es conocido que agentes norcoreanos buscan tecnología para misiles en Ucrania, donde en 2012, por ejemplo, dos de esos espías fueron arrestados y condenados por las autoridades de ese país por intentar conseguir material informático de la compañía Yuzhnoye.
Y algo más: todos los indicios recabados por Elleman apuntan a que Pyongyang comenzó en 2016 su búsqueda en el exterior de un motor más eficiente, precisamente cuando Yuzhnoye estaba atravesando el peor momento de una crisis financiera.
Los trabajadores de las plantas de la compañía en Dnipropetrovsk y Pavlograd “fueron probablemente los primeros en sufrir las consecuencias de las desgracias económicas, volviéndolos susceptibles a la explotación de traficantes”, insiste Elleman en su reporte.
Agrega que la adquisición del RD-250 modificado le permitió a Corea del Norte comenzar a trabajar la creación de un ICBM más pronto de lo que se esperaba, pero que el Hwasong 14 aún no es un sistema viable operacionalmente y que requiere vuelos de prueba adicionales para evaluar la navegación y las capacidades de dirección del misil.
Si Kim Jong-un quiere disponer de un ICBM más poderoso que pueda golpear de lleno territorio estadunidense, advierte Elleman, el RD-250 “puede proveer una base, pero el desarrollo de un nuevo misil requerirá tiempo”.
Y concluye: “No es tan tarde para que Estados Unidos y sus aliados, junto con China y Rusia, negocien un acuerdo que prohíba pruebas futuras de misiles, que impidan a Corea del Norte perfeccionar su capacidad de aterrorizar con armas nucleares”.
*Este reportaje se publicó el 10 de septiembre de 2017 en la edición 2132 de la revista Proceso.Aquí puedes leer el texto original➲