PVEM impone “el poder del dinero” a los verdes europeos

BRUSELAS (apro).— En febrero pasado se cumplieron ocho años de que el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) fue desconocido por sus contrapartes de Europa al haber realizado una campaña por la reintroducción en el país de la pena de muerte para, supuestamente, apoyar el combate al crimen organizado.

Los verdes europeos acusaron que tal iniciativa pisoteaba la carta de principios fundamentales asumidos por unanimidad en 2001 en Canberra, Australia, por las fuerzas políticas verdes del mundo, incluyendo al propio PVEM.

El 10 de febrero de 2009, por medio de una comunicación escrita, el Partido Verde Europeo –que actualmente agrupa a 32 partidos de 29 países– anunció que “retiraba su reconocimiento” al PVEM como parte de la “familia verde” internacional.

El anuncio fue firmado por la copresidenta del Partido Verde Europeo, la italiana Mónica Frassoni, y los dos portavoces del mismo organismo político: el diputado belga Philippe Lambert –también copresidente del Comité de Dirección– y la eurodiputada austriaca Ulrike Lunacek.

Los verdes europeos llegaron a esa decisión tras un intercambio de correspondencia con sus pares mexicanos para que renunciaran públicamente al apoyo de la pena de muerte, marcándoles un ultimátum para hacerlo. Pero la dirección del PVEM no sólo rechazó retractarse de su polémica campaña, sino que además tachó a sus colegas europeos de “colonialistas” y “antidemocráticos” y se rompió el diálogo.

Según declaró en esa época el diputado Lambert a este columnista, el veto europeo contemplaba no invitar a ningún representante del PVEM a las reuniones de la Global Verde –la red mundial de partidos de esa línea política–, y que los europeos tampoco enviaran a los suyos a las reuniones organizadas por la Federación de Partidos Verdes de América, a la que pertenece el PVEM.

Por eso llama mucho la atención que delegados del PVEM hayan participado formalmente en el Cuarto Congreso de la Global Verde, que tuvo lugar del 30 de marzo al 2 de abril pasado en Liverpool, Reino Unido, y que incluso uno de sus representantes, Raúl Guzmán Enzástiga, que fue asesor de este partido en el Senado, formara parte del Comité de Resoluciones como delegado de la Federación de Partidos Verdes de las Américas.

Además, el PVEM pudo someter al congreso una resolución en la que todos los partidos participantes, incluyendo los europeos, fueron exhortados a condenar la construcción del muro fronterizo con México ordenada en enero pasado por el presidente estadunidense, Donald Trump.

Dicha resolución fue propuesta directamente por otra delegada del PVEM, Patricia Maldonado, también vicepresidenta de la Federación de Partidos Verdes de las Américas y antigua empleada de Televisa.

Como queda evidenciado, la dirección del Partido Verde Europeo nunca convenció a la Federación de Partidos Verdes de las Américas que expulsaran a su integrante más importante y, por mucho, el más opulento, del que prácticamente depende su existencia, como lo ha explicado Silke Helfrich, que entre 1999 y 2007 fue jefa de la oficina para México de la Fundación Heinrich Böll, vinculada al Partido Verde Alemán.

La forma verde de hacer política

Helfrich ha narrado cómo el PVEM despilfarra sin contemplaciones éticas el dinero que recibe en México de sus prerrogativas electorales en la organización de reuniones y congresos de la mencionada federación regional, manteniendo así el control de ésta.

La alemana acusó entonces: “Es su forma de hacer política: ‘yo pago para que te sientas en deuda conmigo’. No hay una estructura sólida entre los partidos verdes latinoamericanos, son grupúsculos, y el poder se obtiene con recursos económicos”.

A finales de 2013 –después de que el PVEM compitiera en las elecciones presidenciales en alianza con el priista Enrique Peña Nieto–, el rompimiento verde europeo ya no parecía ser tan definitivo. Del 28 al 30 de noviembre de ese año se llevó a cabo en La Paz, Bolivia, un importante encuentro de la Federación de Partidos Verdes de las Américas.

A éste acudieron la eurodiputada verde sueca Bodil Ceballos y el entonces secretario ejecutivo del Partido Verde Europeo, Juan Behrend, quienes incluso participaron en un panel de discusión sobre el panorama de la red en Europa.

Tampoco los verdes europeos pudieron sacar a los mexicanos de la Global Verde, una agrupación de 86 partidos de todo el mundo de la que ambos son fundadores.

El PVEM –acusado en México de varios delitos electorales y sus dirigentes de actos de corrupción y abusos de poder– asistió al Congreso de Liverpool a pesar de que la organización del mismo corrió a cargo del Partido Verde Europeo y del Partido Verde de Inglaterra y Gales, además de la estructura permanente de la Global Verde.

Natalia Bennet, la presidenta del Partido Verde de Inglaterra y Gales, principal anfitrión del evento, expresó previamente lo siguiente: “Estamos orgullosos de acoger este emocionante encuentro. La familia verde global está unida frente a los desafíos que compartimos, desde el cambio climático y la crisis de los refugiados hasta asegurarnos que las economías locales generen trabajos para que la gente pueda construirse una vida mejor”.

En un programa de la organización no gubernamental Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz) transmitido el pasado 30 de marzo en Rompeviento Televisión, la eurodiputada verde alemana Ska Keller, copresidenta de su bancada en el Parlamento Europeo, fue cuestionada sobre la relación con el PVEM. Contestó:

“Sabemos que existe un partido con ese nombre en México. Pero no tenemos mucho en común. Eso está muy claro desde nuestra perspectiva. En Europa tenemos la red de los partidos verdes europeos y basamos nuestro trabajo en medio ambiente, pero también en derechos humanos, derechos de las mujeres, de la comunidad LGBT. La justicia ecológica y social en la economía es un tema muy importante para nosotros. Así que nos vemos muy distintos a los verdes mexicanos”.

Ausencia sospechosa

Regresando al congreso de Liverpool, resalta que ningún militante del PVEM apareció dentro del listado de oradores que participaron y que fueron numerosos.

De Latinoamérica hubo ecologistas de Chile, Brasil, Argentina, Perú o Guatemala, pero no de México. No se sabe si lo anterior fue producto de una falta de interés de los mexicanos o de un veto explícito empujado por los europeos.

Con el propósito de despejar esa duda y conocer si continúa el rompimiento de relaciones de los verdes europeos con el PVEM, el 31 de marzo pasado el autor de esta columna habló telefónicamente con Eliana Capretti, jefa de comunicaciones y prensa del Partido Verde Europeo y contacto oficial del congreso con los periodistas.

Pero hasta este miércoles 5 la vocera no había devuelto la llamada con una respuesta; y tampoco Keli Yen, coordinadora de la Global Verde y designada igualmente intermediaria con la prensa para el mismo evento.

Como antecedente, el 6 de junio de 2015 ya se le había pedido a la citada copresidenta de los verdes europeos, Mónica Frassoni, que actualizara la posición del Partido Verde Europeo respecto al PVEM. En un correo electrónico –enviado por este corresponsal a Capretti, su vocera– se recordaba que Frassoni había estado involucrada directamente en la decisión de romper con los verdes mexicanos (ella misma había narrado cómo, durante un viaje a México, pudo ver “con asombro” los espectaculares de la campaña del PVEM por la pena de muerte), y se le preguntaba si el conflicto con ese partido perduraba o si la situación había cambiado.

Ese correo terminaba comentando que todo apuntaba a que el PVEM seguía perteneciendo a la Global Verde y que incluso acababa de ser reconocido por los partidos verdes de América y África como un modelo en la defensa del medio ambiente.

Dicho mensaje quedó sin respuesta, lo mismo que el más reciente. Sin embargo, los hechos certifican que el poder del dinero del PVEM y no el de los principios, invocado por los europeos, terminó imponiéndose en el movimiento verde mundial.

*Esta columna Europafocus fue publicada el 5 de abril de 2017 en el portal de la revista PROCESO. Lee aquí el texto original▶