BRUSELAS (apro).- Impulsados por el hartazgo de los ciudadanos con su élite política desde la crisis financiera de 2007, el Partido Pirata de Islandia casi alcanza el sueño de llegar a ser el primer partido en su tipo en dirigir el gobierno de un país.
Los “piratas” islandeses –que ya contaban con tres diputados nacionales– consiguieron un porcentaje histórico en las elecciones legislativas anticipadas del pasado 29 de octubre, que fueron convocadas luego de la caída del gobierno de Sigmundur David Gunnlaugsson, cuyo nombre apareció en el escándalo de las cuentas de paraísos fiscales reveladas por los llamados Panamá Papers.
Gunnlaugsson no había declarado su participación en una empresa offshore instalada en las islas Vírgenes británicas cuando fue legislador, y la vendió a su esposa al precio de un dólar el día anterior a que entrara en vigor una ley que lo hubiera obligado a declararla.
Fundado y dirigido por la parlamentaria Birgitta Jónsdóttir, una antigua vocera de Wikileaks de 49 años, poeta, informática y punk reivindicada, el Partido Pirata islandés se posicionó como tercera fuerza política al triplicar su porcentaje de votos de 5% a 15% en comparación con las elecciones de noviembre de 2012 (el Partido de la Independencia obtuvo 29% e Izquierda/Verdes 16%, mientras que el Partido Progresista de Gunnlaugsson se desfondó al cuarto sitio con alrededor de 11% de los votos). Así, el Partido Pirata pasó de tres a 10 asientos en el Parlamento, de los 63 totales.
En los sondeos de abril, los “piratas” –cuyo partido fundaron hace apenas cuatro años– captaban hasta 43% de los votos. Pero ese era un escenario poco realista para muchos politólogos entrevistados en aquella época: el escándalo de los Panamá Papers acababa de estallar y la gente estaba muy enojada y manifestándose contra el gobierno.
Días antes de los comicios ese apoyo bajó a 20% en las encuestas, cifra que igualmente planteaba un desafío al sistema partidista islandés. Ese pronóstico incluso dio pie a que el Partido Pirata anunciara un acuerdo inédito con la oposición de izquierda (los socialdemócratas y los verdes) y un partido de centro para formar gobierno si los resultados lo permitían, lo cual aún está por verse.
La principal reivindicación del Partido Pirata islandés es la redacción de una nueva Constitución que fortalezca el derecho a la libertad de expresión y de opinión. Jónsdóttir está rodeada de un equipo de ciberanarquistas, hackers y activistas anticorrupción y protransparencia en las políticas públicas. Está a favor de que Islandia le conceda el asilo político al informador estadunidense Edward Snowden, exiliado en Rusia, así como de una política liberal en materia de drogas y del uso de la moneda digital Bitcoin.
Jónsdóttir manifiesta que su partido quiere “modernizar el sistema” y que ha logrado “encarnar el espíritu de cambio que desean los jóvenes islandeses”.
Las formaciones “piratas” nacieron en Suecia a principios de 2006 con un grito de guerra: la lucha por la libertad total de información y del intercambio de archivos en internet. Representan a una generación de jóvenes que en la década de los 90 disfrutó de las oportunidades que ofrecía un internet con menor control comercial y sin los sistemas de vigilancia y espionaje que terminarían invadiéndola. La filosofía “pirata” se propagó por todo el mundo (incluyendo una pequeña organización mexicana), pero sobre todo en Europa.
A raíz del ataque judicial, por presiones estadunidenses, de las autoridades suecas contra Pirate Bay –el portal gratuito de películas, música, imágenes y otras obras protegidas por derechos de autor, creado en 2003 por jóvenes suecos vinculados al Partido Pirata–, el electorado de ese partido se disparó y en 2009 ganó dos curules en las elecciones del Parlamento Europeo.
Pero las disputas internas, el relevo generacional y el cambio de agenda de las preocupaciones europeas los debilitó. En las elecciones europarlamentarias de 2014 perdieron sus dos representantes suecos y apenas pudo colarse Julia Reda, del Partido Pirata alemán. Los “piratas” parecían haber dejado de ser cool para los jóvenes y haber perdido gas en la competencia política…Hasta ahora, que renacen en Islandia.
Rickard Falkvinge, el fundador del Partido Pirata Sueco y gurú del movimiento contra el copyright, comentó las elecciones islandesas al día siguiente: “Con partidos piratas en unos 60 países, seguimos aprendiendo unos de otros. No hay una respuesta correcta y clara sobre cómo cambiar el mundo; no hay un camino preestablecido a seguir. Todos aprendemos por ensayo y error. Alguien siempre está a la cabeza, y otros pueden aprender de su experiencia. Solía ser Suecia, luego fue Alemania; ahora, definitivamente es Islandia”.
En septiembre de 2006 este columnista entrevistó a Falkvinge, actualmente con 44 años. En ese momento, las elecciones legislativas suecas estaban a la vista y el gobierno de Estocolmo había comenzado su ofensiva contra Pirate Bay. Los “piratas” suecos lograron sólo 0.63% en los mencionados comicios, y los tres fundadores de Pirate Bay terminaron enjuiciados de manera polémica y sentenciados con penas de cárcel.
Las palabras de Falkvinge en 2006 son aún vigentes. Aquí dejo un breve extracto:
–¿Por qué crear un partido político como el suyo?
–Básicamente porque los políticos han elegido no escuchar a la generación más joven, digamos, la que tiene menos de 35 años. En su lugar han elegido escuchar a la industria del entretenimiento, aceptando sin chistar sus puntos de vista. El resultado es que 20% de los votantes han sido criminalizados bajo amenaza de ser encarcelados, lo cual no es muy inteligente hacer en época electoral. Ha habido un gran debate público acerca de la necesidad de reformar las leyes de propiedad intelectual, pero los políticos no han atendido ese debate. La única opción que nos dejaron fue desafiar a los políticos directamente en una batalla de votos, en una elección.
–Algunos periodistas lo describen casi como una estrella del rock. ¿No teme que el actual éxito de su partido sólo pueda ser temporal?
–Me encantaría que esto sólo fuera necesario por un corto periodo de tiempo, y que los políticos se ocuparan del tema. Desafortunadamente no creo que sea el caso (…) No me interesa el éxito del partido, sino que se comprendan nuestras ideas. Eso es más importante para mí. Lo ideal sería que la clase política de repente entendiera el asunto, entendiera los valores en juego, sacara las conclusiones necesarias y yo no tuviera que luchar por esto nunca jamás.
–¿Qué sucederá con su partido si no obtienen un buen resultado en las próximas elecciones?
–Vamos a estar llenos de trabajo, vamos a continuar con el debate público sobre nuestras preocupaciones. Además, como nuestros votantes tienden a ser jóvenes, nuestro apoyo electoral será más extenso en el futuro.
ACTUALIZACIÓN: El Partido Pirata no pudo formar parte de una coalición de gobierno. El actual gobierno lo conforman tres partidos de derecha y el primer ministro es Bjarni Benediktsson, presidente del Partido de la Independencia.
*Esta columna Europafocus fue publicada el 2 de noviembre de 2016 en el portal de la revista PROCESO. Lee aquí el texto original➜