BRUSELAS (apro).- El Grupo de los Verdes y la Alianza Libre Europea invitaron a un evento sui generis con apenas una semana de anticipación.
Con el título de “Ayotzinapa nunca más”, la convocatoria anunció para el martes 9 la presentación de los retratos de cada uno de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero.
[signoff]Crónica publicada el 12 de diciembre de 2014 en el suplemento Prisma Internacional de la Agencia PROCESO[/signoff]Tales retratos –realizados en acrílico por el pintor mexicano Marcos Aranda, quien radica en Bélgica desde hace dos décadas— se han convertido en una especie de estandarte de protesta de la comunidad mexicana que vive en este país, cuya capital hospeda las instituciones de la Unión Europea (UE).
Esas obras acompañaron la manifestación del 30 de octubre ante las sedes de la Comisión Europea y el Consejo de la UE en la glorieta Schuman de Bruselas (el llamado “corazón geográfico” del poder comunitario), y posteriormente la del 23 de noviembre enfrente de la representación diplomática de México, que derivó en un ríspido intercambio de palabras con el embajador Juan José Gómez Camacho, quien invitó a pasar a los manifestantes y que terminó cuando éstos decidieron abandonar el sitio, con la indignación crecida, al toparse con un inamovible discurso oficial.
La idea para el acto del Parlamento Europeo era que cada retrato fuera portado por una persona. Había incertidumbre: no sabían si se juntarían al menos los 43 asistentes necesarios. La cita era un martes de dos a cuatro de la tarde y mucha gente tenía que trabajar, encargarse de los niños o ir a la escuela. En Facebook, los mexicanos le echaban ganas a la difusión del evento.
A la hora de la cita sólo había unos cuantos esperando afuera de la sala de conferencias Petra Kelly, así bautizada en honor a una conocida pacifista alemana del Partido Verde que murió asesinada en 1992.
De pronto, apareció un montón de mexicanos, más de 43: se habían retrasado en los controles de ingreso al Parlamento Europeo. Al entrar a la sala, Aranda iba entregando a cada uno un retrato, que se llevaba para portarlo en su lugar; no fueron colocados por los verdes, como lo mencionaron algunos medios.
Tímidos, la mayoría de los asistentes comenzó a acomodarse al fondo de la sala. Rápidamente se les dijo que podían colocarse en los lugares frente al estrado, donde se sentaron los eurodiputados verdes Ernest Urtasun (España); Bodil Ceballos (Suecia); Molly Scott Cano (Reino Unido), y Josep-María Terricabras (España), además de la activista mexicana Bettina Cruz –de paso por Bruselas para exponer los abusos de las empresas españolas en los proyectos eólicos en Oaxaca–; Marcos Aranda; la consejera de los verdes, Gaby Küppers, y el portavoz de la formación ecologista Quo en el Parlamento Europeo, Florent Marcellesi.
–¿Podemos colgar la bandera ahí? –preguntó una mexicana señalando hacia el centro del estrado.
–Claro, hagan lo que quieran, la sala es nuestra –contestó Marcellesi.
***
En la sala había unas 60 personas, entre activistas mexicanos y europeos y asistentes de otros eurodiputados que habían acudido a tomar notas. Los mexicanos estaban bien organizados: algunos tomaban fotografías, otros videos, y hasta lograron transmitir en vivo por Internet toda la sesión, que duró más de una hora, sólo con ayuda de un teléfono celular que mantuvo en el aire todo el tiempo una chica mexicana.
“No estamos conformes con una cierta pasividad de lo que es una evidente colusión entre el crimen organizado con las autoridades en México”, abrió el eurodiputado Urtasun la sesión, y prosiguió: “Queremos que la UE haga una demanda muy fuerte al gobierno mexicano para que haya una investigación a fondo, para luchar contra la impunidad y el crimen organizado, y aquí vamos a estar nosotros para presionar y que eso se produzca”.
Siguió Aranda: “No estoy aquí para justificar la calidad de mis obras, nosotros estamos aquí presentes para decir a los europarlamentarios y pueblos europeos que estamos cansados de un gobierno que no soluciona nada. Ayotzinapa fue un pretexto para salir a las calles. Seguiré pintando rostros que representen y simbolicen Ayotzinapa. Continuaré con las manifestaciones. Es indigno tener un gobierno que no respeta los derechos humanos”.
Las cuestionamientos al gobierno peñanietista no pararon, como tampoco los aplausos del auditorio, que siguieron al término de casi todas las intervenciones.
La eurodiputada Ceballos señaló que no era la primera vez que sucedían violaciones tan graves a los derechos humanos en México; que en los años recientes el Parlamento sueco envió cartas a las autoridades mexicanas expresando su inquietud por casos específicos, por lo que su deber como eurodiputados era ejercer presión sobre el gobierno mexicano para que se acabe la impunidad.
Solicitó un mejor control de la exportación de armas a México por parte de los países europeos: Austria, Alemania, República Checa, Finlandia, Francia –“un montón”, acotó–, Italia, Lituania, Países Bajos, Polonia, Portugal, España, Suecia y Reino Unido, que otorgaron 162 licencias de compra de armamento en 2012.
“Estamos aquí para ayudarlos en lo que podamos”, concluyó.
“Ayotzinapa no es un caso aislado –dijo Mercellesi en su turno–. Estamos hablando de la misma situación en todo México, con impunidad en todos los niveles de gobierno. Vemos que existe una verdadera connivencia entre el narcotráfico, el crimen organizado y las autoridades locales, pero también federales, y no se puede aceptar: no es posible que haya un Estado que responda al dolor de las familias con más represión y con una ley antimarchas”.
Advirtió: “No queremos modernizar el Acuerdo, porque lo primero es reforzar los derechos humanos en México (…) Pueden contar con nuestro apoyo: estamos del lado de las familias y en contra de, ahora mismo, un Estado fallido”.
Como no había servicio de interpretación disponible en la sala (lo cual no es usual), la eurodiputada Molly, que no habla español, se limitó a agradecer la presencia de los mexicanos y expresar su emoción ante los retratos.
El eurodiputado Terricabras, que es miembro de la delegación para México del Parlamento Europeo, planteó: “Suponiendo que las autoridades mexicanas quieran acabar con la impunidad, si no lo pueden hacer, quiere decir que el Estado está fracasando, que el Estado es débil o parcialmente inexistente, al menos en el estado de Guerrero, pero también en otras entidades”.
Explicó: “Este Estado débil quiere tener buenas relaciones con la UE. Al menos desde nuestro grupo no podemos separar los acuerdos comerciales de los acuerdos de derechos humanos”.
Y refiriéndose a lo dicho por el embajador Gómez Camacho en su comparecencia ante el Parlamento Europeo el 23 de octubre pasado, Terricabras continuó: “Algunos dicen, ‘es que estos acuerdos comerciales no sólo benefician a México, sino también a la UE’. Y yo digo, claro, claro, hay algunos tan sinvergüenzas que se aprovechan de las situaciones y quieren sacar provecho económico, comercial, aunque los derechos humanos no sean respetados. Contra eso estamos. Sólo podemos tener relaciones comerciales decentes con Estados decentes, aunque esto nos perjudique, porque nos perjudica más que se trate a las personas con indignidad”.
***
Durante más de 20 minutos, los mexicanos sacaron el coraje e indignación acumulado contra sus autoridades, empezando por el presidente Enrique Peña Nieto. Fue una especie de catarsis. Pero también muchos se mostraron escépticos de la capacidad política de los verdes para ejercer la suficiente presión sobre las autoridades del país.
“Todo lo que ustedes dicen suena muy bien, pero ¿cómo piensan hacer para que el gobierno mexicano acate la presión de la comunidad europea?”, preguntó una muchacha, que expuso el caso alemán, donde conservadores y socialistas, dijo, rechazaron una moción de los verdes para sancionar a México.
“A mí me da mucha esperanza que haya gente que nos escucha”, dijo otra chica, que pidió a los eurodiputados transmitir la voz de los mexicanos que han sido acallados, “ya que nuestros representantes en el extranjero no lo hacen”.
Precisamente un día antes, el subsecretario para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Juan Manuel Gómez Robledo, se había reunido en Bruselas con funcionarios de la Comisión Europea para exponerles la versión oficialista de las investigaciones en torno a Ayotzinapa. Lo hizo en sigilo, sin avisar a la prensa mexicana, aunque sí se ofreció para entrevistas (a modo) a la televisión belga y a la cadena de noticias Euronews.
El encuentro de los activistas mexicanos con los eurodiputados verdes marcó un hecho inédito. Los manifestantes mexicanos no habían sido escuchados tan abiertamente por un grupo político del Parlamento Europeo, ni siquiera ahora que tanto se ha movilizado la sociedad mexicana y que el mundo volteó a mirar a México tras los crímenes de Ayotzinapa.
El final fue muy emotivo. En lo que se ha hecho también una costumbre en las protestas de los mexicanos en Bruselas, la cantante mexicana Silvia Abalos interpretó una versión politizada de La llorona:
Con tanta muerte en mi patria, llorona
la gente estaba asustada.
Miles y miles de muertes,
las llevan a carretadas.
Casi 200 mil muertos, llorona
sin rostro, sin nombre y sin nada.
Justicia, vamos pidiendo en las calles,
Desde el sur hasta Chihuahua”.
Su última estrofa dice:
43 muchachitos perdidos,
y el gobierno nos miente y nada.
Sus padres andan penando, señora,
los niños de Ayotzinapa”.
Con un nudo ya en la garganta, los asistentes iniciaron la cuenta del uno al 43. Quienes estaban sentados se pararon en una muestra de respeto y muchos, visiblemente emocionados, luchaban en vano para contener las lágrimas. “¡Justicia!”, se coreó al terminar el conteo. Un activista chileno lanzó una arenga que desentonó con el momento y descontroló a los mexicanos, pero el grito de “¡Vivos se los llevaron!”, con la sucesiva respuesta colectiva de “¡Vivos los queremos!”, que se repitió una segunda vez, recuperó el control de la atmósfera, enmarcada por los 43 retratos de los normalistas de Ayotzinapa… O más bien de los 44: un rostro borroso, desdibujado, que representó a Julio César Mondragón Nava, el normalista torturado y desollado por la policía de Iguala el día de los hechos, siempre estuvo ahí, en primera fila.