Por Luis Antonio Huacuja Acevedo*
A partir del segundo semestre de 2014 están teniendo lugar una serie de cambios en las diferentes instituciones de la Unión Europea, que tienen que ver con su composición y funcionamiento, en un momento de importantes definiciones hacia el interior de la Unión, y ante los diversos y complejos retos que plantea el escenario global.
A finales de mayo pasado se llevaron a cabo, en los 28 países de la Unión Europea, los comicios para elegir a los diputados del Parlamento Europeo, única institución comunitaria cuyos miembros son electos por el voto universal y directo de los ciudadanos. La participación apenas superó por una décima la de las elecciones de 2009, pero la nota preocupante fue el importante ascenso de partidos políticos eurófobos o euroescépticos.
Aunque está prevista la reelección, casi la mitad de los eurodiputados ejercen su encargo por primera vez. Estas elecciones han sido las primeras celebradas después de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, en diciembre de 2009, que introdujo diversas modificaciones; entre ellas, la que implica una reducción en el número de eurodiputados, de 766 a 751, y la relativa a la designación del presidente de la Comisión Europea que dispone que, para tal efecto, se habrá de tomar en cuenta el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo, aunque dicho nombramiento recae en los 28 jefes de Estado y de Gobierno reunidos en el Consejo Europeo, para posteriormente ser ratificado por la Eurocámara.
La campaña emprendida por el Parlamento Europeo, que alentaba la participación en las elecciones europeas, hizo creer a los ciudadanos que con su voto podrían decidir quién sería el próximo presidente de la Comisión Europea. En consecuencia, los distintos grupos políticos no perdieron oportunidad y nombraron a sus candidatos.
El grupo político que obtuvo la mayoría de los escaños de la Eurocámara fue el Partido Popular Europeo, de los demócrata-cristianos, que propuso al ex primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker. Sin embargo, la diferencia de votos con respecto al grupo de los socialdemócratas, cuyo candidato fue el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, fue mínima, además de que el Partido Popular Europeo perdió una cantidad importante de escaños con relación a la legislatura anterior y de que, en términos cuantitativos, los socialistas obtuvieron más votos.
Sin embargo, una estricta interpretación de los tratados de la Unión indica que, si bien cabe la posibilidad de tomar en cuenta el resultado electoral, la decisión recae en el Consejo Europeo, que podía inclinarse por una opción totalmente diferente. Así lo llegaron a expresar el actual presidente del Consejo Europeo y la propia Canciller alemana. No obstante, esta última hubiese sido una decisión poco sensata, tomando en cuenta que el propio resultado de los comicios europeos refleja una innegable animadversión de los ciudadanos ante la maquinaria burocrática de Bruselas y las dolorosas medidas de austeridad exigidas durante la crisis económica.
El mes de junio fue determinante para que, por un lado, los socialdemócratas y los demócrata-cristianos se decantaran por robustecer la candidatura de Jean-Claude Juncker y para que, finalmente, en la reunión del Consejo Europeo del 27 de junio, los líderes europeos lo propusieran para estar al frente de la Comisión Europea, con la oposición anunciada del Reino Unido y de Hungría.
En la Unión Europea las decisiones pasan por las negociaciones. El líder de la izquierda helénica, Alexis Tsipras, llegó a afirmar que “los ciudadanos fueron sacrificados en el altar de la austeridad”, haciendo referencia a las medidas de ajuste impulsadas desde Bruselas y cuyo máximo exponente fue, precisamente, Jean- Claude Juncker. Martin Schulz, por su parte, ha sido un crítico de esas medidas, que han acentuado la desigualdad; defensor del empleo y mucho más cercano a los ciudadanos.
Hacía falta, entonces, el fiel de la balanza, que en este caso tiene nombre y apellido: Ángela Merkel. La nueva dama de hierro supo jugar bien sus piezas. Por un lado, desde un inicio dio su apoyo a Juncker, de su misma familia política, pero, al mismo tiempo, vio en Martin Schulz a un importante aliado. El eurodiputado socialista alemán fue parte del equipo negociador para conformar la gran coalición que mantiene en el poder a la Canciller alemana.
El apoyo de Schulz a Juncker para presidir la Comisión Europea, supuso que los partidarios de Ángela Merkel en la Eurocámara dieran su apoyo a Martin Schulz para su reelección como presidente del Parlamento Europeo hasta enero de 2017. Schulz obtuvo una cómoda mayoría, en primera vuelta, con 409 sufragios, de 612 votos válidos, en el primer Pleno del Parlamento Europeo, celebrado el 1 de julio.
La Unión Europea no tomó riesgos y apostó por la continuidad. La decisión combinada de favorecer a Juncker y a Schulz también garantiza que la propuesta hecha por el Consejo Europeo del nuevo presidente de la Comisión Europea será ratificada por el Parlamento Europeo el próximo 15 de julio. Habrá que esperar para conocer los nombres de los comisarios europeos que acompañarán a Jean-Claude Juncker en el Ejecutivo comunitario, y que también deberán ser ratificados por la Eurocámara.
En noviembre próximo dejará su encargo el belga Herman Van Rompuy, por lo que se nombrará también a un nuevo presidente permanente del Consejo Europeo, encargado de coordinar las decisiones de los 28 jefes de Estado y de Gobierno que conforman la Unión Europea, y que iniciará sus funciones el 1 de diciembre. Otro rostro importante a será el de quien asumirá la representación de la Unión ante la Política Exterior y de Seguridad, la perenne asignatura pendiente, en un momento donde existen diversos y muy complicados frentes abiertos, que exigen de la Unión Europea posiciones más firmes y claras.
Finalmente, es importante mencionar que, a partir del 1 de julio, la República Italiana, con un impetuoso Matteo Renzi al frente como Primer Ministro, asumió la presidencia rotativa del Consejo de la Unión Europea para el segundo semestre de 2014, donde ha planteado prioridades muy puntuales: el crecimiento, los ciudadanos y la política exterior, con un importante acento en el problema migratorio. Matteo Renzi llega fortalecido. Es, hoy por hoy, el líder socialista en Europa con más apoyo, al haber obtenido el 40.8 % de los votos en las elecciones europeas. Italia aportó el mayor número de diputados socialistas a la Eurocámara, por encima, incluso, de Alemania. Por lo tanto, será interesante ver si Renzi puede ejercer el necesario contrapeso político que ha dejado vacante un malogrado François Hollande.
La Unión Europea vive un momento de definiciones del que debe salir fortalecida. Tiene la ineludible tarea de convencer al mundo de ello y también de convencerse a sí misma.
(Nota: el 15 de julio pasado el Parlamento Europeo aprobó a Jean Claude Juncker como nuevo presidente de la Comisión Europea).
Articulo publicado el 3 de julio de 2014 en el blog del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI).
*Responsable del Programa de Estudios sobre la Unión Europea en la Coordinación de Posgrado de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (European Union Information Centre). Es candidato a doctor por el Institut Universitari d’Estudis Europeus de la Universidad Autónoma de Barcelona, cuenta con una Maestría en Derecho Público por la misma universidad y con un Posgrado por el College of Europe . Es asociado del COMEXI.