Latidos del corazón de Christian Boltanski

Por Gabrielle Rosales para el portal Fantástico Cotidiano. (Versión editada)

Christian-Boltanski¿Qué es lo que nos confiere identidad como seres humanos? ¿Es acaso nuestro nombre o nuestra fotografía lo que nos hace únicos? En 1891, Juan Vucetich (registrado en Croacia como Ivan Vucêtic y nacionalizado argentino), basado en las observaciones de Francis Galton, analiza las huellas digitales de 645 reclusos de la cárcel de La Plata, comprobando que era posible vincular las huellas dactilares a un solo individuo y a nadie más. En la actualidad, muchos documentos de identidad contienen estos tres elementos (nombre, fotografía y huellas digitales) para respaldar nuestra existencia ante el estado; sin embargo ¿Qué es lo que comprobará nuestra existencia ante el futuro?

Probablemente ésta es la pregunta que se realizó el francés Chistian Boltanski en el 2005 cuando comienza Archives du coeur, proyecto que ha recorrido el mundo reuniendo grabaciones de los latidos del corazón de personas de todas las edades, razas y nacionalidades; los latidos de niños y ancianos de diferentes países como Uruguay, Argentina, Grecia, España, Suecia, Alemania y muchos más conviven en un solo archivo resguardado en Teshima, Japón y han sido presentados en Paris y Londres por solo mencionar algunos; tan solo para el 2011 ya sumaban 47,000 latidos y las personas que contribuyeron con este proyecto tienen las opiniones más diversas en cuanto a él, para muchos constituye una obra de arte mientras que para otros es algo divertido a lo que quieren pertenecer, sea cual sea la razón para colaborar en el proyecto es evidente que el sonido de los latidos del corazón encierra algo especial que nos atrapa y nos fascina, ¿quién no ha acercado su oído al pecho de su amante, su madre o su hijo para escuchar su palpitar?

Pero así como los latidos del corazón transmiten la idea de la fuerza vital del hombre, el acto de registrarlos y archivarlos encierra el hecho de que algún día desaparecerán junto con las personas a las que pertenecen. En octubre del 2013, en Atenas, Boltanski impartió una clase magistral en la Fundación Onassis donde mencionó respecto a esta pieza: “Aquí escucho a veces los latidos del corazón de mi abuela”, “estos latidos representan la ausencia de aquellos a quienes pertenecieron. La isla de Teshima se convertirá en la isla de los muertos, puesto que todos esos latidos allí archivados serán, dentro de unos pocos años, latidos de gente muerta”.

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Esta no es la primera vez que Christian Boltanski maneja el concepto de muerte y archivo. Al nacer en Francia a finales de la segunda guerra mundial –es hijo de padre judío y madre cristiana–, es indiscutible que su obra está plagada de referencias al holocausto aunque trabaja particularmente con los conceptos de recuerdo, archivo y memoria histórica e individual; a lo largo de su quehacer artístico ha experimentado con diferentes tipos de archivos, reconstruyéndolos o creándolos a partir de diferentes elementos como ropa, objetos, voces y fotografías, trabajando in situ en edificios históricos.

A principios de año Christian Boltanski expuso en Carriageworks, Australia, la obra Chance, como parte del festival de Sydney, donde presentó una enorme instalación en la que fotografías de recién nacidos recorrían una compleja estructura de metal al ritmo de los nacimientos y muertes en todo el mundo, invitando al espectador a repensar la vida como obra del azar.