CRÓNICA: Berlín analógica (o ¡deje de ver su teléfono!). Yaotzin Botello

Hace poco estuve en México y me impresionó cómo uno puede estar conectado todo el tiempo. Cada negocio, incluyendo sencillas taquearías, tienen una red wi-fi de la cual colgarse.

Comer un taco y ver la única mención de Twitter a la semana, no tiene precio. Y de a gratis.

Y volteo a las calles de Berlín y veo que nada es igual. Los negocios que tienen w-lan (como se llama al wi-fi en alemán) son muchos, pero pocos o ninguno en varias cuadras a la redonda ofrece la red, ni siquiera a costo de un café.

[pullquote align=”right”]Crónica publicada el 6 de mayo de 2014 en el blog BERLÍN CULMINANTE del periodista mexicano afincado en la capital alemana Yaotzin Botello. La reproducimos con su autorización.[/pullquote]

“No, nuestra red es privada”, dicen unos. “No. En este negocio buscamos fomentar que la gente hable”, dicen otros. “No. No queremos que se nos llenen las mesas con computadoras donde sólo se consume un café por horas”, dicen los más acertados. Al final los cafés y restaurantes son un negocio y de eso viven.

Algunos negocios berlineses -que sí ofrecen o han ofrecido w-lan- han sido incluso multados porque la gente descarga material ilegal de esas redes. En Alemania se vigila mucho cumplir con las reglas que establecen las grandes compañías acerca del quebrantamiento de derechos de autor. Las descargas ilegales son perseguidas por las autoridades.

Pero aunque no haya redes de las cuales colgarse, las personas juegan sin parar con sus teléfonos y computadoras. Los turistas son los que terminan siendo “afectados” porque no tienen planes de pago como los locales. Y ser turista sin acceso a Facebook, Twitter, Instagram o Google Maps, es no ser bien turista.

Yo llevo días queriendo terminar este texto en algún café de Berlín. No había podido hasta hoy mismo que lo publico. Y es que no había encontrado un lugar de donde mandarlo al ciberespacio desde una red pública. Hoy iba caminando por la Friedrichstrasse rumbo a una conferencia en el Ministerio de Exteriores y se me cruzó un Starbucks, un lugar que me cobra 2.35 euros por un café de filtro pero que a cambio me permite quedarme dos horas en su red inalámbrica.

Eso sí: en México Starbucks ofrece un poco más. Ahí uno encuentra en las mesas unas cadenas con candado para que no le roben la computadora.

¿Qué valor se le debe dar al w-lan?