Kiev, sometida a los poderes fácticos

Protesta en Kiev (Foto: Reuters)
Protesta en Kiev

El gobierno de Viktor Yanukovich se negó a firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea, lo que desató las protestas en las calles de Kiev. Tras esa negativa se encuentran los clanes empresariales ucranianos. Son ellos los que dominan la economía y la política en el país y quienes temen perder sus privilegios, sobre todo en el comercio con Rusia, cuyo presidente, Vladimir Putin, se afana en no dejar escapar a Ucrania de su área de influencia.

[pullquote align=”right”] Artículo publicado en la edición del 29 de diciembre de 2013 de la revista PROCESO[/pullquote]

BRUSELAS.- El acuerdo mediante el cual Rusia invertirá 15 mil millones de dólares en títulos del gobierno de Ucrania y rebajará en un tercio el precio del gas comprado al monopolio ruso Gazprom, es “una solución temporal que no resuelve nada. Cualquier otra opción a la modernización de Ucrania llevará a la crisis”, espetó durante una conferencia de prensa Lina Linkevicius, ministro de Asuntos Exteriores de Lituania, país que presidirá la Unión Europea (UE) hasta este martes 31.

Por el contrario, para el primer ministro de Ucrania, Nikolai Azarov, ese “histórico” acuerdo –suscrito el pasado martes 17 en Moscú por el presidente ucraniano Viktor Yanukovich y su par ruso Vladimir Putin– habría “evitado la bancarrota y el derrumbe socioeconómico del país”, y en consecuencia, advirtió, Kiev “ya no dejará a nadie desestabilizar la situación”.

El pasado 21 de noviembre la política exterior de equilibrio entre Occidente y Rusia, que con dificultades intenta sostener Ucrania desde la desintegración de la Unión Soviética en 1991, entró en una nueva crisis.

Ese día Yanukovich anunció que su país, con graves problemas económicos, renunciaba al Acuerdo de Asociación negociado con la UE a partir de marzo de 2012, que incluía un Tratado de Libre Comercio Integral y de Fondo (DCFTA, por sus siglas en inglés).

Yanukovich había solicitado 20 mil millones de dólares en ayuda a cambio de suscribir el acuerdo. Bruselas no aceptó. Yanukovich le propuso entonces a la UE la creación de una comisión tripartita sobre comercio que integrara a Rusia.

Moscú –que persigue la adhesión de Ucrania a la Unión Aduanera que forma desde 2010 con Bielorrusia y Kazajistán y sobre la cual desarrolla la Unión Euroasiática, su propio proyecto de integración “fundado en los mejores valores de la Unión Soviética”– multiplicó los controles aduaneros sobre las mercancías provenientes de su vecino país y amenazó con mayores represalias comerciales si Kiev firmaba el acuerdo con la UE a finales de noviembre último, como estaba previsto.

A raíz de la decisión de suspender el acuerdo con la UE, las calles de Kiev han sido escenario de masivas movilizaciones que exigen la renuncia de Yanukovich y su gobierno por considerar que vendieron el país a Putin. Estallaron fuertes enfrentamientos con las fuerzas de seguridad del régimen y el domingo 8 fue derribada por nacionalistas ucranianos una estatua de Lenin erigida en el centro de Kiev, en un evidente ataque a los símbolos rusos.

Las manifestaciones fueron apoyadas por los líderes proccidentales Viktor Yushchenko y la empresaria Yulia Timochenko, ésta última sentenciada en 2011 a siete años de cárcel por haber excedido sus poderes en 2009, cuando era primera ministra, al firmar con Rusia un contrato de gas desventajoso para el país, el cual es anulado ahora por el nuevo acuerdo. Ambos lograron revertir en 2004 el fraude electoral a favor de Yanukovich (respaldado por Putin), lo cual derivó en la llamada Revolución Naranja, que sin embargo no pudo desarticular la vieja red de intereses.

Desde el 24 de noviembre los manifestantes proeuropeos mantienen entre barricadas un campamento de protesta en la Plaza de la Independencia de Kiev, donde recibieron la visita el martes 10 de la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la británica Catherine Ashton.

Una semana antes, el martes 3, el Parlamento había examinado una moción de censura propuesta por la oposición contra el gobierno de Yanukovich, acusado de “traicionar al pueblo de Ucrania”. Pero el texto sólo fue sostenido por 186 votos de los 226 necesarios para ser aceptado.

 

“Error” europeo

 

En entrevista, Natalia Vikulina –corresponsal de Euronews, cadena multilingüe de información creada por varios medios públicos y la cual transmite en ucraniano desde 2011– explica: “Yanukovich también es el presidente del Partido de las Regiones, la principal bancada en el Parlamento.

“Muchos de sus miembros vienen de la parte oriental de Ucrania, donde la gente suele apoyar más a Rusia. Principalmente son originarios de Donetsk, una región en la que hay numerosas minas de carbón y que tiene fuertes vínculos económicos con Rusia, más que el resto del país. En el este la población habla ruso, y en la parte occidental, que es muy nacionalista, se comunican en ucraniano.”

Agrega: “El Partido de las Regiones tiene 210 curules en el Parlamento –de un total de 450– y es apoyado por el Partido Comunista, el cual dispone de 32. Ambos partidos aseguran que la firma de un acuerdo con la UE provocará un desastre económico. Rusia ha advertido a Ucrania que retirarán del país todas sus industrias y muchos quedarán desempleados. Por otro lado, los beneficios del acuerdo con la UE no serían inmediatos, sino de largo plazo”.

En Ucrania, expone Vikulina, se tiene la percepción de que la UE “cometió un error” al condicionar la firma del acuerdo a la liberación previa de Timochenko para que reciba tratamiento médico en Alemania.

“Bruselas”, analiza la periodista, “esperaba que el anhelo de Kiev por el acuerdo funcionara como incentivo para encontrar alguna forma de liberar a Timoshenko. Pero la UE subestimó a Putin: meses antes, en agosto, el presidente ruso había demostrado su poderío político al convencer a Armenia de no firmar un Acuerdo de Asociación con la UE”.

Este acuerdo estaba planeado para concretarse en Vilna, Lituania, durante la Cumbre de la Asociación Oriental (en la que participan la UE y países de la antigua órbita soviética), los pasados 28 y 29 de noviembre. Armenia eligió adherirse a la Unión Aduanera con Rusia.

Pero Ucrania sigue siendo “la parte más grande del pastel” para Moscú, reitera Vikulina. “Ucrania mantiene fuertes vínculos históricos; es el país más extenso, después de Rusia, de los que formaron la antigua Unión Soviética, además de que es el más grande de Europa en términos de superficie y el quinto en términos de población (48 millones de habitantes)”, sin contar a Rusia y Turquía.

 

Hombres del poder

 

Slawomir Matuszak es especialista del Centro de Estudios Orientales, un think tank polaco enfocado al análisis de los países exsoviéticos y experto en Ucrania.

En el estudio La democracia oligárquica: la influencia de los grupos económicos sobre la política ucraniana, publicado en septiembre de 2012, Matuszak afirma que “ninguno de los oligarcas del país está interesado en introducir la libre competencia”, rusa ni europea, “ya que cambiaría la naturaleza de sus actividades económicas”.

Explica que desde mediados de los noventa en Ucrania se afianzó un sistema de clanes que mezcla el poder político y el económico. “La actual permeabilidad mutua de los negocios y la política, la posibilidad de comprar veredictos judiciales y adoptar leyes hechas a la medida de las necesidades de ciertos grupos de poder crea las condiciones perfectas para el aumento de sus fortunas”, asevera Matuszak.

El investigador expone que con la llegada de Yanukovich a la Presidencia en febrero de 2010 se encumbró en el poder el llamado clan Donetsk, cuya mayor fuente de riqueza proviene de la industria metalúrgica. Varios miembros del gobierno están vinculados con el principal oligarca del clan, Rinat Ajmetov, el hombre más rico del país y quien ha basado su poderío en la industria metalúrgica, la producción de energía eléctrica y los medios.

Ajmetov apoyó en 2004 la campaña de Yanukovich –gobernador de la provincia de Donetsk entre 1997 y 2002– y en 2006 obtuvo una diputación por el Partido de las Regiones, que nació en 1997 y en el cual militan los miembros del clan, que también lo financian. El primer ministro Azarov pertenece a la vieja guardia del clan.

El segundo clan más poderoso ligado a Yanukovich es el Grupo RUE, así conocido por el acrónimo de la compañía RosUkrEnergo, que actuó entre 2004 y 2009 como intermediaria de las importaciones de gas ruso.

Su dirigente es el empresario del sector gasero y la industria química Dmytro Firtash, quien poseía 45% de las acciones de RUE. Esa compañía fue liquidada por el gobierno de la Revolución Naranja de Timochenko, quien a su vez proviene del clan Dnipropetrovsk, grupo de la región este dominante en los noventa.

Otros prominentes miembros del Grupo RUE son o fueron miembros del gabinete de Yanukovich: el vicepresidente y exministro de Energía, Yuriy Boyko; el empresario, exviceprimer ministro y exjefe de los servicios de seguridad del Estado, Valeriy Khoroshkovsky; y el jefe de la Administración Presidencial, Serhiy Lyovochkin.

“Todos los miembros del Grupo RUE se han ganado la reputación de ser políticos prorrusos, no por una cuestión de ideología, sino por varios arreglos oscuros que han cerrado con representantes del capital ruso o por cabildear abiertamente a favor de los intereses de Moscú”, explica Matuszak.

Para él, el acuerdo de reducción del gas ruso, de 425 a 268.5 dólares por mil metros cúbicos del energético, está en línea con los intereses de Firtash y de otros oligarcas de industrias pesadas, cuyas plantas de químicos han estado perdiendo competitividad a causa del alto precio del combustible.

El experto plantea que un análisis de las exportaciones globales de Ucrania arroja una aparente diversificación: 38% a la Comunidad de Estados Independientes (Rusia y otros nueve países exsoviéticos); 26% a la UE y el 36% restante a otros países.

Sin embargo, observa, la mitad de sus exportaciones se concentra en los sectores de la metalurgia, la agricultura y la industria química, y se destina en su mayor parte a países de Medio Oriente y del sur de Asia. Más relevante aún: sólo un país, de los seis con los que Ucrania tiene una balanza comercial positiva superior a mil millones de dólares, es miembro de la UE: Italia.

Siguiendo esa línea, el investigador polaco remarca que Ucrania vende a la UE materias primas; en cambio, exporta a Rusia productos industriales sofisticados que no son competitivos en el mercado europeo. En total, los rusos adquieren 29% de sus exportaciones.

“El DCFTA convertirá a Ucrania en un mercado más abierto, pero difícilmente redundará en un incremento significativo de sus exportaciones a la UE y únicamente ampliará su déficit comercial con ésta”, advierte el estudio.

Rusia es el principal socio comercial de la mayoría de los oligarcas ucranianos, incluyendo aquellos que tienen prioridades en otros mercados, asevera Matuszak, y cita los casos de Ajmetov y Viktor Pinchuk, cuyas empresas venden a los rusos acero para construir gasoductos. A esta misma oligarquía, considera el experto, beneficiaría que Moscú redujera las barreras aduaneras, motivo por el cual, explica, “Ucrania ha hecho vanos esfuerzos para concretar una zona de libre comercio, sin excepciones”, con su vecino.

Pero Kiev tampoco acepta integrarse a la Unión Aduanera propuesta por Rusia, pues las tarifas aplicables son más altas que las obtenidas por Ucrania a partir de su entrada a la Organización Mundial de Comercio en mayo de 2008, comenta el reporte, para luego advertir que “la renegociación de esas tarifas sería muy difícil y contraria a los intereses de los oligarcas exportadores”.