OPINIÓN: El Black Block mexicano, ¡a escena! Marco Appel en cuadernosdobleraya.com

Portada de la revista Time (2011)

Los chorros de agua golpeaban violentamente la máquina de boletos de transporte que me protegía. No podía seguir agazapado ahí. Una decisión se impuso: alejarme de los granaderos, aunque fueran suizos, y salir corriendo hacia donde los aguerridos jóvenes anarquistas y anticapitalistas les lanzaban piedras. Era el Black Block, que tantos debates despierta en la prensa internacional desde hace más de una década pero que en México parecen comenzarlo a descubrir. Para explicar su reciente irrupción en el país en marchas y protestas simbólicas, y justificar su linchamiento, abundan las teorías de la conspiración.

Zúrich, Suiza, 28 de enero de 2001. Manifestación altermundialista contra el Foro de Davos; zona de la estación central de trenes.

Salí nada más a comprar cigarros y, de súbito, quedé atrapado entre dos bandos. Ruidos secos provocados por la destrucción de paraderos de tranvía, cabinas telefónicas, anuncios… La policía suiza avanza. Se escuchan consignas en alemán, francés, inglés y otros idiomas. Un camioncito pintarrajeado toca a todo volumen por altavoces a la combativa banda estadounidense Rage against the machine. En la huida tropiezo con simpatizantes zapatistas, muchachos de clase media que se oponen a los aspectos antidemocráticos que engendra la globalización. Intercambiamos palabras mientras corremos; los pierdo en la confusión.

Una primera línea de activistas arroja objetos a los antimotínes mientras que la siguiente coloca obstáculos: arrastran vallas metálicas o grandes contenedores con basura que queman; un tercer grupo incendia un automóvil y pinta muros con lemas y signos de la izquierda antisistema. Todos actúan rápido y con determinación. El cuerpo de granaderos los aleja del centro de la ciudad. Los disturbios duran varias horas.

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Black Block en Alemania

El Black Block (Bloque Negro, así bautizado por el color de la vestimenta de los activistas que lo integran, quienes suelen cubrirse el rostro) es una táctica de acción directa que saltó a los medios masivos de comunicación a finales de los 90.

Su presencia disruptiva se volvió frecuente en las marchas pacíficas celebradas durante las cumbres de Jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea y de organismos internacionales en el continente: Barcelona, Berlín, Bruselas, Estocolmo, Berna… (su presencia es fuerte en Estados Unidos y Canadá, y existe también en países de Sudamérica).

En esa época el fenómeno fue periodísticamente diseccionado. Uno de esos trabajos, el libro Generación Seattle: los rebeldes de la mundialización, que se publicó en Francia en 2002 y cuyos autores son los periodistas del diario galo Libération, Christian Losson y Paul Quinio, explica que el Black Block no es un grupo, “es una táctica” que “se articuló en las ideas del anticapitalismo, el antifascismo y el antiautoritarismo”, y que su origen se halla en “el movimiento de ocupación de viviendas abandonadas que integraron artistas-activistas en Alemania y en los países escandinavos” en los años 80.

En el Black Block, exponían, “no hay líder, ni jerarquía, ni estructura”, y “funciona sumando grupos de afinidades, más que multiplicando las secciones rígidas. Ni grupo homogéneo, ni red constituida, el Black Block no es, en el fondo, más que un caparazón vacío. Los grupos son polimorfos, fluidos y cambian en función de las manifestaciones y los militantes que lo integran”.

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Militantes anarquistas y de otros credos de izquierda, afectados ellos o sus familias por la profunda crisis económica que atraviesa su país, terminan de congregarse. Cargan mochilas con proyectiles, banderas rojinegras y portan tapabocas. La marcha pacífica confluye en el lugar: la batalla ya puede comenzar.

Atenas, Grecia, 28 de junio de 2011, primero de dos días de huelga general contra las medidas de austeridad. Concentración de protesta en la Plaza Syntagma, frente al Parlamento griego.

Black Block en Atenas

La camioneta de una televisora arde y despide un espeso humo negro. Un restaurante McDonald’s es destrozado y su mobiliario tirado y prendido sobre la calle. Los jóvenes lanzan cócteles molotov y pedazos de concreto, adoquín y mármol a los policías antidisturbios en varios frentes. Montones de basura arden aquí y allá. Los proyectiles destruyen las vitrinas de los negocios. El gas lacrimógeno es insoportable.

Los manifestantes pacíficos asisten preparados con máscaras antigás o gogles, que incluso les venden comerciantes ambulantes. Permanecen en las bocacalles de la plaza gritando consignas a la policía y acompañando los enfrentamientos que libra el Black Block hasta entrada la noche; hasta que una amenazante brigada de policías motorizados los dispersa.

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El ascenso del Black Block alcanzó un punto dramático el 20 de julio de 2001, cuando un policía italiano de 20 años, atrapado por el pánico, mató de un disparo en la cara al activista de 23 años Carlo Giuliano, en el marco de las marchas contra la Cumbre del G-8, que tuvieron lugar en Génova, y que culminaron con violentos enfrentamientos y una desproporcionada represión policiaca.

Desde entonces, las autoridades europeas vigilan a los grupúsculos anarquistas y otros movimientos de extrema izquierda e intentan infiltrarse en ellos para identificar a sus miembros y prever sus acciones. En 2010, por citar un caso, fue descubierto el policía británico Mark Kennedy, que durante siete años fingió ser el activista Mark Stone y viajó por varios países europeos y Estados Unidos para asistir a encuentros militantes y privados.

En diciembre pasado, el profesor retirado Dieter Rucht, del Instituto de Sociología de la Universidad Libre de Berlín –un especialista en movimientos sociales y protesta política–, me explicó que en las últimas décadas se ha dado en los países occidentales un fortalecimiento de los grupos radicales de izquierda. Por una sencilla razón, refirió: los partidos políticos se instalaron en el centro ideológico y no ofrecen alternativas a un sistema capitalista inflexible, por lo que, naturalmente, se conforman comunidades antisistema.

Black Block en Londres

“Las fuerzas políticas establecidas asumen que votar es la única actividad ciudadana de participación política y el resto del tiempo la sociedad debe permanecer tranquila y confiar en sus representantes”, planteaba el sociólogo alemán, autor de una veintena de obras en la materia.

Cuando pregunté si el surgimiento de las tácticas violentas de disensión, como la del Black Block, es entonces una reacción “lógica” a esa clase política, el profesor contestó que, “en todo caso, desde un punto de vista sociológico, es comprensible”. Pero además, dijo, “son grupos extremadamente difíciles de infiltrar, incluso por la policía secreta, pues sus integrantes se conocen entre sí y forman células pequeñas e independientes unas de otras”.

Apenas en octubre de 2012, la agencia de policía de la Unión Europea, Europol, fue autorizada a negociar un acuerdo de transferencia de información con el gobierno de México. Su campo de cooperación: narcotráfico… y activismo anarquista.

Artículos recientes que este autor ha escrito…

Sobre el Black Block mexicano:

http://www.europafocus.com/2012/12/16/recien-publicado-anarquistas-lo-del-1-de-diciembre-fue-autodefensa/

Sobre los anarquistas griegos:

http://www.europafocus.com/2011/12/11/grecia-los-politicos-nos-destruyeron-la-vida/

Sobre el asesinato del activista italiano Carlo Giuliano:

http://www.europafocus.com/2012/08/02/europa-la-muerte-de-carlo-el-altermundialista/

Sobre el espía británico Mark Kennedy:

http://www.europafocus.com/2012/04/14/recien-publicado-mark-el-espia/

Sobre el acuerdo de cooperación antianarquismo entre Europol y México:

http://www.europafocus.com/2013/04/21/alarma-por-los-anarquistas-mexicanos/