BRUSELAS.– El proyecto de construcción de una refinería de petróleo mexicano en Centroamérica que promueve el presidente Vicente Fox, es una iniciativa que no tiene sentido cuando lo que falta en México son plantas de refinación, afirmó William C. Ramsay, subdirector ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía (AIE), que financia la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a la que pertenece México.
(Artículo publicado el 9 de noviembre de 2005 en la sección Prisma Internacional de la Agencia PROCESO)
En el marco de la recién concluida cuarta Cumbre de las Américas –celebrada el pasado fin de semana en Mar del Plata, Argentina–, el gobierno de México anunció la suscripción de un acuerdo energético con los países de Centroamérica para construir “tres complejos que abastecerán de hidrocarburos y energía eléctrica a la región”.
El primero de ellos sería una refinería que, según la cancillería mexicana, permitiría colocar crudo pesado mexicano en el mercado centroamericano y garantizar el abastecimiento de gasolina a precios competitivos en la región. Esta refinería procesaría 150 mil barriles diarios de petróleo “maya”. Su costo será de 3 mil 500 millones de dólares, de los que Petróleos Mexicanos (PEMEX) aportará 500 millones y el resto la petrolera Shell, los gobiernos centroamericanos y diversas instituciones financieras internacionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
“Tiene más sentido instalarla en México donde se encuentra el crudo, donde se produce, porque de esa manera resolvería el problema de que el país debe exportar el crudo para su procesamiento y luego reimportarlo en productos, lo que no tiene sentido”, señaló Ramsay durante la presentación del reporte anual de la AIE en esta ciudad.
El organismo advierte a México que el sostenimiento de su sector petrolero requiere urgentemente de una inversión anual de dos mil 600 millones de dólares en las siguientes décadas, la mayoría para extraer las enormes reservas de crudo y gas que hay en el subsuelo nacional. Sin embargo, señala que “son necesarias más inversiones en refinerías para actualizar su capacidad existente, garantizar la calidad del producto y satisfacer la creciente demanda interna”.
“Dado el pequeño tamaño de los mercados centroamericanos, México puede tratar con ellos a través de pequeños buques petroleros. Si la refinería se localiza lejos de los puntos de producción, habrá que pagar mayores costos de transporte del crudo. Eso no guarda coherencia económica”, puntualizó Ramsay, quien se pronunció a favor de que PEMEX se concentre en satisfacer las necesidades del país y no de otros.
Según el reporte que se presentó hoy, en los próximos 25 años se incrementará la producción de energéticos proveniente de Medio Oriente y del norte de África, por lo que los países de éstas regiones aumentarán su importancia geopolítica, sobre todo en el caso de Arabia Saudita, Irán y Libia que, junto con Irak, Kuwait, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Argelia, abastecerán en 2030 el 44 por ciento del mercado mundial en lugar del 33 por ciento actual.
En ese escenario de una alta concentración de los recursos energéticos en una zona de inestabilidad política, un elemento estratégico para Estados Unidos y Europa, los grandes importadores de combustibles, es asegurar fuentes paralelas de aprovisionamiento, “y México sería un buen sitio para avanzar en esa diversidad”, explicó Ramsay. Pero sucederá, subrayó, siempre y cuando el país abra Pemex a los capitales privados, “ya que no sirve el gas y el petróleo bajo el subsuelo”.
El diagnóstico que hace la agencia es contundente: México está pagando un “precio social” muy caro al mantener un modelo energético “que caducó”, ya que los ingresos que el país pierde año con año por la falta de inversiones y la consecuente pérdida de potencial exportador de energéticos, son recursos susceptibles de canalizarse a mejorar el sistema de educación, salud y la infraestructura nacional, como se hace en otros países europeos como Noruega.