BRUSELAS (apro).– En un hecho inédito en su historia, la Unión Europea (UE) retrasó, de manera indefinida, el comienzo de las pláticas de adhesión ya programadas con Croacia, país donde hace apenas una década todavía se escuchaban los tambores de guerra.
(Artículo publicado el 21 de marzo de 2005 en la sección Prisma Internacional de la Agencia PROCESO)
(Gotovina fue capturado y condenado a 24 años de prisión en 2011. El 16 de noviembre de 2012 fue absuelto por el Tribunal Penal Internacional para la antigua ex-Yugoslavia)
En junio del año pasado, como una indudable muestra del progreso en el reestablecimiento de la paz y la democracia, el bloque europeo lo reconoció oficialmente como candidato a integrarse.
Las negociaciones debían arrancar este 17 de marzo. Sin embargo, menos de 24 horas antes, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE decidieron posponerlas, haciendo eco a los consejos de la procuradora del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), Carla del Ponte.
Zagreb, escribió la suiza a los gobernantes europeos el 4 de marzo, no se estaba empleando a fondo en la captura del huidizo general Ante Gotovina, a quien el TPIY reclama por su implicación en la muerte de 150 civiles serbios en 1995.
Su aprehensión había sido desde el principio una condición “esencial” impuesta por Bruselas para sentarse a la mesa. Ivo Sanader, el primer ministro croata, insiste en que Gotovina no se encuentra escondido en el país y, por lo tanto, asegura que no está recibiendo protección ni del Ejército ni de los servicios secretos, como se sospecha.
Nadie parece creerle: se sabe que el general es considerado en su patria un “héroe” nacional, e incluso que recibe una pensión del Estado.
“Ningún país europeo tiene la llave para fijar un nuevo banderazo de inicio de negociaciones Croacia es la única que tiene la llave de la cooperación con el TPIY”, concluyó Jean Asselborn, el ministro de Exteriores de Luxemburgo, país que ostenta la presidencia rotativa de la UE.
No obstante, sugirió que una nueva fecha para el arranque de las conversaciones puede ser el 25 de abril, cuando se vuelvan a reunir los jefes de la diplomacia europea. Pero siempre y cuando, subrayó, Gotovina esté al menos volando rumbo a Holanda.
Los mensajes
La decisión europea es un duro golpe para Croacia. El país empezaba a darle vuelta a la página de la violencia interétnica (1991-1995) y a encontrar un lugar entre las naciones civilizadas.
Como alumno avanzado de la política de estabilidad regional de la UE, Croacia ingresó a la Organización Mundial de Comercio (OMC), sus productos entran casi libremente al mercado comunitario, y su situación económica, opinan los expertos, es mejor en muchos sentidos que la de Rumania, cuya entrada a la comunidad está planeada para 2007.
Con Zagreb, se había adelantado un ritmo exprés en las negociaciones de adhesión.
Pero ahora la ministra croata de Justicia, Vesna Skare Ozbolt, advierte que los grupos contrarios a la integración se van a fortalecer, entre ellos los radicales nacionalistas que adoran a Gotovina y otros personajes parecidos que evocan los años del terror.
El “euroescepticismo” está en pleno ascenso en ese país de 4 millones y medio de habitantes. Muchos croatas piensan que sus esfuerzos no están siendo reconocidos por la UE.
Por ejemplo, la entrega a La Haya de diez criminales de guerra el último año. Muchos ciudadanos entrevistados por la televisión lamentaban que Bruselas le creyera más a Del Ponte que a ellos.
Así que en solo un año, de recibir la membresía comunitaria un apoyo de 72%, la cifra cayó en picada a 42.
El retraso en las pláticas amenaza con poner más ladrillos al ya elevado muro imaginario que se interpone entre los deseos de la población y los del gobierno respecto del futuro de la nación.
Por otro lado, la UE tampoco la tenía fácil: su margen de maniobra se redujo todavía más después que el joven primer ministro de Kosovo, y antiguo comandante regional de la guerrilla de liberación, Ramush Haradinaj, renunció al puesto a mediados de mes para presentarse voluntariamente en La Haya para responder a las acusaciones en su contra.
Con ese fresco precedente, la coherencia de la política exterior comunitaria en la región estaba en entredicho. Fue así que la UE, en palabras de Olli Rehn, el comisario para la Ampliación, reiteró que la colaboración con La Haya era un “elemento esencial” de sus relaciones con todos los países de los Balcanes.
Señaló que esta posición esta dando “resultados” porque semana a semana llegan nuevos imputados procedentes de Macedonia, Bosnia-Herzegovina, Serbia o Kosovo.
Además, indica un diplomático europeo, si se abrían las negociaciones sin Gotovina, se podía decir adiós a Radovan Karadzic y al comandante Ratko Mladic, los dos dirigentes serbio-bosnios más buscados por el TPIY después de la captura del presidente Slobodan Milosevic.
Existe otro motivo para el endurecimiento europeo. Washington, que el 10 de marzo se retiró del protocolo de la Convención de Viena que lo somete a los fallos de la Corte Internacional de Justicia de la ONU, ha firmado tanto con Serbia-Herzegovina como con Macedonia los llamados Acuerdos de Inmunidad Bilateral, los cuales excluyen a soldados y diplomáticos estadunidenses de la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional, que empezó a funcionar desde julio de 2002 gracias al empeño de Europa.
Serbia y Montenegro negocian actualmente un acuerdo similar, aunque la administración de George W Bush ya los castigó retirándoles este año 250 mil dólares en ayuda militar. Croacia, siguiendo a los 25 países miembros de la UE, se ha resistido a firmarlo. Sin embargo, la Casa Blanca la amenaza con bloquear su candidatura a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En ese contexto, la UE estaba obligada a dar un enérgico golpe sobre la mesa y reforzar, como lo dijo la Comisión Europea, la “credibilidad del TPIY”, cuya función terminará en cinco años: a Del Ponte le urge hallar lo antes posible a los presuntos criminales aún prófugos.
Por otro lado, a largo plazo se ve inimaginable una incorporación de los países balcánicos cargando bajo el brazo tales pactos de inmunidad con Washington. Polonia, Hungría o República Checa, aliados de la Casa Blanca en Irak, prefirieron desistir de ello para evitarse problemas, sobre todo con Francia y Alemania, en vísperas de su ingreso a la UE en mayo pasado.
El aventurero croata
¿Y quién es Ante Gotovina, el hombre por el que Croacia bajó al “purgatorio” europeo?
El periódico croata Jutarnji List lo describe así: “Para una parte de la sociedad croata, Gotovina encarna la imagen de lo excepcional y admirable que tiene el ser croata. Esta parte de la población ve a Occidente, que se abre ante ella, con mucha desconfianza: para ella Gotovina es un héroe de guerra, un aventurero avivado e ingenioso, el hombre que, gracias a su espíritu salvaje y a su instinto de lobo, ha realizado cosas inimaginables a los ojos de sus conciudadanos del pueblo dálmata de Tkon, y de los miles de otros compatriotas que se identifican con ellos”.
“Para otra parte, Gotovina encarna todo aquello que bloquea al país para liberar sus verdaderas potencialidades y salir del ‘sombrío agujero balcánico’: un provinciano sin educación, un hombre que, desde su juventud, desconfió de los valores de la sociedad civil, las leyes y las reglas, y que busca su felicidad en el universo oscuro de los puertos del mundo entero, fosas de combate y burdeles metropolitanos”.
Gotovina nació en 1955 en la isla de Pasman, en la costa dálmata de lo que era entonces Yugoslavia. A los 18 años huyó del país como marinero, instalándose en la ciudad francesa de Marsella, el principal centro de reclutamiento de la Legión Extranjera.
Enrolado en la legión bajo el nombre de Iván Gravobac, fue enviado a Córcega con el segundo regimiento de paracaidistas, donde conoció al que sería su “hermano de armas”: Dominique Erulin, hermano de Philippe Erulin, un coronel que había luchado en la guerra de independencia de Argelia.
Los cinco años siguientes se embarcó en operaciones especiales en África y América Latina, bajo órdenes del coronel Erulin. Entonces, Gotovina ya era reconocido por su frialdad en situaciones de guerra.
En 1979, un año después de dejar la Legión, obtuvo la naturalización francesa y comenzó a trabajar con la empresa Comex, especializada en seguridad, que colaboraba con el Ejército francés y con la cual cumplió numerosas misiones por el mundo entero.
Fue en ese momento que conoció a Jean Marie Le Pen, un antiguo combatiente de Argelia y líder de la extrema derecha gala: Gotovina se encargaba de su protección como empleado de la compañía KO Internacional, de la cual se asegura que dependía el Servicio de Acción Civil, un grupo secreto de choque al servicio de la derecha.
Dominique y Gotovina fueron enviados por tal empresa a países conflictivos en la época, como Argentina, Paraguay, Turquía y Grecia.
Relacionado con los barones de la derecha y la extrema derecha, se evoca con frecuencia la ocasión en que Jean-Pierre Mouchard, un rico editor francés considerado el tesorero del partido de Le Pen, recurrió a Gotovina para que a la fuerza “liberara” su editorial del control de un grupo de huelguistas. Eso fue en 1981.
Metido cada vez en más problemas, Gotovina decidió al año siguiente partir a América Latina, como instructor de comandos en Colombia, Guatemala y Paraguay, donde entabló comunicación con militares británicos y estadunidenses que organizaban la contrainsurgencia.
Es entonces que la historia de Gotovina da un giro fascinante. Tras un espectacular robo de joyas que cometió en Francia en septiembre de 1981, y por el que la justicia francesa emitió una orden de arresto internacional, hay tres versiones de lo que sucedió después con él: su abogado dice que fue capturado y que pasó dos años en prisión; una investigación del diario francés Le Monde señala que salió hasta 1987.
Pero hay una tercera versión digna de una novela: sin jamás pisar la prisión, Gotovina, alias Toni Moremante, habría caído enamorado en Cartagena de una colombiana de 17 años, Ximena, con quien se casó y tuvo un hijo.
Más aún, se cuenta que estuvo a punto de morir de fiebre tropical pero que le salvó la vida una vieja receta inca hecha con hojas de coca.
Habría vivido tranquilamente con su familia en Guatemala, en Argentina y Colombia hasta que en 1990 apareció de nuevo en Francia organizando un secuestro.
Un año antes de la independencia de Croacia en 1991, Gotovina estaba de regreso en su tierra. En 1992, estallada la guerra, fue nombrado comandante del distrito militar de Split. Su carrera ascendió de manera meteórica de la mano del ministro de Defensa Gojko Susak, de quien se dice que conocía el pasado criminal de su protegido.
En agosto de 1995, Gotovina jugó un papel central en la operación “Tempestad”, la que condujo a la recuperación de territorios ocupados por secesionistas serbios en Krajina.
“Durante y después, Ante Gotvina ha participado con otras personas (…) entre ellas el presidente Franjo Tudjman (fallecido en 1999) en una empresa criminal común, cuyo objetivo asignado era el de expulsar definitivamente y por la fuerza a la población serbia de Krajina, notablemente robando, dañando o destruyendo totalmente sus bienes, a fin de disuadirlos o impedirles volver a sus casas”, indica el acta de acusación del TPIY, que data del 21 de mayo de 2001, cuando el general pasó a la clandestinidad.
Días antes, cuando la inculpación ya era conocida en círculos gubernamentales, la embajada de Francia en Zagreb le proporcionó un pasaporte nacional.
En un artículo publicado por Le Monde Diplomatique se dice que Gotovina estaría residiendo desde hace algunos años en el sureste de Francia. Charles Grant, del Centre for European Reform, es más cauteloso y responde: “Puede estar en Croacia o en Francia, pero también pudo haber huido a América Latina. Allá tiene muchos amigos”