BRUSELAS.- El gobierno mexicano se alió con Estados Unidos en el cabildeo contra una iniciativa para que la Unión europea (UE) aplicara una normatividad de protección al medio ambiente y a la salud pública.
(Artículo publicado en la edición del 19 de agosto de 2007 de la revista PROCESO)
El programa REACH (Registration, Evaluation and Authorisation of Chemicals) y una medida para reducir los llamados gases F, cuya responsabilidad en la capa de ozono ha sido ampliamente documentada. Ello amenazaba la exportación de refrigeradores mexicanos a la UE, un negocio de 26.4 millones de dólares anuales.
Ese tipo de gases –también usados en los aparatos de aire acondicionado y calefactores– es indispensable para empresas estadunidenses como DuPont, que desplegó una campaña de cabildeo para evitar acciones restrictivas.
En Europa, DuPont se alió con trasnacionales europeas y japonesas como Honeywell, Lennox, Baltimore Aircoil, Hitachi y Mitsubishi, comenta la organización Corporate Europe Observatory (CEO), con sede en Ámsterdam.
Estas trasnacionales crearon la Asociación Europea para la Energía y el Medio Ambiente (EPEE, por sus siglas en inglés), con el propósito de cabildear en el Parlamento Europeo, involucrado en el proceso de decisión para prohibir tales gases.
Algunos miembros de la EPEE pertenecen al Comité Técnico Europeo del Fluorocarbón, que a su vez forma parte del Consejo de la Industria Química Europea (CEFIC), uno de los aparatos de cabildeo más efectivos de Bruselas.
Además, el poderoso Trasatlantic Business Dialogue –considerado el “cuarto de guerra” de las trasnacionales europeas y estadunidenses– creó un grupo para apoyar a la industria de los refrigerantes, cuyas compañías pregonaban que sus productos eran menos contaminantes de lo que se decía, por lo que en realidad contribuían a preservar el medio ambiente.
Los consultores de la agencia Hill and Knowlton diseñaron la estrategia de EPEE y condujeron directamente el cabildeo con funcionarios de la UE y eurodiputados. “El EPEE tenía el máximo permitido de cuatro cabilderos de tiempo completo acreditados en el Parlamento Europeo: tres de ellos eran empleados de Hill and Knowlton, registrados como EPEE. La consultoría presume que, gracias a ella, EPEE llegó a convertirse en un actor creíble en el debate de la refrigeración”, dice el reporte de CEO.
El gobierno mexicano había advertido a finales de 2004 que cerrar la frontera a sus refrigeradores con gases F sería tomado como “imposición de barreras innecesarias al comercio”, según consta en las minutas del Cuarto Consejo Conjunto con la UE.
El 27 de octubre de 2005, un día después de que el Parlamento Europeo rechazó en segunda lectura una enmienda que pretendía prohibir la comercialización de refrigeradores, la embajada mexicana ante la UE, entonces al mando de María de Lourdes Dieck-Assad, difundió un comunicado.
Dice: “Durante varios meses la misión de México coordinó con la Representación de la Secretaría de Economía ante la UE, una estrategia de información entre los miembros del Parlamento Europeo para argumentar el rechazo a la enmienda en cuestión (…)
“Esta representación diplomática argumentó, en nombre de la industria nacional que produce este tipo de refrigeradores, que los HFC (hidrofluorocarburos) que se utilizan como refrigerantes en los equipos que se exportan a la UE, no son tóxicos ni inflamables y no afectan la capa de ozono, además de ser la mejor alternativa existente en el mercado en términos de eficiencia energética, cuestiones en las que sustentaba técnicamente la enmienda.”
Y se ufanó: “Este logro es el resultado del esfuerzo de promoción y cabildeo del gobierno de México”.
Argumentos y pretextos
Considerada en el ramo del cabildeo como “la madre de todas las batallas”, la propuesta legislativa de la Comisión Europea para que los productos químicos comercializados en Europa fueron registrados, evaluados y autorizados, despertó la inmediata movilización de las asociaciones industriales más poderosas.
Seminarios, talleres, publicación de reportes, amenazas de quiebra y desestabilización del planeta, todo fue válido para que la UE se desistiera del programa REACH.
También el gobierno estadunidense encabezó una campaña que la organización ecologista Greenpeace calificó como “uno de los cabildeos diplomáticos más feroces contra una normativa de la UE”.
Incluso el entonces secretario de Estado, Colin Powell, instruyó a sus embajadores en Europa para que propagaran la alerta de una irreparable pérdida de competitividad para las empresas de su país si se aplicaba el programa.
La administración de George W. Bush alegaba que REACH costaría “miles de millones de dólares” a los exportadores estadunidenses. En julio de 2004, con el apoyo de varios países asiáticos, Washington acudió a la Organización Mundial de Comercio y acusó a la UE de intentar poner “barreras técnicas al comercio”.
Este corresponsal platicó en septiembre de 2005 con Víctor Aguilar, funcionario de la Representación de la Secretaría de Economía de México en Bruselas, quien desconocía cómo iba a influir dicho programa europeo en México, ya que, aclaró, estaban esperando a ver “cómo viene la propuesta” para entonces movilizar los recursos de la dependencia.
En junio del año pasado, en la última fase de aprobación de REACH, el gobierno mexicano se unió a una declaración conjunta de la American Chamber of Commerce. En ella se pide a la UE “revisar la legislación” y “reconsiderar su alcance”. Y denuncia “la opacidad del proceso regulatorio”, el cual, subraya, “representa un altísimo costo para las pequeñas y medianas empresas, en particular de los países en desarrollo”.
El pasado 13 de diciembre se aprobó una nueva legislación REACH que entró en vigor en junio del presente año, la cual implica menos cargas para la industria pero, a decir de los eurodiputados europeos, conserva las exigencias de seguridad para las sustancias más peligrosas.