Grecia: cacería de inmigrantes

BRUSELAS (apro).- El pasado 12 de agosto, un iraquí de 19 años fue asesinado en Atenas por presuntos asaltantes. Según el parte policiaco, ese día, a las 4 de la mañana, el muchacho caminaba por la céntrica calle Anaxágoras de la capital, muy cerca de la popular plaza Omonia, una zona conocida por su densa presencia de inmigrantes y la venta de drogas.

El jovencito fue agredido por varios sujetos en motocicletas, quienes lo atacaron numerosas ocasiones con un objeto punzante, probablemente un cuchillo, señaló la policía.

(Artículo publicado el 25 de agosto de 2012 en la sección Prisma Internacional de la Agencia PROCESO)

La víctima fue llevada al hospital, donde poco después falleció a causa de sus graves heridas.

Testimonios recabados por la prensa apuntan hacia cinco hombres que habían estado rondando en el área a bordo de motocicletas y que, incluso, habían poco antes intentado actuar contra un rumano y un marroquí, que alcanzaron a huir.

Las notas de prensa remarcan que el muchacho asesinado no fue despojado de sus pertenencias, por lo que todo apunta a un crimen racista cometido por los llamados “vigilantes”, sujetos que realizan “patrullajes” en vecindarios con fuerte población extranjera.

Estas agrupaciones “ciudadanas” las componen militantes de extrema derecha y, acusan las organizaciones de apoyo a los migrantes, miembros o simpatizantes del partido neonazi Amanecer Dorado, el cual obtuvo un histórico resultado en las elecciones del pasado 17 de junio, principalmente en Atenas.

Pero esas agrupaciones existen desde antes. En 2009, por ejemplo, una de esas brigadas “vecinales” cerró el acceso a los juegos infantiles contiguos a la iglesia de Aghios Panteleimonas y pintó sobre el pavimento, en letras azules y blancas (los colores nacionales): “Inmigrantes: fuera de Grecia” y “Grecia es nuestro hogar”.

En esa misma zona también han aparecido posters antiinmigrantes pegados en muros y firmados simplemente por “Los ciudadanos de Atenas”.

En éstos se mostraban horrendas fotografías sin contexto, incluyendo una en la que una mujer sonriente sostenía un cuchillo sobre la cabeza de un niño ensangrentado con la leyenda en griego: “Este es el islam, la religión que busca expandirse. Esta es la gente que roba, viola y mata griegos. Griegos: ¡Despierten!”.

La capital griega se ha convertido en el escenario de una virtual cacería de inmigrantes, sobre todo a partir del asesinato de Manolis Kantaris, ocurrido el 10 de mayo de 2011, durante el robo de su cámara de video.

El crimen suscitó una viva emoción en la sociedad griega porque el hombre, de 44 años, iba camino al hospital con su mujer, quien tenía que dar a luz. El ataque fue atribuido a inmigrantes.

La organización Human Rights Watch (HRW) realizó una investigación de campo en Grecia entre noviembre y diciembre de 2011, y luego en enero y mayo de este año. Entrevistaron a 59 inmigrantes víctimas de agresiones, 51 de ellas consideradas “graves”.

La mayoría de los ataques ocurrieron en Atenas, pero también en otras partes del país, como en Aspropyrgos y Corinth (a 20 y 80 kilómetros de la capital) y en la isla de Creta.

Otra red de organizaciones de derechos humanos -bajo el auspicio de la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU y la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Grecia- registraron, tan sólo entre octubre y diciembre de 2011, y únicamente en Atenas y Patras, 63 “incidentes”, 42 de ellos con daños físicos.

Más inquietante aún, Nikitas Kanakis, el director de la organización Médicos Sin Fronteras afirma que, durante el primer semestre de 2011, sus clínicas griegas atendieron 300 víctimas de ataques racistas.

El 10 de julio último, HRW publicó el reporte titulado Odio en las calles: Violencia xenofóbica en Grecia.

En éste, la organización confirma que pudo contabilizar 51 ataques graves contra inmigrantes -incluyendo los casos de dos mujeres embarazadas- entre agosto de 2009 y mayo de 2012.

HRW acusa “el fracaso de la policía y del sistema judicial griego para prevenir y castigar los crecientes ataques contra los inmigrantes”.

Precisa: “A pesar del claro patrón de violencia y la evidencia de que ésta está aumentando, la policía ha fracasado en responder efectivamente para proteger a las víctimas y atrapar a los perpetradores para que rindan cuentas. Las autoridades tienen todavía que desarrollar una estrategia preventiva, dado que las víctimas no quieren presentar una demanda ante la policía porque están desmoralizadas: ninguna persona ha sido condenada en Grecia por crimen de odio”.

Testimonios

El extenso reporte de HRW contiene los testimonios de algunas víctimas de los racistas griegos.

Youssef, un joven afgano de 26 años, demandante de asilo, narra la agresión que vivió en mayo de 2011 cuando viajaba en un autobús cerca de la Plaza Aghios Pnateleimonas, una de las áreas de la capital donde más ataques registró el reporte de HRW (24):

“Miré a varias personas en el camino, como unas 15 o 20. La mayoría vestía sudaderas y muchos estaban encapuchados. Detuvieron el autobús y cinco o seis hombres entraron en él. Traían palos y gritaban ‘¡baja, baja, baja!’ a los extranjeros. Comenzaron a dar golpes. Las personas que estaban fuera del camión cantaban que Grecia era para los griegos. Nos esperaban y cuando bajábamos nos golpeaban. A mí me pegaron en la espalda. Pensé que si hablaba griego tendría más problemas, así que dije algunas palabras que conocía en alemán. Los empuje y escapé. Un vehículo que pasaba casi me atropella. Vi que otros corrían y que gente los perseguía con palos. Alguien también corrió detrás de mí pero no me atrapó”.

Youssef no reportó el incidente por desconfianza a la policía.

En esa misma plaza, a dos cientos metros de una estación de policía, fue atacado, el 23 de diciembre de 2011, Safar Haidari, un afgano de 29 años y también demandante de asilo.

Alrededor de las ocho de la noche, un grupo de 10 a 15 jóvenes que portaban cascos y capuchas se acercó a él. Le preguntaron de qué país venía y, sin esperar una respuesta, le propinaron un golpe en el ojo derecho. Cayó al suelo y los agresores comenzaron a patearlo y darle una golpiza, tras lo cual huyeron con su teléfono celular y su cajetilla de cigarros.

Haidari relata:

“Todo golpeado llamé a la policía desde otro celular que traía. Veinte minutos después llegaron dos oficiales en motocicleta. Me dijeron que levantara el acta en la comandancia. Ahí había cinco policías. Me habían pegado en la cabeza y me dolía mucho. Después de 20 minutos les dije que no podía esperar más porque tenía que ir al hospital; los policías me contestaron: ‘Nosotros no podemos hacer nada, estamos ocupados, espérate’. Pero los cinco estaban tomando café y platicando. Entonces me fui”.

Otro demandante de asilo, de 32 años y originario de Ghana, Douglas Ebanezer Kesse, fue atacado el 29 de enero pasado en un paradero de tranvía, en las cercanías de la estación de tren Attiki, igualmente en la capital griega.

Eran entre 8.30 y 9 de la noche y caminaba en la calle cuando un grupo de diez muchachos vestidos de negro y con tres perros lo abordó.

Kesse platica:

“Lo único que recuerdo es que me preguntaron de qué país venía. De repente se me fueron encima y comenzaron a golpearme con palos. Caí y me siguieron apaleando en el suelo. Me levanté y corrí, pero los perros me alcanzaron y volví a caer. Continuaron con la golpiza. Otra vez me levanté, pero me lastimaron con sus palos las piernas y caí de nuevo. Finalmente pude alejarme de ellos corriendo. Había mucha gente en la calle, pero sólo veían lo que pasaba. Nadie me ayudó”.

Naderi y otros dos amigos suyos fueron atacados, el 12 de diciembre pasado, por un grupo de 15 hombres en una calle próxima a la Plaza Attica de Atenas.

El chico de 20 años comenta:

“Sin decirnos nada nos atacaron. Cuando me empezaron a golpear corrí. Eran como las 8:30 o 9 de la noche. Estaba oscuro y no entendíamos lo que sucedía. No los vimos llegar. De pronto salieron del parque, en la Plaza Attica, y comenzaron a vapulearnos mientras nos gritaban algo que no comprendíamos. Traían garrotes de madera y objetos de metal. Me golpearon en la nariz, en la cabeza, en el cuerpo… yo quería correr pero estaba escurriendo mucha sangre. Un largo rato nos estuvieron cazando, detrás de nosotros. Corrimos muchísimo”.

Naderi no reportó la agresión a la policía por miedo a tener más problemas.

“Vigilantes”

Las autoridades griegas estiman que hay aproximadamente un millón de migrantes indocumentados viviendo en el país.

Desde hace una década Grecia se convirtió en la mayor puerta de entrada de migrantes clandestinos y demandantes de asilo provenientes de Asia y África, debido a que comparte frontera con Turquía, cuyo territorio forma parte de la principal ruta de tránsito de inmigrantes hacia Europa.

En noviembre de 2010, Frontex, la agencia fronteriza de la Unión Europea (UE), declaró que 90% de los cruces irregulares a la UE se dieron por Grecia, y en su mayoría de ciudadanos afganos y paquistaníes. La misma agencia fronteriza reportó 55 mil ingresos ilegales a Grecia en 2011, un incremento de 17% respecto al año anterior.

A principios de agosto, las autoridades policiacas lanzaron en Atenas la Operación Xenios Zeus contra la migración ilegal. La acción ha sido calificada por los defensores de las garantías individuales como un “pogromo” (linchamiento) antimigrantes. Pero según el vocero de la policía, Christos Manouras, “la medida es necesaria para la sobrevivencia de Grecia”.

Tan sólo el primer fin de semana fueron arrestados en las calles de la capital griega mil 130 migrantes clandestinos.

El Partido Comunista de Grecia y la Coalición de Izquierda Radical (Syriza, por sus siglas en griego y segundo partido más votado) han condenado tal dispositivo policíaco porque lo consideran a todas luces violatoria de los derechos humanos.

El ministro del Orden Público y de la Protección de los Ciudadanos, Nikos Dendias, respondió que “zonas enteras de Atenas se habían convertido en tierra de nadie, donde reina el tráfico de drogas, la prostitución, el contrabando, el robo, los homicidios y todo tipo de conducta criminal”, por lo que preocuparse por los derechos humanos de la delincuencia extranjera “es un insulto a nuestra cultura y al derecho a la vida de decenas de personas que han muerto trágicamente, incluso por unos cuantos euros”.

El actual primer ministro griego, Antonis Samaras, llegó a declarar, en abril de este año, que su país se había vuelto “un centro de migración ilegal”. E incitó: ”Debemos recuperar nuestras ciudades, donde el tráfico de drogas, la prostitución y el contrabando de productos está creciendo. Hay muchas enfermedades y no estoy hablando solamente de Atenas, sino de todas partes en el país”.

Esa “política de odio”, como la califica en su reporte HRW, no sólo ha animado las acciones violentas contra los extranjeros, sino que también ha proporcionado un terreno de impunidad para los neonazis, muchos de ellos ligados a Amanecer Dorado, algunos de cuyos miembros, incluso superiores, han enfrentado o enfrentan juicios por haber propinado golpizas a migrantes.

El documento de HRW cuenta que sus investigadores sostuvieron un encuentro con el líder de Amanecer Dorado, Nikolaos Michaloliakos, el 12 de enero de 2012, en donde afirmó:

“No hay ninguna relación orgánica entre Amanecer Dorado y esos grupos, pero apoyamos sus actividades…claro, no las ilegales. Muchos de sus miembros votaron por nosotros, y muchos miembros de Amanecer Dorado pertenecen a esos grupos, pero los crímenes (los ataques) no provienen de esos grupos”.