Bruselas (apro).- Luego de que el lunes pasado, el presidente del Club de Madrid, el exmandatario de Chile, Ricardo Lagos, dijo sentirse “orgulloso” de incorporar como miembros de ese organismo a Vicente Fox y a otros cinco “experimentados y altamente respetados” expresidentes, la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE), una “institución asociada” a ese club, puso en entredicho lo afirmado por Lagos, y consideró que el sexenio foxista fue un “total fracaso” en materia de política exterior.
(Artículo publicado el 26 de Noviembre de 2007 en la sección Prisma Internacional de la Agencia PROCESO)
Además, ante las declaraciones de Fox, en el sentido de que su ingreso al Club de Madrid le permitirá “tender puentes” con otros continentes, FRIDE subrayó que, durante la administración del expresidente México, ahondó su “alejamiento” con Latinoamérica, que incluyó el desinterés de su gobierno para “reactivar” el Grupo de Río, el principal mecanismo de consulta y diálogo político del continente.
La fundación fue creada en 1999. Junto con la Fundación Gorbachev organizó, del 19 al 27 de octubre de 2001, la Conferencia sobre Transición y Consolidación Democráticas, que dio origen al Club de Madrid. FRIDE, que patrocina la edición española de la prestigiosa revista Foreign Policy, mantiene desde entonces una “asociación institucional” con el Club de Madrid.
“Hay un debate interno que plantea que México no es sólo Norteamérica. Pero en los años de Fox, el país se alejó mucho de Latinoamérica. Durante el foxismo se habló de un acercamiento de México al Mercosur, pero yo no veo nada nuevo”, afirmó Susanne Gratius, investigadora de FRIDE.
Gratius fue investigadora del desaparecido Instituto de Relaciones Europeo-Latinoamericanas, y luego de reconocidos centros alemanes: el Instituto de Estudios Iberoamericanos de Hamburgo y el Instituto de Estudios Internacionales y de Seguridad, con sede en Berlín, donde fue la responsable del departamento para Latinoamérica.
La investigadora alemana declaró, en una entrevista telefónica con Apro, que la “elección geopolítica” que hizo México a favor de Estados Unidos al firmar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Fox la reafirmó, haciendo más dependiente a México, cuyo comercio absorbe hoy más que nunca –alrededor de 90%– su vecino del norte. Por otro lado, explicó, los movimientos diplomáticos de Fox para asociarse al Mercosur resultaron inútiles porque este escenario choca con los intereses geopolíticos de Brasil, “dirigidos a desplegar una política exterior propia en la región”. De hecho, la política exterior de Fox amplió los “recelos” brasileños respecto de México, constató Gratius en encuentros con funcionarios de Relaciones Exteriores de ese país sudamericano.
Gratius, quien también platicó con diplomáticos mexicanos de alto nivel en el marco de sus investigaciones académicas, reveló que las opiniones de sus fuentes contrastaban con la defensa que hizo Fox del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), patrocinado por Washington, durante la Cumbre de Mar de Plata, Argentina, el 4 y 5 de noviembre de 2005.
Esa posición de Fox causó enfrentamientos con los presidentes del país anfitrión, el argentino Néstor Kirchner, y de Venezuela, Hugo Chávez, entre otros.
La investigadora dijo que sus entrevistados reconocieron que “a México no le conviene para nada el ALCA porque se crean nuevos competidores. México tiene una relación privilegiada con Estados Unidos: ¿por qué la querrían perder? Además, Brasil es su competencia”.
–¿El sexenio foxista marcó entonces una de las peores etapas de la política exterior mexicana? –le cuestionó el corresponsal.
–¿Pero cuál política exterior? ¡(Con Fox) no hubo política exterior mexicana! La gran apuesta fue lograr con Estados Unidos un acuerdo más allá del libre comercio. Fue un fracaso total. No solamente fracasó el intento de obtener de Estados Unidos un acuerdo migratorio; tampoco obtuvo fondos de compensación en el marco del NAFTA, o que diera más fondos a México para que disminuyera la pobreza y la desigualdad. ¡Algo! ¡Pero no logró nada
Calderón: más de lo mismo
Gratius también consideró que la política exterior del actual gobierno de Felipe Calderón “no ha mostrado cambios fundamentales” en relación a la de su predecesor Vicente Fox. Ello, a pesar de la recomposición de las relaciones diplomáticas con Venezuela y Cuba –dañadas especialmente durante la administración de Fox–, y de las visitas oficiales a México este año de los presidentes de Brasil, Luiz Inacio “Lula” Da Silva; Chile, Michelle Bachelet, y Argentina, Néstor Kirchner.
“Hay mucha retórica (del gobierno mexicano) dirigida a la opinión pública interna, pero no hay pasos concretos (para promover la integración regional)”, dijo la experta. Y es que, afirmó, la política exterior del gobierno de Calderón “no tiene aspiraciones de liderazgo regional” y su pretensión de insertar al país al proceso de integración de Latinoamérica es “positiva”, pero “carece de acciones concretas”.
Además, señaló, el ingreso de México al bloque comercial del Mercosur es un escenario “inviable”, debido a que choca con los intereses estratégicos de Brasil.
Además, Gratius dijo que Calderón no tiene interés para “reactivar” el Grupo de Río, el principal mecanismo de consulta y diálogo político de Latinoamérica, cuya cumbre anual de presidentes debió ser cancelada en 2005 por falta de asistencia.
El 3 de marzo pasado, en la última cumbre celebrada en Guyana, México obtuvo uno de los tres puestos de representación del Grupo de Río (la llamada Troika), y fue designado para ejercer la presidencia anual del organismo a partir de marzo de 2009. El programa regional de trabajo que presentó Calderón en una conferencia de prensa ese mismo día, se centra en “combatir el rezago social y la pobreza” a través de “mejorar la educación y el bienestar (sic)”, y ampliar la duración de la presidencia a dos años.
Sin embargo, el resto de la agenda mexicana es de orden bilateral y acorde a sus propios intereses: “revitalizar” las relaciones con Argentina, Brasil y Chile; establecer proyectos de cooperación tecnológica entre Petróleos Mexicanos y Petrobras –la petrolera brasileña– para la exploración de pozos en el Golfo de México, y recibir asistencia técnica del mismo país para la producción de biocombustibles.
En un documento de trabajo publicado por FRIDE en abril pasado, Gratius examinó lo que calificó como “el fin de la era mexicana”. Expuso que, hasta los años 80, México fue el actor latinoamericano con mayor peso político regional e internacional.
A partir de la década de los 90, Brasil asumió esa posición. La “retirada” de México y la “entrada” de Brasil lo atribuyó al desarrollo de dos iniciativas: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Canadá, Estados Unidos y México) y el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay).
“Si la primera ‘norteamericanizó’ la política exterior mexicana –explicó la investigadora–, la segunda ‘sudamericanizó’ la agenda exterior de Brasil. En la medida en que avanza la separación geopolítica, existe un pacto no escrito de que Brasil es la potencia sudamericana y México una ‘sub’ potencia centroamericana”.
Por esa razón, prosiguió, “México es considerado un país birregional con una doble identidad, norte y latinoamericana, que ha dejado de aspirar a un liderazgo regional o global”.
El documento agregó que “la fuerte dependencia y alianza de México con Estados Unidos representa para el primero la principal limitación” para recuperar ese liderazgo, pero que no es el único factor. Existe además “la falta de voluntad política (del gobierno mexicano) para ejercer de potencia regional, un escaso protagonismo internacional y un entorno (en otras naciones) poco proclive a reconocer su liderazgo”.
–El 30 de julio pasado, Kirchner reiteró a Calderón que la invitación a ingresar al Mercosur estaba “abierta” y era “permanente” –se le comentó.
–Argentina ve con suspicacia el liderazgo de Brasil en la región. Quiere un contrapeso en el Mercosur: México o Venezuela. Sin embargo, es improbable que México se una al bloque. Su ampliación marcaría el fracaso del Mercosur. Primero debe profundizarse la integración entre los cuatro miembros originales. India o Sudáfrica tienen acuerdos con el Mercosur, y México puede concretar uno así. Pero un acercamiento más profundo no es posible porque Brasil no lo quiere.
–El pasado 6 de agosto en la Ciudad de México, Lula pidió “mirar más hacia el Mercosur” a Calderón, y éste le aseguró que “el corazón de México está en Latinoamérica”. ¿Qué hay detrás de esas palabras?
–Lo que hay son dos agendas diplomáticas muy distintas. México, que tiene relaciones muy difíciles con Venezuela, no tiene mucho interés geoestratégico en Sudamérica, ni comercial ni de otro tipo. Su visión regional se reduce a Centroamérica y el Caribe, donde no se involucra Brasil. Si participó en la fuerza de estabilización de Naciones Unidas en Haití fue porque busca un asiento permanente en el Consejo de Seguridad del organismo. México y Brasil conforman dos identidades (diplomáticas) diferentes.