Durante los últimos años, al menos 11 países de la Unión Europea han vendido grandes cantidades de armamento a Venezuela y Colombia, vecinos que han enfrentado crisis en sus relaciones bilaterales. Dicha venta de equipo militar rompe el Código de Conducta sobre Exportación de Armas que las naciones europeas firmaron en 1998, el cual establece, entre otras pautas, que no deben exportarse materiales militares a naciones con inestabilidad política y/o ubicadas en regiones de conflicto.
(Artículo publicado en la edición del 10 de Abril de 2005 de la revista PROCESO)
BRUSELAS.- El presidente español José Luis Rodríguez Zapatero rompió un acuerdo interno de la Unión Europea al vender hace unos días barcos y aviones militares al gobierno de Venezuela.
Sin embargo, Rodríguez Zapatero –quien recibió críticas de Washington por vender armamento al régimen de Hugo Chávez– no es el único presidente de la UE que ha roto dicho acuerdo. Su antecesor, José María Aznar, también lo hizo, y son varios los gobiernos europeos que le han proporcionado armas a Caracas.
Conforme al Código de Conducta sobre Exportación de Armas que pactaron en 1998, los miembros de la UE no pueden vender material de uso militar –sin importar su potencia– a naciones sometidas a embargo, que atraviesen graves problemas de desarrollo, que no respeten los derechos humanos o que puedan darle otro destino.
Tampoco a países con inestabilidad política o que se encuentren en una zona de tensión regional, que es el caso de Venezuela, profundamente dividida en torno de la “revolución bolivariana” de Hugo Chávez y confrontada continuamente con su explosivo vecino colombiano.
La aplicación del código, sin embargo, es voluntaria, y su interpretación queda sujeta a los criterios de los gobiernos europeos: pueden o no atender un pedido y, desde luego, suelen guiarse por consideraciones geopolíticas o comerciales.
“Es una manera de sacar los astilleros públicos de la crisis en que los metió Aznar”, argumentó el ministro de Defensa español, José Bono, en referencia al dinero fresco que Venezuela inyectará al sector naval ibérico por la compra de barcos militares –parte de los mil 700 millones de dólares del contrato global–, así como a los 600 empleos que quedarán garantizados para los próximos seis años. Adicionalmente, hay otros 300 puestos de trabajo que asegurará la Agencia Europea de Aeronáutica y Defensa.
A finales del año pasado, Venezuela ya había sido señalada por Amnistía Internacional, Greenpeace y Oxfam como uno de los receptores de armas españolas que no cumplía con los requisitos estipulados por el código. Tales organismos denunciaron que lo mismo pasaba con otros clientes de la nación ibérica, como Israel, Indonesia o India. Además, dijeron, el volumen de ventas anuales que declaraba Madrid a los servicios estadísticos de la Comisión Europea estaba 50% por debajo de lo real, ya que en las cuentas no se incluía el costo de los aviones de transporte militar ni el de determinadas armas pequeñas y ligeras, además de municiones.
El año considerado por las anteriores denuncias fue 2003, el más reciente en el banco de datos de la UE. Entonces, el socialista Rodríguez Zapatero estaba en la oposición, y quien gobernaba en la Moncloa era José María Aznar.
El hecho es que, a pesar de que Chávez llegó a acusar a Aznar de haber apoyado el frustrado golpe de Estado en su contra (abril de 2002), el presidente español le otorgó a Caracas 10 licencias de compra-venta de armas por un monto de 9 millones de dólares, según el citado reporte oficial de exportaciones militares de la UE.
Sin especificar el tipo de pertrechos negociados, el documento detalla que las fabricantes españolas exportaron otros 2 millones 523 mil dólares en armamento comprometido desde años atrás.
Pero España no es el único país comunitario que ha estado contribuyendo a armar a Venezuela, e incluso no ocupa los primeros lugares.
El informe indica que Francia expidió 14 licencias, que le representaron 10 millones 569 mil dólares; Austria, dos, 14 millones 869 mil dólares, y Bélgica seis licencias, por 22 millones 75 mil dólares. En total, el gobierno de Chávez se benefició de 51 contratos con 11 países de la UE –los ya mencionados más República Checa, Alemania, Hungría, Italia, Polonia, Suecia y Reino Unido–, que tuvieron un costo de 64 millones 975 mil dólares.
Los datos proporcionados por los propios ministerios nacionales de Defensa revelan que los franceses vendieron, sobre todo, aparatos electrónicos de uso militar, así como aviones y sus componentes, que también exportan los polacos. Los austriacos se concentraron en el aprovisionamiento de vehículos terrestres y sus partes, así como en el de armas de fuego con calibre menor de 20 milímetros, y de automáticas de más de 12.7 milímetros. Sobre los belgas no hay información disponible.
En todo caso, en 2002 las ventas fueron mayores y, una vez más, los mejores postores de Chávez fueron, por extraño que parezca, países donde gobiernan jefes de Estado ubicados muy lejos de él en el abanico ideológico. Así, el presidente francés Jacques Chirac autorizó exportaciones equivalentes a 30% de los 130 millones de dólares que la Comunidad Europea vendió ese año al país sudamericano; el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, aprobó ventas equivalentes a 26%, en tanto que el gobierno belga del liberal Guy Verhofstadt contribuyó con 20%.
De ese modo, aunque por un principio ético la UE no debería vender una sola bala a Venezuela –cuyo ejército es de 30 mil soldados–, ese país se ha posicionado como el tercer mayor comprador de armas europeas de América Latina, por encima de México y debajo de Brasil y Chile.
El caso colombiano
Colombia fue ampliamente favorecido por la administración de Aznar, quien hace dos años convirtió a España en el primer país europeo que firmaba un acuerdo de cooperación militar y estratégico con Bogotá, unos meses después de que el gobierno belga rechazara autorizar la venta de una línea de municiones a la empresa colombiana Industria Militar, la cual ya había adelantado 2 millones de dólares.
Aznar sí aceptó que tal planta fabricara morteros y granadas con técnica española y le brindó todo a su homólogo colombiano Álvaro Uribe para librar su “combate contra el terrorismo”: transferencia de tecnología para la fabricación de 35 millones de cartuchos para fusil y ametralladora, simuladores para helicópteros Black Hawk, adquisición de aviones de combate, lanchas patrulleras y dragaminas, vehículos Dragón para vigilancia de carreteras… Le ofreció incluso aviones Mirage F-1, pero la negociación no prosperó.
Un caso aparte fue el de 46 tanques de guerra AMX 30, cuyo proceso de venta suspendió Rodríguez Zapatero en cuanto llegó al poder. Dichos blindados suscitaron un escándalo popular y el enojo del comandante Chávez al propagarse la sospecha de que esos aparatos serían ubicados en la frontera de Colombia con Venezuela, tras probarse su inutilidad en el resto del país.
La prensa señaló que España estaba armando a Colombia para una eventual guerra con su vecino. Federico Trillo, el ministro de Defensa de Aznar, alimentó esos temores cuando públicamente admitió que los aviones caza podrían ser utilizados por Bogotá “para combatir cualquier tipo de fenómeno que afecte la seguridad de los colombianos, ya sea interior o exterior”.
El caso es que, como resultado de tal alianza, Aznar logró que Colombia se aprovisionara de cuantioso material español de guerra: 60% de todo lo que en 2003 le exportó Europa, por un valor de 21 millones de dólares. Porque según revelan los registros de la UE, Alemania, Francia, Reino Unido, República Checa y portugal, en ese orden de importancia, también firmaron contratos con Bogotá.
Más allá del convenio bilateral, que inlcuyó capacitación militar y acceso a los satélites españoles, Uribe anunció su intención de comprar a Mdrid en los próximos años 64 millones de dólares en equipamiento castrense. Los anterior no parece haberle molestado al nuevo gobierno de Rodríguez Zapatero, porque otra de las primeras cosas que hizo llegando a la Moncloa fue prometerle al presidente colombiano, aun contra las protestas de organizaciones de derechos humanos, que iba a respetar el acuerdo firmado entre ambos Estados.
Lo único que desencadenaron los españoles abriéndole a Colombia sus arsenales fue que Venezuela comenzara a ofrecerle al resto de la UE contratos bastante lucrativos, saltándose algunos procedimientos legales con el fin de no agitar a la opinión pública y así obtener rápidamente los permisos de exportación, explica An Vranckx, autora del informe European armas exports to Latin America e integrante del International peace Information Service, un centro belga que estudia zonas de conflicto.
Apenas Chávez dejó saber su pretensión de gastar casi 104 millones de dólares en la compra de 200 vehículos tácticos y blindados, compañías de Austria, Reino Unido y Bélgica se apuntaron para proporcionarlos . Es decir, consiguieron una autorización exprés de sus gobiernos, comenta Vranckx.
En similares condiciones, la empresa de aviación militar belga Sabca obtuvo el permiso para firmar un contrato de 60 millones de dólares para modernizar 21 cazas F-16 de la Fuerza Aérea venezolana. Todo fue posible gracias a que la agencia de crédito público belga –cuenta Vranckx– puso en marcha un procedimiento de emergencia para tener listos los papeles e iniciar los trabajos en 2004. “La institución dispone de un mecanismo de rapidez, y a lo largo de su historia ha conseguido presupuesto público para responder a acuerdos de exportación de armas en apoyo de la industria belga de defensa”, concluye.