Para saber cómo perpetrar un atentado terrorista ya no es necesario acudir a campos de entrenamiento en Afganistán, Chechenia o África. Basta con ingresar a sitios de internet donde Al Qaeda y otras organizaciones islamitas radicales enseñan de manera “virtual” lo que debe hacerse para realizar todo tipo de atentados: ataques con armas y explosivos, envenenamientos, secuestros, uso de documentos falsos, actividades encubiertas…De acuerdo con un documento de inteligencia holandés, este método está probando ya su eficacia.
(Artículo publicado en la edición del 11 de Junio de 2007 de la revista PROCESO)
BRUSELAS.- El terrorismo islámico estableció en internet un “campo de entrenamiento virtual” para proporcionar adoctrinamiento y preparación militar a sus combatientes.
Más aún: detrás de las “comunidades virtuales” que mediante el ciberespacio proclaman la Guerra Santa o Yihad suelen ocultarse, directa o indirectamente, células terroristas que se comunican entre sí por medio de códigos y mensajes cifrados.
A esta conclusión llegan los servicios de seguridad holandeses en un informe de 119 páginas titulado Yihadis and the Internet, elaborado por la oficina del Coordinador Nacional para el Contraterrorismo (NCTb, por sus siglas en holandés), una dependencia de los ministerios de Justicia y del Interior que organiza el trabajo de las 20 agencias del país involucradas en ese campo.
El documento –en poder de Proceso– advierte: manuales, películas y “materiales educativos” –que enseñan, por ejemplo, técnicas de combate en áreas densamente pobladas, fabricación de explosivos, manejo de armas o formas de comunicación indetectables por la policía– están disponibles en internet no sólo en árabe, sino también en inglés, francés, alemán y holandés. Ello revela que hay grupos extremistas interesados en reclutar cuadros terroristas en Europa.
“La necesidad de establecer campos de entrenamiento virtual ha crecido como resultado de la desaparición de los campos físicos en Afganistán (…) y a pesar de que todavía quedan algunos en África. Un importante número de foros en internet llevan simbólicamente los nombres de campos afganos muy conocidos”, indica el texto.
Esa información basta para la realización de ataques terroristas de “pequeña escala” con explosiones o envenenamientos. Pero, alerta el documento, el riesgo de un atentado mayor crece tan rápidamente como la calidad y la disponibilidad de los instructivos, que incluso aleccionan para una variedad de ataques “con recursos químicos, biológicos, radiológicos y nucleares”.
Al-Battar, periódico bimensual en línea atribuido a la organización terrorista Al Qaeda y que comenzó a difundirse en 2004, publicó en su edición de abril de ese año un extenso y bien ilustrado reportaje sobre el uso de un rifle para francotirador.
Un mes después, el mismo medio abordó el tema del secuestro y la toma de rehenes. Daba consejos acerca de la manera en que deben plantearse las exigencias, cómo extraer información de los rehenes y cómo manejar la atención pública.
Un número posterior fue consagrado a explicar en qué consiste la misión de los espías y los agentes encubiertos. Así mismo, daba instrucciones acerca de cómo deben proceder los terroristas en caso de ser capturados, del uso de documentos falsificados, técnicas de desplazamiento, casas de seguridad y sistemas de comunicación.
El informe asegura que muchos terroristas islámicos “del mundo real” son “activos internautas”, por lo que “una organización virtual de la Yihad puede, por lo tanto, indicar que existe una organización terrorista real”.
Ese es el caso del grupo de Hofstad, una célula islamita con sede en Holanda que pretendía atacar el Parlamento de ese país, el aeropuerto Schipol de Ámsterdam y un reactor nuclear. El presunto líder de esa organización era Mohammed Bouyeri, asesino del director de cine Theo Van Gogh y quien cumple una pena de cadena perpetua.
Ese comando terrorista, compuesto por jóvenes de nacionalidad holandesa, manejaba diversas páginas en internet y grupos de diálogo cerrados en Microsoft Network (MSN), bajo los nombres codificados “5343”, “tawheedwaljihad” o “Muwahidin/dewaremoslims”.
A través de esos medios divulgaban mensajes animando a la “guerra santa” en Irak y Afganistán. También difundían discursos de Osama Bin Laden y de sus lugartenientes Ayman al Zawahiri y Abu Musab al Zarqawi; este último fue uno de los dirigentes de la resistencia iraquí hasta su muerte, ocurrida en junio de 2006.
El diputado holandés Geert Wilders, un controvertido crítico del Islam, recibió amenazas de muerte en esos foros del grupo de Hofstad, en los que además circulaba un video en que se prometían “72 vírgenes en el paraíso” para el musulmán que lo decapitara.
El informe señala que la “literatura ideológica” de ese grupo terrorista permanece en la red, pero dentro de otros sitios islamitas moderados que la retomaron.
Brigadas cibernéticas
Abu Musab Al Suri, el estratega de la Yihad en el seno de Al Qaeda, es también el creador de las llamadas “brigadas virtuales de resistencia”. De acuerdo con especialistas holandeses, estos grupos inspiraron el modus operandi del terrorismo islámico en internet.
Esas brigadas, formadas por jóvenes musulmanes, funcionan de manera independiente al “liderazgo central” y se dividen en tres tipos: las “brigadas de iniciación o convocatoria”, encargadas del reclutamiento y el entrenamiento inicial de los nuevos miembros en áreas como la solidez ideológica, la seguridad y las técnicas militares; las “brigadas operacionales”, que están en la “línea de frente”, y las “brigadas de movilización clandestina”.
Aunque todos los miembros deben saber utilizar internet y las nuevas tecnologías, a las brigadas de iniciación les corresponde “difundir el mensaje de la guerra santa” en medios como ése.
Y agrega el informe: “Tienen el deber de traducir a varios idiomas artículos, publicaciones y noticias relativos con la resistencia. Esas brigadas de información deben enfrentar los problemas de seguridad que dificultan la difusión de los materiales; desarrollan sus propios métodos de trabajo y los adaptan a las circunstancias de las naciones donde actúan”.
Para no ser rastreados por los cuerpos de inteligencia, esos brigadistas acuden a cibercafés, utilizan servicios gratuitos que garantizan cierto anonimato, ocultan sus mensajes en “direcciones sombra” de páginas ordinarias, o bien, usan sitios a los que sólo gente de confianza tiene acceso con claves que expiran rápidamente.
Las agencias holandesas de información han averiguado también que los terroristas evitan el uso del servicio de búsqueda de Google o de la barra de herramientas que ofrece sin costo esa compañía, debido al “potencial riesgo de que tal aplicación opere como medio de espionaje”.
Los ciberterroristas islámicos eluden así mismo los foros y direcciones electrónicas con terminación .sa, que pueden ser penetrados sin obstáculos por las agencias de seguridad sauditas, y en cuanto a los materiales de entrenamiento que difunden recomiendan emplearlos “en concordancia con los deseos de Dios y del Profeta”.
Los sitios islámicos que apoyan la Yihad utilizan servidores de Europa y Asia, y muchos de Malasia. Sin embargo, remarca el informe, “la mayoría” utiliza servidores localizados en Estados Unidos, por su accesibilidad y porque son capaces de administrar una cantidad enorme de visitantes a la vez. Además, son muy confiables debido a la amplia libertad de expresión que garantiza la Constitución de ese país.
Para citar un caso: 19 de los 21 sitios en internet del grupo libanés Hezbollah dedicados en 2004 a promover los atentados con hombres-bomba y otras actividades terroristas estaban “hospedados” en servidores de Estados Unidos.
Radicalización turbo
En la red existen actualmente 4 mil 300 sitios de 40 grupos terroristas. En 50 de ellos está representado Al Qaeda, cuya página oficial, Al Neda (El llamado), estuvo vagando en el ciberespacio tras ser removido de proveedores de Malasia, Singapur y Texas. Ahora reapareció como “patrocinador” de la página faroq.com.
La oficina holandesa contra el terrorismo, la NCTb, considera que todos esos espacios son “catalizadores de la radicalización”, en tanto que el Servicio General de Inteligencia y Seguridad del mismo país (AIVD, por sus siglas en holandés) dice que son “los turbocargadores de la Yihad”.
El informe añade: “La combinación de muchachos musulmanes en países occidentales no musulmanes, y las facilidades de internet para crear comunidades virtuales y recolectar información es la causa de que internet forme parte del proceso de radicalización (…) La propaganda de la guerra santa no sólo está confinada a la movilización de los musulmanes ordinarios. Los interesados se ven atraídos a sitios más radicales con ‘ligas’ a foros de discusión. En éstos se puede dialogar con fundamentalistas y tener una comunicación mutua entre radicales, facilitándose la conformación de grupos”.
Los estudios en la materia muestran que la comunicación anónima por computadora hace posible la formación de grupos con una fuerte identidad y firmes sentimientos de responsabilidad hacia “el colectivo”, lo que produce un “efecto de polarización”.
En un principio, la conversación es bastante abierta, “pero luego –prosigue el informe– se vuelve más confidencial y en un círculo limitado, para finalizar en una actitud claramente conspirativa”. Entonces, al nuevo recluta se le proporciona material de entrenamiento para que decida si realiza “acciones inocentes”, como paralizar una página web enemiga, o emprende acciones violentas.
Ese fue el caso de los jóvenes terroristas que perpetraron los atentados de Londres del 7 de julio de 2005: todos ellos se conocieron por internet. También es el caso de Imam Samudra, quien coordinó el ataque a una discoteca de Bali, el 12 de octubre de 2002. Según declaró él mismo después de su aprehensión, comenzó su carrera terrorista leyendo artículos en sitios radicales en internet.