Dirigentes políticos y banqueros europeos que fueron entrevistados para un documental recientemente divulgado revelan la magnitud de los desencuentros y los errores político-financieros que tienen a la Unión Europea al borde de la desintegración. La crisis en esa comunidad de naciones es producto de la negligencia y la falta de previsión que antecedieron al diseño de la unión monetaria. Francia y Alemania incumplieron requisitos político-económicos clave, lo que derivó en una ausencia de disciplina en el manejo de las deudas soberanas; en tanto que Grecia, el eslabón más débil, manipuló sus cifras para poderse incorporar a la eurozona. Todo este conjunto de desatinos acarrearon los desastrosos efectos que ahora padece la región.
(Artículo publicado en la edición del 25 de febrero de 2012 de la revista PROCESO)
BRUSELAS.- Errores de cálculo político, falta de visión común, intereses electorales, negligencia… Estos factores han agravado la crisis económica que afecta a Europa desde hace más de dos años, la peor desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial.
Así lo exhiben los propios dirigentes europeos en el documental El efecto dominó: ¿el euro al filo del abismo?, creado por los realizadores alemanes Stephan Lamby y Michael Wech y transmitido el 17 de enero último por Arte, el canal franco-alemán de televisión.
El documental, de hora y media de duración, contiene entrevistas exclusivas con algunos de los responsables de manejar la crisis, quienes imprimen a sus comentarios una inusual y reveladora sinceridad o, de plano, se lanzan recriminaciones mutuas. Inicia con la cumbre de emergencia de jefes de gobierno de la Unión Europea (UE) celebrada el 21 de julio de 2011, y finaliza con la que se efectuó el 9 de diciembre del mismo año.
En esta última ocasión, el veto británico hizo fracasar el proyecto franco-alemán de incorporar a las leyes comunes de la UE un riguroso tratado fiscal aplicable a los 27 Estados asociados. Por consiguiente, Francia y Alemania se vieron obligados a instrumentar un tratado entre gobiernos que en la más reciente cumbre del 30 de enero último fue rechazado por la República Checa.
Este tratado intergubernamental establece que el país que rebase un déficit presupuestario de 0.5% anual de su Producto Interno Bruto podría recibir sanciones automáticas y una multa de hasta 0.1% de su PIB. Con base en este documento los dirigentes europeos esperan contener la crisis provocada por un insostenible endeudamiento público.
Sin embargo, el contenido del documental alemán deja muchas dudas al respecto.
“Es todo o nada: o consolidamos nuestra integración y unimos nuestras fuerzas, o vamos hacia una rápida disolución no sólo de la zona euro sino de la UE entera”, advierte en el filme Giorgios Papandreou, quien dimitió el 11 de noviembre como primer ministro de Grecia luego de su sorpresivo y fracasado intento por someter a un referéndum el refinanciamiento de la deuda de su país, acordada en la cumbre del 26 de octubre por los gobernantes de la UE.
Versiones encontradas
El documental recuerda que la cumbre del 21 de julio fue convocada porque Grecia –cuya posible salida del euro fue seriamente considerada esta semana por varios líderes políticos si fracasan las negociaciones que sostiene con sus acreedores– se encontraba al borde de la bancarrota y se propagaba el temor de un contagio a otros Estados que también están endeudados.
Jean Claude Juncker, presidente del Eurogrupo (las 17 naciones que usan el euro), negociaba con los bancos acreedores la condonación voluntaria de una parte de la enorme deuda griega.
El representante de los banqueros, Josef Ackermann, quien preside el Instituto Internacional de Finanzas (IIF) y el Deutsche Bank, confiesa ante la cámara: “Fue una decisión muy difícil de tomar. Al principio, la mayor parte de los bancos no estaban dispuestos a renunciar a nada. Entonces les propuse aceptar una quita de 20%”.
Los jefes de gobierno de la UE aceptaron, pero fue un error fatal.
Así lo admite el propio presidente del IIF: “Cuando calculamos la viabilidad de la deuda, que es el aspecto determinante sobre el que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha insistido, nos dimos cuenta de que no sería suficiente condonarle a Grecia 20% de su deuda”.
Papandreou, quien conoce los entretelones de las negociaciones, asegura que faltó “instaurar desde el principio un clima de confianza”. Según él, “todo mundo en la cumbre se percató de que habíamos reaccionado muy débilmente o demasiado tarde”.
Juncker lo reconoce sin rodeos: “Para mí, lo que hemos hecho desde el verano de 2011 no lleva ciertamente la marca de un gobierno de Estado de alto nivel”.
La situación griega continuó deteriorándose y llegó a ser tan crítica que la única posibilidad de salvar al país era aumentar la condonación de su deuda, lo que fue discutido en la cumbre de emergencia del 26 de octubre.
Las negociaciones con los bancos comenzaron días antes.
Ackermann relata que en una reunión con Herman Van Rumpuy (presidente del Consejo), Olli Rehn (comisario de Economía) y Juncker, la IIF les presentó un programa de medidas que consideraba como necesario restructurar las deudas de Italia, España y Grecia. Según Ackermann, su organismo propuso una condonación voluntaria de 50% en el caso griego.
El ministro de Finanzas alemán, Wolf- gang Schauble, da una versión diferente en torno al origen de esa iniciativa: “En julio –dice–, confiados en su poder, los bancos nos dijeron: ‘No podemos conceder ninguna ventaja; más allá de tal límite, una reducción de la deuda ya no será voluntaria y ustedes deberán asumir el riesgo’”.
Y añade: “En julio ese discurso nos impresionó, pero meses después ya no. En octubre les dijimos a los bancos: ‘Ni siquiera vale la pena discutir una reducción menor a 50% de la deuda total; sería una pérdida de tiempo: sepan que habrá una condonación de por lo menos 50%”.
Condonación
Los acreedores bancarios, revela Juncker, aceptaron “cargar con la mitad del sacrificio” sólo después de que los jefes de Estado europeos los amenazaran: si no lo aceptaban, expusieron en la mesa de negociaciones, “la última solución sería anular, pura y simplemente, el conjunto de la deuda griega”.
Pero Ackermann insiste en que propuso tal reducción en un memorándum previo a la cumbre, e interpreta las versiones de Juncker y Schauble: “Cada uno –explica– quiere posicionarse según sus intereses. Nosotros y los dirigentes europeos habíamos llegado a una convergencia de intereses: antes de la cumbre ya estábamos dispuestos a reducir 40% de la deuda griega”.
Y ofrece una explicación de los hechos que, en caso de ser cierta, revelaría el enorme poder alcanzado por el sector bancario: “Yo creí –apunta Ackermann– que era justo que los políticos reivindicaran el éxito (de la cumbre); que pudieran mostrarse unidos y capaces de una acción coordinada. En todo caso, nosotros no quisimos jugar un papel protagónico”.
La medida fue contraproducente: como los bancos abandonaban por voluntad propia esa parte de la deuda, los seguros que la cubrían no se hicieron efectivos.
Por su parte el presidente del directorio del Commerzbank, Martin Blessing, explica: “Si Grecia se declara en quiebra, las aseguradoras indemnizan a los bancos; pero si éstos renuncian a los créditos, no. El resultado: no sirve de nada suscribir un seguro (de deuda soberana) porque los políticos encontraron una manera para hacernos participar en el pago de la factura sin que se nos indemnice. Así, un préstamo de Estado no constituye un riesgo que se pueda asegurar, por lo que los inversionistas se retiran”.
Papandreou se sincera: “Después de la cumbre pensé: ‘La condonación es una buena noticia para Grecia… pero muy probablemente nos tengamos que volver a ver esta semana o el mes que viene para discutir los mismos temas’”.
Y así continúa ocurriendo.
Sin visión ni proyecto
La actual crisis europea de endeudamiento encuentra también origen en la terrible negligencia política mostrada durante la época en que se diseñó la unión monetaria.
Jacques Attali fue consejero del presidente socialista François Mitterrand, quien durante los años ochenta selló con el canciller alemán Helmut Kohl la reconciliación entre sus países. Attali, que mantiene cierta influencia en el Partido Socialista francés, declara:
“Desde el principio sabíamos muy bien que la integración monetaria sólo era una etapa de un proceso que había comenzado con la creación del mercado común (1968), y a la que seguía el Acta Única Europea (que completó la realización del mercado interior en 1986), el establecimiento de la moneda única (2002) y finalmente una unión con base en el federalismo. Era una lógica inevitable.”
Schauble admite: “Durante los noventa no logramos implementar una moneda común a partir de la unión política, a partir de una institución capaz de imponer límites a la política financiera de cada país y de hacerlos respetar. Esa proposición fue rechazada por otros países; comenzamos entonces con la unión monetaria (…) Dijimos: ‘vamos a comenzar con un Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y si eso algún día no es suficiente, iremos más lejos’”.
Ese pacto de disciplina fiscal fue adoptado en junio de 1997 como parte de la legislación común a los Estados socios de la UE. Nació precisamente con el objetivo de prevenir un déficit presupuestario excesivo en la zona del euro.
Juncker explica: “En esa época, Alemania y Holanda estimaban que la política económica debería mantenerse como una facultad exclusiva de cada país. Hoy, cuando veo a aquellos que reclaman un gobierno económico europeo, constato que la mayoría proviene de los países que se opusieron a la puesta en marcha de esa arquitectura de base, y no puedo creerlo”.
Attali va más lejos. Acusa a Alemania de “no tener visión ni proyecto ni ambición europea”. Puntualiza: “Si hubiera tenido una visión europea no estaríamos en crisis. Hubiéramos pensado juntos una estrategia, federal o no, pero una. Lo que hay es una canciller, Angela Merkel, que quiere ganar las próximas elecciones. Es todo lo que quiere”.
Incumplimientos
Apenas entró en circulación el euro el primer día de 2002, el gobierno del entonces canciller alemán, Gerhard Schroeder, comenzó a incumplir los acuerdos económicos establecidos.
El propio primer ministro luxemburgués lo narra en el documental: “Los alemanes se preparaban a emprender su Agenda 2010 de reformas socioeconómicas (que arrancaron en 2003). Pidieron permiso para transgredir provisionalmente el máximo déficit presupuestal autorizado. Tenían reformas sociales que implementar; el gobierno alemán dijo que no podía comprimir el gasto público y, a la vez, exigir más sacrificios a la población más afectada por las reformas”.
Ackermann, el líder de los banqueros, lo ratifica: “Los dirigentes de entonces omitieron conferirle a los criterios de Maastricht, para entrar a la eurozona, un carácter obligatorio con mecanismos de sanción. Alemania y Francia fueron los primeros países en infringirlos, y luego siguieron otros países, lo que condujo a una ausencia de disciplina en las deudas soberanas”.
En ese contexto Grecia manipuló durante años sus estadísticas económicas para estar en condiciones de cumplir con dichos criterios.
“Durante años –comenta Juncker– la Comisión Europea explicó a los ministros de Finanzas que la oficina de estadísticas de la UE, Eurostat, debía tener derecho a verificar la contabilidad de cada país para asegurar un control. Pero los ministros, y yo mismo, siempre lo rechazamos.”
La razón de tal negativa, reconoce el primer ministro luxemburgués, fue que los Estados asociados a la UE no querían que la Comisión Europea, que representa los intereses comunes y de la que depende Eurostat, adquiriera más poder en detrimento de las soberanías nacionales.
“Jamás imaginé que se podían falsificar esas cifras sabiendo de antemano que, con base en ellas, serían tomadas decisiones importantes”, agregó Juncker.
“Si nos hubiéramos sujetado a las estadísticas reales –remató Schauble– Grecia no hubiera podido adoptar el euro.”
Pero Yanis Stournaras, quien fuera consejero del Ministerio de Finanzas de Grecia cuando el país ingresó a la eurozona, niega todas las acusaciones. Aseguró que “en esa época existían muchas zonas oscuras en los presupuestos públicos” y que lo único que hizo el gobierno griego fue “presentar el mismo tipo de informaciones económicas que los otros países del euro”.