Los rescates sólo benefician a los bancos

LIEJA, BÉLGICA.- La afirmación de que los gobernantes son “víctimas” de los mercados financieros internacionales es un mito que ha logrado imponer la clase política, con el apoyo de los medios de comunicación, para no rendir cuentas por el desastre económico ocasionado por las rigurosas medidas de austeridad que están empobreciendo a millones de personas.

“El capitalismo y la élite financiera no pueden existir sin la estructura del Estado, sin sus redes políticas y mediáticas, por lo que los gobernantes tienen una aplastante responsabilidad en la actual crisis económica”, afirma en entrevista Geoffrey Geuens, profesor del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lieja y autor de un libro de título provocador: La finanza imaginaria. Anatomía del capitalismo: de los mercados financieros a la oligarquía.

(Artículo publicado en la edición del 25 de febrero de 2012 de la revista PROCESO)

La obra, que requirió el análisis de artículos periodísticos y académicos publicados desde 1998, ha despertado gran interés en la prensa francófona y los círculos universitarios belgas.

Geuens es experto en el tema de la relación entre los poderes político, financiero y mediático. Ha publicado los libros Todos los poderes confundidos: Estado, capital y medios en la era de la mundialización, y La información bajo control: medios y poder económico en Bélgica. Este año apareció su última obra: Las viejas élites de la nueva economía.

En entrevista con Proceso, el académico plantea que en La finanza imaginaria –publicado en octubre de 2011– propone una “línea de ruptura entre una visión dominante y otra más crítica de la globalización y del papel del Estado”.
Explica:

“La percepción general que comparte un amplio espectro ideológico, desde la derecha liberal hasta una parte del movimiento altermundista, indica que hay una separación muy nítida entre el Estado y el mundo de las finanzas. Para los liberales esta separación entre la política y las finanzas, entre el interés público y el privado, permite que el sistema funcione correctamente. Los altermundistas no están de acuerdo: consideran que el Estado es víctima de los intereses financieros y le exigen que retome el control del mercado; sin embargo, al final comparten con los primeros la misma presunción.”

Coartada

Geoffrey Geuens comenta que acusar a los mercados financieros del origen y agravamiento de la crisis se ha vuelto un discurso “políticamente correcto” que ofrece a las autoridades, tanto de derecha como de izquierda, un margen de maniobra “muy confortable” desde el cual pretenden deslindarse de las medidas tan impopulares de austeridad que deben instrumentar.

–¿Cómo interpreta usted el discurso en el caso de Grecia, que se presenta como un país al que hay que salvar forzosamente de la quiebra? –se le pregunta.
–En cada plan sucesivo de austeridad se nos hace creer que los miles de millones que recibe Grecia en préstamos sirven para rescatar al país de la bancarrota. Ese discurso de austeridad nos llega a los ciudadanos porque los medios de comunicación dominantes lo retoman y lo divulgan.

“Hay dos puntos a observar: por un lado, los préstamos no sirven para impedir tal ‘quiebra’, sino para resarcir a los acreedores privados, a los bancos. Se matan dos pájaros de un tiro: se abre el flujo de dinero a la banca para protegerla de la crisis y, además, se impulsan las privatizaciones como uno de los dispositivos necesarios de las políticas de austeridad.”

Y agrega: “Afirmar que un Estado puede ‘quebrar’ es pura propaganda. Lo que puede ocurrir es una suspensión de pagos. Pero con el primer mensaje se deduce que el pueblo griego debe aceptar rigurosas medidas de austeridad, y aunque ello es terrible y provocará mucho sufrimiento, su aplicación es obligatoria; es una retórica de compasión y de represión a la vez”.

Y la misma lógica se impone en el caso del tratado de rigor fiscal que firmaron 25 de los 27 gobiernos de la Unión Europea. “El argumento que nos transmiten es que ese acuerdo va a otorgarles un mayor control de la economía. En realidad, lo que sucede en Europa está ligado a una correlación de fuerzas políticas: cuando los gobiernos de Alemania y Francia han querido eludir las reglas europeas, lo han hecho sin dificultades. Sin embargo, lo más grave de este texto de disciplina fiscal es el simple hecho de que los gobiernos suscribirán, por escrito, esas medidas de austeridad”.

Geuens afirma que la voracidad de mercado es resultado de las acciones políticas de “hombres de carne y hueso” asociados a fuerzas políticas del Estado.

En Estados Unidos, señala, el sistema financiero es producto de políticas implementadas en la época del gobierno demócrata de Bill Clinton. “Él hizo votar medidas que pusieron fin, en ese momento, a los dispositivos antimonopolios que hacían una distinción entre la banca comercial, la de inversiones y las compañías aseguradoras”. Ello provocó el aumento de la especulación.

Abunda: “Tales ejemplos los encontramos a escala internacional. Son medidas económicas que nos han llevado a donde estamos. Con frecuencia escuchamos, sobre todo de los socialdemócratas, que las culpables de tales decisiones de choque son las instituciones de la Unión Europea (UE). Se les olvida que, desde hace 30 años, ellos han estado presentes en todos los niveles del poder, incluyendo a nivel de la UE”.

Los barones del dinero

En su libro, Geuens evoca una reunión del Foro Progresista Global (GPF, por sus siglas en inglés), celebrada en abril de 2009 en Bruselas, que fue dedicada al análisis de la crisis. Ese foro se creó gracias a una iniciativa conjunta del Partido Socialista Europeo y de la Internacional Socialista, y lo dirige el español Josep Borrell, expresidente del Parlamento Europeo y exministro en su país de Trabajos Públicos, Transportes, Medio Ambiente y Telecomunicaciones. Borrell, remarca Geuens, también es administrador del conglomerado Abengoa, que opera en el campo de las energías renovables, las telecomunicaciones y la construcción de infraestructura.

Comenta: “En la sesión plenaria, titulada ‘Políticas progresistas para la globalización’, participaron Bill Clinton, exasociado del magnate estadunidense Ron Burkle en su firma de inversiones Yucaipa y del sheik de Arabia Saudita y esposo de la actual secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien fuera ejecutiva de Wal-Mart; Howard Dean, excandidato demócrata a la elección presidencial estadunidense y consejero de la firma de negocios McKenna Long & Aldridge, y Poul Rasmussen, líder del gobierno danés (1993-2001) y expresidente del GPF, que entró en la historia de su país por haber realizado el más ambicioso programa de privatizaciones que haya conocido Dinamarca en el siglo XX”.

Rasmussen, continúa el profesor, “actualmente preside el Partido Socialista Europeo y es parte del Policy Network, un ‘tanque de pensamiento’ cercano al primer ministro laborista Tony Blair y dirigido por Lord Mandelson, excomisario de Comercio de la UE que ahora trabaja para el banco Lazard. Rasmussen es también miembro del Consejo Consultor del European Policy Centre, controlado por Peter Sutherland (presidente de Goldman Sachs, expresidente de British Petroleum y exmiembro de la dirección de Investor) y Lord Kerr, antiguo secretario general de la Convención Europea (que redactó la llamada Constitución de la UE), quien luego se convirtió en vicepresidente de la petrolera Shell”.

Geuens se muestra escéptico ante las comisiones y grupos de expertos que, desde 2008, diversos políticos han creado con el objetivo de regular el mundo financiero. “Quieren regular únicamente limitando los excesos. Se pueden instaurar comisiones de regulación a nivel belga, del Banco Central Europeo o la banca internacional, pero nada cambiará si las fuerzas políticas representadas en esas instancias son las mismas que han construido el mercado europeo, trasatlántico e internacional. Es querer convertir a los pirómanos en bomberos”.

Pone algunos ejemplos: En 2008, la Comisión Europea designó al francés Jacques de Larosière como presidente de un grupo de vigilancia y de redacción de una nueva normativa financiera. Larosière fue director general del Fondo Monetario Internacional (1978-1987), gobernador del Banco de Francia (1987-1993) y presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (1993-1998). Sin embargo, al momento de preparar su reporte ejercía como consejero privado del presidente del grupo bancario francés BNP Paribas, Michel Pebéreau, y ocupaba un puesto de dirección en la firma financiera BMB Group, propiedad de varios sultanes y jeques.

En 2009, el gobierno belga eligió al barón Alexandre Lamfalussy para dirigir el Alto Comité para una Nueva Arquitectura Financiera. El barón había presidido el comité de dirección del Banco de Bruselas, fue director ejecutivo del Banco Bruselas Lambert (BBL, adquirido por el banco holandés ING), director del Banco de Reglamentos Internacionales y presidente del Instituto Monetario Europeo. Geuens recuerda que Lamfalussy también dirigió el comité internacional del banco belga Fortis (adquirido tras una crisis por BNP Paribas) y la aseguradora CNP Assurances.

Algunos miembros de ese “comité independiente” eran Geert Noels, jefe economista de la sociedad de gestión financiera Petercam, fundador del fondo financiero Crelan Fund EconoFuture y actual director de la compañía privada de gestión Econopolis; Peter Praet, economista en jefe de Fortis y director del Banco Nacional de Bélgica, y Daniel Gros, quien presidía la firma de gestión de activos San Paolo IMI Asset Management, además de dirigir el Centro Europeo de Estudios Políticos, espacio de reflexión presidido por el exnúmero dos de Citybank, Onno Ruding.