El organismo internacional de escritores temió ver menoscabado su compromiso con la libertad de expresión en el mundo si otorgaba la sede de su próximo congreso a la ciudad mexicana, debido a la actuación del gobierno de Ulises Ruiz en el conflicto magisterial. Y seleccionó a Bogotá para 2008.
(Artículo publicado en la edición del 22 de Julio de 2007 de la revista PROCESO)
BRUSELAS.- La obstinada defensa del gobernador Ulises Ruiz Ortiz resultó definitiva para que el Club de Escritores de México (PEN Club de México) perdiera, el pasado 11 de julio, la sede del Congreso Mundial de 2008 del PEN Club Internacional.
Y es que, a pesar de que el PEN mexicano aseguraba que en Oaxaca se respiraba “paz y tranquilidad” y que el conflicto magisterial ya había sido “solucionado” por Ulises Ruiz sin haber cometido violaciones a los derechos humanos, la Asamblea de Delegados del PEN Club Internacional aprobó por mayoría el cambio de sede, en el marco de su congreso anual realizado en Dakar, Senegal.
La razón: el PEN Club Internacional, con sede en Londres y con una reconocida fama por su compromiso con la libertad de expresión en el mundo, temía que su reputación fuera “peligrosamente dañada” si celebraba su congreso en Oaxaca, el que además pretendía financiar en parte el gobierno de Ulises Ruiz.
Emily Bromfield, la directora de comunicaciones del Club Internacional, confirmó a este corresponsal la decisión en contra de Oaxaca, si bien hasta el jueves 19 el organismo no había difundido información al respecto en su página electrónica ni en el comunicado de prensa final de su congreso de Dakar, divulgado el mismo 11 de julio.
“La Asamblea de Delegados votó a favor de Bogotá, por lo que nuestro congreso de 2008 tendrá lugar allá. Es oficial”, declaró Bromfield sin dar más detalles.
“Calma” en Oaxaca
En una nota publicada en Proceso hace dos semanas (número 1600), se dio a conocer el modo en que el PEN Club de México –cuya presidenta, María Elena Ruiz Cruz, es prima del gobernador Ulises Ruiz, según información del expresidente del organismo, el poeta michoacano Homero Aridjis– minimizó el conflicto político y social que vive el estado para demostrar que la ciudad de Oaxaca no representaba un problema para la celebración del congreso.
Así, en abril pasado, el PEN Club México transmitió al PEN Internacional un proyecto de resolución que confirmaba a Oaxaca como sede del congreso 2008. En éste aseguraba, en su versión en español, que ahí “había vuelto la calma”; en la versión en inglés se decía que se vivía “en paz y tranquilidad”. Ello generó indignación en varios centros PEN del mundo.
Debido a que la junta directiva del club internacional estaba ya en descuerdo con tal candidatura, María Elena Ruiz demandó enérgicamente que la resolución fuera sometida a la aprobación de la Asamblea de Delegados en Dakar.
De cualquier forma, para apaciguar los cuestionamientos, el Club en México emitió a Londres otras comunicaciones el mismo mes. En una de éstas afirma que “la gran mayoría de los ciudadanos mexicanos y oaxaqueños apoya a Oaxaca y a su gobierno”, y que la mala imagen de Ulises Ruiz se debía a que “no ha querido caer en las corruptelas del periodismo”.
“Quizá de forma ingenua, y con convicciones de fondo, Ulises Ruiz, abogado y de familia de abogados, cree en la justicia”, escribió el PEN Club de México en un párrafo recogido en el mencionado reportaje de este semanario.
Pero en otro apartado, el club mexicano presentaba la siguiente “conclusión” al PEN Internacional:
“La situación en Oaxaca es tranquila, los rezagos están siendo atendidos y el conflicto (de) 2006 fue solucionado (…) Si bien existe la posibilidad de que diversos grupos se manifiesten durante el congreso, el PEN debe comprender que esto sería una muestra de la confianza de los diversos actores en el PEN.”
Reputación en peligro
Con estos antecedentes, los delegados asistentes al congreso de Dakar –unos 200 provenientes de 70 naciones– se reunieron la mañana del pasado 11 de julio para decidir si querían ir o no a Oaxaca. Era el último punto de la agenda antes de la clausura del congreso que había iniciado el 4 del mismo mes.
El escenario de la votación fue el auditorio del hotel Méridien President, uno de los más lujosos de África y con una paradisíaca vista al mar.
De acuerdo con la información que proporcionaron varios delegados consultados por Proceso –y que prefirieron guardar el anonimato al haber asumido un voto colectivo de silencio–, la reunión fue “bastante animada” y por momentos “caótica”: los micrófonos fallaban y todo mundo gritaba para hacerse escuchar.
La discusión –presidida por la junta directiva del PEN Club Internacional– arrancó con los argumentos a favor de la candidatura de Oaxaca, a cargo de la vicepresidenta del PEN Club de México, la escritora Nedda G. de Anhalt, quien repitió los argumentos contenidos en los correos electrónicos enviados a Londres. Entre otros, dijo que el dinero para el congreso no provenía directamente de Ulises Ruiz, sino que había sido autorizado por los diputados del estado.
El PEN Internacional dio su punto de vista, que fue decisivo. Según las fuentes consultadas, Eugene Schoulgin –miembro del PEN Club de Noruega, quien un día antes fue electo secretario general internacional– expuso que la junta directiva no respaldaba la sede de Oaxaca. El motivo: ésta constituía un “peligroso daño a la reputación del PEN Club Internacional”.
Señaló que la propuesta de la junta directiva –apoyada por ocho de sus 10 miembros: Francia y Colombia no aceptaron– iba en el sentido de su cambio de sede. Presentaron entonces un presupuesto ya elaborado de lo que costaría organizar el congreso en las otras dos ciudades que habían presentado su candidatura: Bogotá y Guanajuato, lo cual, indicó una de las fuentes, significa que el PEN Club Internacional “ya venía preparado con una salida”.
Los ocho fueron: Jiri Grusa, presidente y miembro del PEN-Austria; Joanne Leedom-Ackerman, secretario (hasta el 11 de julio) y miembro del American PEN Center; Britta Junge Pedersen, tesorera y miembro del de Dinamarca; así como los representantes de los de Argelia, Mohamed Magani; Noruega, Euge Schoulgin (electo secretario internacional el 10 de julio); Croacia, Sibila Petlevski; Finlandia, Elisabeth Nordgren; y del PEN Center USA, Eric Lax.
El debate se concentró en dos campos. Sylvestre Clancier, el presidente del PEN Club de Francia, a quien lo une una “gran amistad” con María Elena Ruiz, apoyaba ferozmente la candidatura de Oaxaca. Y es que este centro y el PEN Club Esperanto (Suiza) habían sometido en conjunto con el PEN Club de México la mencionada resolución de abril.
Por otro lado, Guy Posson, del PEN Club Vlaanderen de Bélgica, opinó que el PEN Club de México se había identificado con el gobierno de Ulises Ruiz, desvirtuando así su misión, por lo que se unió a la recomendación de la junta directiva. También declaró su apoyo a esa posición el delegado del PEN American Center de Nueva York.
Luego de que la asamblea discutiera con un delegado español que Madrid no podía ser sede porque no había inscrito su candidatura, llegó la hora de la votación. Para tal efecto, los delegados habían estado utilizando tres cartoncillos de diferente color, que mostraban a la concurrencia para comunicar su decisión: verde de aprobación, rojo de rechazo, y amarillo para abstenerse.
Pero el debate había sido tan candente que la junta directiva implementó el procedimiento de voto secreto.
En una primera elección, la asamblea de delegados (dos por club y con derecho a un voto) debía pronunciarse si aceptaba la recomendación de cambiar la sede presentada por la junta directiva, respondiendo “sí”, “no” o absteniéndose dejando en blanco la papeleta. Cada delegación fue depositando su voto en una urna por orden alfabético.
La segunda votación fue para elegir Bogotá o Guanajuato.
Poco después del mediodía se conocieron los resultados: la mayoría había decidido quitarle la sede a Oaxaca y dársela a Bogotá.