Estudiantes extranjeros huyen de México

BRUSELAS.- Ante la escalada de violencia que se vive en el país –derivada de la guerra en contra del narcotráfico emprendida por el presidente Felipe Calderón–, varias instituciones de educación superior de Bélgica y Estados Unidos recomendaron el regreso a sus respectivos países de los estudiantes inscritos en programas de intercambio académico en siete estados del territorio mexicano, sobre todo en Nuevo León.

(Artículo publicado en la edición del 12 de Septiembre de 2010 de la revista PROCESO)

De hecho, varios de ellos ya retornaron a sus lugares de origen, en tanto que otros se disponen a hacerlo si aumenta la inseguridad.

A finales de agosto pasado, seis alumnos de economía provenientes de la Universidad Católica de Leuven (UKL, por sus siglas en holandés) interrumpieron sus estudios en Monterrey y volvieron a su país, lo mismo que un estudiante de la Universidad de Lieja (Udl).

Otro alumno de esta última institución que estudiaba filosofía, y dos más de la Universidad de Amberes (UA), inscritos en ciencias políticas y sociales, analizan volver también a Bélgica si la situación se deteriora aún más en la capital regiomontana.

Las autoridades de esas universidades belgas, que mantienen intercambios académicos con centros de enseñanza superior de todo el mundo, aseguran que es la primera vez que aconsejan a sus alumnos dejar un país.

Esa recomendación se suma a la que realizaron las universidades de Texas y de Michigan, las cuales pidieron a sus alumnos ubicados en el Tec de Monterrey suspender sus actividades escolares y regresar de inmediato a Estados Unidos, según informó el pasado 3 de abril Christian Clarke, directora de la Oficina Internacional de la Universidad de Texas (UT), al diario universitario The Daily Texan.

La funcionaria de la UT dijo que también fueron cancelados los programas para verano y para el semestre de otoño de 2010 que esta universidad tenía planeados con el Tec de Monterrey.

En principio, la UT hizo tal solicitud sólo a sus estudiantes que se encontraban en el Tec campus de Monterrey, pero unas semanas más tarde –25 de abril– la amplió a todos sus alumnos –así como a sus empleados y profesores– que se hallaban en instituciones de educación superior de siete estados: Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora, Tamaulipas, Baja California y Durango. La UT estimó que ello implicaría el regreso a Estados Unidos de unas 40 personas.

Por si eso fuera poco, el viernes 10 el gobierno de Estados Unidos extendió la “alerta de viaje” para ciudadanos de ese país que pretendan visitar México y ordenó la salida, “de forma inmediata”, de los hijos menores del personal que trabaja en el consulado de Estados Unidos en Monterrey.

El personal del consulado general “ha sido aconsejado de que la forma inmediata, práctica y fiable de reducir los riesgos de seguridad para todos los niños es retirarlos de Monterrey”, señaló un comunicado del Departamento de Estado.

Y agregó: “No se permitirá que ningún menor dependiente de empleados del gobierno estadunidense permanezca en la ciudad”.

Explicó también que el Departamento de Estado adoptó dicha determinación después de revisar la situación de seguridad en Monterrey. Para ello tomó en cuenta la “alta incidencia de secuestros” y un tiroteo que ocurrió el pasado 20 de agosto en la American Foundation School, ubicada en la capital regiomontana.

El viernes 10, continuó, venció el plazo de 180 días para la “salida autorizada” de familiares de estadunidenses que trabajan en los consulados de las ciudades fronterizas de Tijuana, Nogales, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Matamoros y Monterrey. El Departamento de Estado tomó esa medida en marzo pasado, después del asesinato de tres personas ligadas al consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez.

Advertencia oficial

En entrevista con Proceso, Bart Hendrickx, coordinador de la oficina internacional de la universidad belga UKL, afirma que sus estudiantes le comunicaron que no se sentían seguros en Monterrey.

“Constatamos que la situación se había deteriorado durante agosto –explica–, así que decidimos consultar al Ministerio de Asuntos Exteriores de Bélgica. Éste nos confirmó que había preocupaciones al respecto. Comprendimos entonces que debíamos ser prudentes en relación con la seguridad de nuestros estudiantes en Monterrey.”

El académico expone que los alumnos le comentaron que no podían concentrarse en sus estudios o salir sin sentir miedo a ser agredidos, por lo que ellos mismos decidieron retornar a Leuven y buscar otro país para continuar con su programa escolar.

–¿Casos como estos son frecuentes? –se le inquirió.

–No. Es la primera vez que personalmente tengo esta experiencia: tener que aconsejar que regresen.

–La ola de violencia no es exclusiva de Monterrey. ¿Ustedes han considerado recomendar el regreso a sus alumnos de intercambio en otras partes de México?

–Por el momento no hemos tomado esa decisión. Estamos recabando información. Pero si ahora nos pidieran una opinión, ésta sería más bien negativa, salvo para las zonas que no han sido afectadas por la problemática.

Por su parte, Jan Dries, jefe de prensa de la UA, comentó que esta institución educativa recomendó también a sus estudiantes dejar México, ya que “no es un lugar donde puedan estar en seguridad”.

Esa recomendación, indica Dries a este corresponsal, se sustentó en un reporte elaborado por el consulado belga donde se les informó “de las cosas que están pasando en Monterrey”. Dicho reporte, precisa, le fue entregado a la universidad la última semana de agosto.

Los estudiantes de la UA decidieron continuar sus estudios en Monterrey, pero bajo una estrecha comunicación con el personal de su universidad en Bélgica. Éste se comunica regularmente con ellos para auxiliarlos en caso de que soliciten su repatriación.

La misma atención le procura la Udl al alumno que sigue en Monterrey, manifestó Didier Moreau, el director de comunicación de esa institución educativa.

–¿Si la situación se agrava, lo repatriarían incluso si él no lo desea? –se le pregunta.

–Sí, efectivamente, en caso de que consideremos necesario tomar esa decisión, o que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Bélgica lo ordene.

El pasado 17 de agosto, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Bélgica publicó en su sitio en internet un largo documento de advertencias sobre los riesgos que existen en México por la inseguridad.

Ese anuncio, con fecha de actualización del jueves 9, manifiesta que son “frecuentes los secuestros y las agresiones armadas”, y por eso preconiza una “extrema prudencia” en las grandes ciudades mexicanas, principalmente.

Señala que los estados más afectados por la “violencia cotidiana” son Baja California, Chihuahua, Sonora, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Michoacán y Guerrero. En particular, el gobierno belga identifica a la capital de Chihuahua, a Ciudad Juárez, Torreón, Reynosa y Monterrey como las ciudades más expuestas a los “actos de violencia”.

Respecto a Monterrey, Bélgica hace hincapié en que la inseguridad ha empeorado “en forma preocupante”.

Menciona el caso de los dos estudiantes del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) que fueron asesinados durante una balacera entre militares y sicarios, ocurrida el 19 de marzo último dentro de las instalaciones de ese centro académico.

El pasado 30 de agosto, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Patrick Deboeck, declaró a la agencia nacional de noticias belga que el gobierno de su país considera que la situación de inseguridad en la capital de Nuevo León ha “empeorado”.

“En México –explicó el funcionario–, hay una guerra entre los cárteles del narcotráfico, y en julio el huracán Alex causó destrozos en la zona. Los cárteles de la droga aprovecharon esa coyuntura para reforzar su presencia en la región.”

Añadió que las autoridades belgas no habían recomendado directamente a las universidades repatriar a sus estudiantes de intercambio en Monterrey. Sin embargo, aceptó que dichas instituciones educativas fueron informadas oficialmente por el gobierno de la mala situación prevaleciente en esa ciudad del norte de México, de modo que fueron los propios centros de estudios los que procedieron a aconsejar o no a sus estudiantes el retorno.