BRUSELAS.- “Es un error”. Así calificó Philipp Gerber, coordinador del proyecto Chiapas de la organización Peace Watch, la decisión del gobierno suizo de poner fin, a partir de 2008, a su Programa de Derechos Humanos, Promoción de la Paz y Seguridad Humana para México, que afectará en especial a Chiapas y Oaxaca.
(Artículo publicado en la edición del 2 de Septiembre de 2007 de la revista PROCESO)
“Es un error porque no está solucionado el conflicto chiapaneco. Abandonar procesos de paz a la mitad del camino es muy peligroso. México necesita ahora mayor observación internacional por las crecientes violaciones a los derechos humanos”, señaló Gerber, cuyo organismo, con sede en Zurich, Suiza, organiza desde 1996 “campamentos civiles de paz” en Chiapas, donde actualmente se hallan 12 de sus voluntarios.
En una entrevista telefónica con Proceso realizada el pasado 24 de agosto, el activista –quien acaba de regresar de una misión de observación electoral en Oaxaca– explica: “Nuestro éxito es también nuestra dificultad. Gracias a la presencia internacional de ONG en Chiapas se redujo bastante la violencia: este año hubo sólo algunos ataques y algunos heridos, pero hace 10 años había muchos muertos. Por lo tanto, si no se resuelve pronto el conflicto de manera pacífica, nuestra presencia será un fracaso, puesto que la gente está olvidando que en Chiapas existe un conflicto”.
Alma Noser, responsable de la sección suiza de Amnistía Internacional, también criticó la decisión del gobierno helvético. “Es una pena que al cortar el programa a fin de año, caerán una serie de iniciativas importantes. El equipo que trabaja en Chiapas impulsó una gran tarea e implementó una amplia red de contactos y propuestas”, comentó a la agencia de noticias Swissinfo.
El gobierno suizo da apoyo a la Organización Ginebra para los Derechos Humanos, que garantiza asistencia técnica y de mediación para que dicho programa se establezca en varios estados. También apoya a Serapaz, organismo mexicano que creó un observatorio para el diagnóstico de los conflictos y ofrece cursos de formación a autoridades municipales.
El programa Propaz forma parte de esas iniciativas. Lo impulsan en Chiapas las ONG suizas Acción Cuaresmal, Cáritas, Pan para el Prójimo y Hilfswerk der Evangelischen Kirchen Schewiz, con las cuales colabora Peace Watch.
En entrevista con el corresponsal, Mo Bleeker, quien hasta enero pasado fue la responsable gubernamental del citado programa del gobierno suizo, dice “comprender” las críticas: “Nunca hay un buen momento para irse de un país. Llegamos a México hace ocho años. El programa de la División Política IV del Ministerio de Asuntos Exteriores está planteado para intervenir en momentos de crisis especiales. Desde aquel entonces se decidió que éste duraría hasta 2007 y que haríamos lo mejor durante ese tiempo”.
Sin embargo, expone la funcionaria, “las ONG suizas permanecerán en México y el gobierno suizo proseguirá con su responsabilidad en la defensa de los derechos humanos y la transformación de los conflictos, sobre todo el de Oaxaca, por medio de nuestra embajada, que continuará sus contactos a nivel político bilateral (con el gobierno mexicano) y que dispone de un fondo propio para financiar proyectos (de derechos humanos)”.
Gerber insiste en que el retiro del apoyo del gobierno suizo “manda una mala señal a las organizaciones mexicanas” con las que trabaja y “dificulta” el plan de establecer en Oaxaca a Peace Watch. Tres de sus voluntarios realizan desde junio pasado un análisis de las elecciones del pasado 5 de agosto en esa entidad “en el marco del conflicto político”. Sus conclusiones serán presentadas en diciembre próximo al gobierno y al Parlamento suizos.
–¿Podría adelantar algo del contenido de ese informe?
–En Oaxaca se vive un conflicto muy peligroso: no hay voluntad política para solucionarlo, ni de parte del gobierno estatal ni de parte de la Presidencia de la República.
Añade: “El 16 de julio, por ejemplo, los policías no sólo destruyeron autobuses, sino también agredieron a personas, actuando como porros. Esa es una situación de Estado fallido. Vemos una gran desconfianza ciudadana hacia el sistema político del estado: una oligarquía, un partido único que en Oaxaca va a cumplir casi 80 años. Eso nos sorprende: la buena imagen internacional que tiene México a favor de los derechos humanos contrasta con la situación interna de represión. Y es que México es una democracia muy imperfecta, que está regresando peligrosamente a los viejos tiempos”.