BRUSELAS.- México es un “enano” diplomático internacional que ni siquiera desempeña un papel decisivo en su región, por lo que no tenía caso que la Unión Europea (UE) firmara con él un acuerdo de “asociación estratégica”, concluye un análisis del influyente Instituto Real para las Relaciones Internacionales de Bélgica (Instituto Egmont), publicado el pasado miércoles 20.
El estudio, titulado La perfidia de las estrategias: un reclamo a la UE para alcanzar verdaderas asociaciones estratégicas, y cuyo autor es el investigador belga Thomas Renard, señala que de los 10 países con los que la UE sostiene una “asociación estratégica”, Estados Unidos es el “socio esencial”.
China, Rusia, India y Brasil son catalogados como “países pivote”, cuya asociación es también ”esencial” en la medida en que cuentan con el poder geopolítico suficiente “para inclinar la balanza de poder internacional a favor o en detrimento de los intereses de la UE, dependiendo del modo en que ésta enfoque su relación con ellos”, advierte.
Un tercer grupo menos estratégico que los anteriores lo componen Japón, Canadá y Corea del Sur, los “aliados naturales”, cuya importancia para los europeos, “no desdeñable”, radica en que “son naciones con ideas afines y un peso considerable en los asuntos internacionales, notablemente a través de su presencia en el G-8 y el G-20″.
El documento de trabajo del Instituto Egmont encasilla a México y Sudáfrica, “socios regionales”, en el peldaño de menor influencia y los califica de “enanos” entre los asociados estratégicos de la UE, “a pesar de que podrían aportar cierto valor agregado a escala regional”, aunque eso, asegura el documento, es “probablemente más obvio en el caso de Sudáfrica que en el de México”.
El 15 de julio de 2008 la Comisión Europea presentó la comunicación titulada Hacia una asociación estratégica UE-México.
Según el Instituto Egmont, ese documento es interno y unilateral de la UE, dirigido al Consejo y al Parlamento Europeo, y el propio título de tal comunicación refiere que esa asociación con México ”es un objetivo, pero no una realidad aún”.
En esa misma comunicación, menciona el Instituto Egmont, la Comisión Europea justifica que México debe ser reconocido como socio estratégico de la UE únicamente “porque es el último país del G-8+5 que no lo es todavía”.
“Sin embargo –lamenta el análisis– ese argumento dejó de ser válido con el anunció de una nueva asociación estratégica con Corea del Sur (que no forma parte del G-8+5). La UE cuenta actualmente con 10 socios estratégicos quizás por accidente, lo que genera una serie de cuestionamientos en torno a su verdadero valor estratégico”.
El Instituto Egmont pertenece al selecto circuito de los think tanks más acreditados por las diplomacias europeas. Fue fundado en 1947 por el exprimer ministro Paul van Zeeland y el profesor y miembro de la Corte Internacional de Justicia, Charles de Visscher, entre otras personalidades belgas.
El instituto, que comparte su sede (el Palacio de Egmont) con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bélgica, organiza coloquios, seminarios y conferencias a los que suelen asistir funcionarios y académicos de alto nivel.
Su presidente es el influyente político, diplomático, banquero y empresario belga Étienne Davignon, actualmente vicepresidente de la compañía Suez-Tractebel. Antes fue presidente de la Agencia Internacional de la Energía y vicepresidente de la Comisión Europea como comisario de industria, entre muchos otros puestos de relevancia.
El vicepresidente del Instituto Egmont es Dirk Achten, secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bélgica.
Asociación cosmética
En su edición del 16 de mayo de 2010, Proceso reportó, con base en documentos internos de la UE, que ésta le había concedido a México el estatus de “socio estratégico” a petición del gobierno de Felipe Calderón y no por iniciativa propia.
De acuerdo con un documento del Consejo de la UE, con número de folio 13224/08 y fechado el 18 de septiembre de 2008, “las autoridades mexicanas comunicaron su sugerencia, mediante una carta del 4 de abril de 2008, de ampliar las relaciones bilaterales por medio de una Asociación Estratégica”.
Por tanto, decía el documento del Consejo, “a mediados de julio de 2008 la Comisión Europea presentó una comunicación a favor de esta sugerencia”.
En esa comunicación (Hacia una asociación estratégica UE-México) se explica que “probablemente con el tiempo, la importancia y la influencia de México aumentarán”, por lo que la Comisión Europea apoyaba la “sugerencia” del gobierno calderonista para concederle al país la Asociación Estratégica.
“La Comisión Europea –señala el texto– opina que considerar socios estratégicos a todos los países (emergentes) miembros del G-5 (China, India, Brasil, Sudáfrica y México) es una buena política.”
El 18 de octubre de 2008, el Consejo de la UE –el organismo donde discuten los 27 gobiernos nacionales de ese bloque económico– otorgó ese estatus a México.
El 16 de mayo de 2010 el gobierno calderonista y la UE firmaron el llamado Plan Ejecutivo de la Asociación Estratégica, que incluye nuevos diálogos en macroeconomía, seguridad y derechos humanos, pero que no establece compromisos concretos.
En el reportaje de Proceso se narra cómo el gobierno de México solicitó la asociación estratégica luego de que la UE invitara a Brasil a formar parte de ese exclusivo club el 30 de mayo de 2007.
La asociación estratégica con Brasil se oficializó el 4 de julio de 2007 con una pomposa ceremonia en Lisboa, a la que asistió el entonces presidente Luiz Inazio Lula Da Silva, y a la que fueron invitados los presidentes de Francia y España, Nicolas Sarkozy y José Luis Rodríguez Zapatero, respectivamente, entre otros jefes de Estado.
Casi un mes antes, el 6 de junio, el presidente Calderón había efectuado una deslucida gira en Bruselas, durante la cual la embajadora mexicana Sandra Fuentes-Beráin –que todavía no obtenía el beneplácito de las autoridades de la UE– le planteó la urgencia de obtener el mismo reconocimiento que Brasil por medio de una campaña de cabildeo.
Dos días después de la ceremonia de Lisboa, el 6 de julio de 2007, Fuentes-Beráin presentó cartas credenciales al presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso, uno de los principales promotores del ofrecimiento estratégico a Brasil.
Ahí, la diplomática mexicana le reclamó que México no hubiera obtenido antes que Brasil el estatuto estratégico.
–Manuel, la UE ya tiene un tratado con México –le dijo la diplomática mexicana.
–¿Y por qué México no se compromete más en las operaciones de paz de Naciones Unidas? –respondió Barroso.
Falta de compromiso
El estudio del Instituto Egmont identifica tres temáticas estratégicas para la UE en sus relaciones internacionales: la proliferación de armas de destrucción masiva, el cambio climático y la gestión de conflictos, que el reporte evalúa según el grado de cooperación en las operaciones de paz de la ONU.
El reporte indica: “En la Fuerza Provisional de Naciones Unidas en el Líbano, por ejemplo, trabajan cinco mil 50 europeos al lado de 899 indios, 369 surcoreanos y 344 chinos (…) En términos de personal, India es el más grande contribuyente, mientras que China y Brasil han incrementado significativamente sus aportaciones en años recientes, aunque no en niveles similares. Los Estados miembros de la UE colaboran con una gran parte también, cerca de 7 mil hombres y mujeres.
“Por otro lado –continúa el reporte–, países como Japón, México, Rusia o Estados Unidos contribuyen con poco personal a las operaciones de paz de la ONU. En términos de financiamiento a tales operaciones, es otra historia. Europa encabeza la lista cubriendo más de 40% del presupuesto total y Estados Unidos casi 30%. Japón es otro importante contribuyente financiero. Todos los demás socios son contribuyentes muy pequeños”.
Así, señala el documento del Egmont, “en tanto que la UE y sus socios reconocen la legitimidad de la ONU, uno esperaría que una verdadera asociación estratégica se traduciría en una mayor cooperación e involucramiento en las operaciones de paz, que en la práctica muestra otra cosa”.
El reporte enlista los criterios de una “verdadera” asociación estratégica: “Primero, debe ser integral, de tal modo que permita enlaces e intercambios entre varias políticas. Segundo, debe ser construida sobre la reciprocidad, sin la cual no puede considerarse de ninguna manera una asociación.
“Tercero, una asociación estratégica debe contar con una fuerte dimensión empática, es decir que ambos socios compartan una misma interpretación de sus valores y objetivos mutuos. Cuarto, debe estar orientada al largo plazo, que no pueda ponerse en cuestionamiento por disputas casuales. Finalmente, debe ir más allá de los asuntos bilaterales y tratar de resolver los desafíos regionales y globales, ya que esa es su verdadera razón de ser”.
Solamente Estados Unidos cumple estrictamente con todos los criterios, afirma el análisis del Instituto Egmont. Los demás fallan en uno o más de ellos.
Asimismo, el análisis lamenta que exista una “completa falta de conocimiento del concepto de ‘asociación estratégica’, debido a la ausencia de documentos oficiales públicos que lo expliquen”.
Y acusa que tampoco hay una visión estratégica global en la UE. En ese sentido, el autor del reporte comenta que tras una entrevista con un “miembro de la Comisión Europea”, realizada el 7 de julio de 2010, supo que, en vísperas de la asociación con México, ”circuló al interior de esa institución una que otra nota incapaz de explicarles el significado y los objetivos” de aquella.
Finalmente, el autor incluye una lista comparativa del número de personal asignado a las delegaciones de la UE en los 10 países que gozan de la asociación estratégica. Entre personal europeo y local, en Rusia trabajan 130 personas, en China 110, en India 95, en Estados Unidos 85, en Sudáfrica 65, en Japón y Brasil 50, respectivamente, y en México 38, sólo delante de Canadá, donde la delegación emplea apenas 18 personas.
(Artículo publicado el 22 de Abril de 2011 en la sección Prisma Internacional de la Agencia PROCESO)