El pasado 22 de mayo, día de las elecciones europarlamentarias, el portal español El dado del arte, especializado en arte contemporáneo y “comunicación cultural”, publicó un pertinente post sobre el aún poderoso lenguaje político “de la calle” –en tiempos de proclamas y protestas cibernéticas– y un interesante trabajo fotográfico de Carlos Collado, titulado “Miradas cruzadas”. Europafocus lo reproduce con autorización de la autora. El texto original lo encuentras aquí.
Ahora que nuestras ciudades están engalanadas, bueno, decir “engalanadas” sería demasiado bonito, en realidad están sumidas en un horror vacui llamado propaganda electoral. Y si no hay suficiente con todas las farolas de las calles llenas de rostros y mensajes alusivos a la inminente campaña electoral, también invaden nuestros buzones. Un horror a domicilio que, por cierto, ha costado 13.000.000€ a las arcas españolas y que acabará, con suerte, en el contenedor azul.
Y digo horror vacui porque el Gobierno no tiene suficiente con las calles y los buzones, ahora también quiere tener un control online, concretamente Twitter. Que a estas alturas se quiera controlar el uso de las redes sociales es como querer volver a la Edad Media. A un “Oír, ver y callar”. A un “Mañana será otro día”.
Pero en realidad, en Twitter no existe la impunidad que quieren ver ante la comisión de delitos, por ello el control que el Gobierno quiere poner, primero deberían aplicárselo. En todos los sentidos. Creo que la raíz más profunda de su miedo emerge de la existencia de un fuerte canal multidireccional donde la ciudadanía es más potente que ellos. Pero las redes son “solamente” eso, otro canal más donde la ciudadanía puede expresarse, sin embargo siempre quedará la calle.
Y de las calles de Berlín llega precisamente el proyecto “Miradas Cruzadas” desarrollado por el fotógrafo Carlos Collado. Una serie de fotografías que ilustran la intervención ciudadana sobre los rostros de los carteles de la campaña alemana para las Elecciones Europeas 2014. Salta a la vista una gran diferencia con la campaña española, la “cercanía” física de los carteles a los ciudadanos, en España la ubicación en las farolas impide dichas intervenciones. ¿Son más cercanos los políticos alemanes que los españoles?
Sea como fuere, estos carteles se han convertido en una plataforma donde se fusiona el rostro y el mensaje del partido político con la respuesta del ciudadano anónimo. Sí, su respuesta. La cercana ubicación de los carteles permite al ciudadano reaccionar ante ellos e intervenir a través de dibujos, textos, adhesivos, graffiti, etc. Reacciones que van desde la afinidad o el apoyo al partido, hasta el escepticismo, el rechazo o el desprecio más exacerbado. Al fin y al cabo son rostros, muchos incluso desconocidos para la mayoría de la gente, pero su repetición nos hace creer que son personas más próximas y cercanas de lo que en realidad son.
No olvidemos que hoy en día reaccionar ante algo, salir de nuestra muralla e intervenir en el espacio urbano, puede ser algo hasta plausible. Quizás es sano y lícito como indica Carlos Collado al explicar esta serie. O quizás no, pero entonces, dónde podrá el ciudadano expresarse? ¿En Twitter?